El viaje de Angela Merkel ha sido tan repugnante que ha beneficiado, y mucho, a Podemos. Con su compinche político Rajoy han decidido y anunciado más austeridad y más reformas, es decir, más pobreza y más apreturas, como si les pareciese poco el sufrimiento que hasta ahora han infligido. Con el sacrosanto cuento de la competitividad y necesaria reducción de déficits. Definitivamente Rajoy se ha entregado a Merkel y su política de feroz castigo.
Pero ocurre que los españoles están hartos de tanto abuso, y una gran parte de ellos se revuelve exigiendo cambios tal vez duros también pero más comprensibles. Con un PSOE camaleón, incapaz de resolver sus contradicciones y apegado al chistecillo pretendidamente ingenioso con su nuevo Secretario General, los españoles unos se resignan y otros se oponen con vehemencia a esta tortura con Merkel como jefa de la banda que ha venido a pasar. Entregada la soberanía, Rajoy pasa a ser un simple delegado de los designios de Merkel. Podemos será o no será viable, pero en todo caso es un intento honesto de lucha contra este atraco. Nada es inmutable en este mundo, y menos en el de la política y la economía, y frente a las herencias conservadoras y socialistas recibidas, los ciudadanos quieren cambios que no les constriñan sus vidas en la amargura perpetua. Lo que se votó se puede desvotar votando. No desean ser esclavos de lo que decidieron sus predecesores políticos. Es mentira que el pasado sea un compromiso. No hay más compromiso que el presente y el futuro. Los españoles ya no quieren el mundo de ricos y pobres, de los de arriba y los de abajo y brutales diferencias que pregonan y fuerzan Merkel y su lugarteniente español.
El viaje de Merkel ha sido la chispa de la indignación. Hasta protestar por su visita es ilegal. No queremos que nos mande esta señora, por mucho que pertenezcamos a Europa. La Guerra de la Independencia fue un error que nos impidió homogeinizarnos, pero esta guerra económica, y política, de ahora es una invasión, una colonización, a la que los españoles decentes deben oponerse. Si hay que pasar hambre, fuera de la ortodoxia, se pasa, pero porque lo decidan los ciudadanos y no unos ejecutores del mundo de los poderosos. No queremos ser marionetas de Merkel, ni de su subalterno, no queremos que nos exploten y humillen. Simplemente queremos reconducir nuestra historia sin ser peleles. Queremos ser mayores de edad, queremos que los vicios políticos, económicos y éticos de España desaparezcan. Queremos una nueva partitura, una nueva concepción de la justicia. Queremos una vida que decidamos entre todos, sin sumisos ganapanes. Es decir, queremos Podemos, lo único que, conjuntamente con IU, puede librarnos de la devastación de estos dos siniestros y peregrinos personajes, abrazadores de apóstoles y de villanos.
Arturo González en Puntadas sin hilo para Público.es
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