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domingo, 18 de septiembre de 2011

Los hijos de la guerra

Vo Van Dang no es vietnamita. Eso es al menos lo que él sostiene. Aunque nunca ha salido de Vietnam, no habla inglés y vive en una barriada pobre de Ciudad Ho Chi Minh, en donde 20 personas comparten un retrete al aire libre, Dang insiste en que es estadounidense. “No pertenezco aquí”, dice Dang, nacido en 1971, fruto de un breve romance entre una prostituta y una soldado estadounidense de piel oscura. “Soy de EEUU”, asegura, pero eso lo tiene que demostrar.

Dang es uno de los miles de hijos que tuvieron en Vietnam los soldados de EEUU que lucharon allí entre 1965 y 1973. La mayoría de ellos son hijos de padres ausentes y de madres que se expusieron a ser castigadas por el Viet Cong por trabajar como asistentas, vendedoras o camareras cerca de las bases norteamericanas.

Hubo un tiempo en el que los hombres y mujeres como Dang albergaban una esperanza: un visado estadounidense para ciudadanos vietnamitas hijos de soldados de EEUU. Pero la cuota de visados para ‘ameriasiáticos’, el tosco término con el que el Departamento de Estado define a los hijos mixtos de la guerra, parece que está disminuyendo.

Según datos facilitados a GlobalPost por el Departamento de Estado de EEUU, el número de visados concedidos a ‘ameriasiáticos’ ha ido menguando hasta un promedio de 240 al año en la última década. El año pasado la cifra alcanzó el mínimo histórico de 23 visados aprobados.

“Mi vida ha sido miserable”, afirma Dang, que se pasó la infancia en un campo de trabajos forzados comunista. “La vida será aún dura cuando me vaya. Pero tengo una familia americana, y nuestro lugar es Estados Unidos”, afirma.

El visado para ‘ameriasiáticos’ fue creado en 1987, cuando el Congreso de EEUU cedió ante quienes criticaron el hecho de que hubiese chavales con rostro americano deambulando por las barriadas vietnamitas.

Nadie sabe exactamente cuántos de esos niños mixtos nacieron en Vietnam, pero EEUU ha dado visados y reubicado a casi 30.000 hijos de miembros de su Ejército, junto a unos 80.000 parientes vietnamitas.

Aún así, se calcula que en Vietnam quedan todavía unos 1.000 o más ‘ameriasiáticos’. La mayoría vive en hogares atestados y a menudo son más pobres que la media de los vietnamitas: son discriminados por haber heredado los rostros con pecas y los ojos color pastel de los hombres de la nación más poderosa del mundo.

El visado ‘ameriasiático’ no está disminuyendo por falta de solicitantes. Las organizaciones de caridad dedicadas a ayudar a los hijos ya adultos de los soldados insisten en que hay cientos de solicitudes atascadas en la burocracia. La razón es que los funcionarios consulares han ido endureciendo el proceso, al haberse detectado estafadores que intentan aprovecharse de vietnamitas-americanos analfabetos para lograr su llave de acceso a EEUU.

Mucho ha pasado desde que las fuerzas de Ho Chi Minh tomaron Saigón en 1975 y se le cambió el nombre a la ciudad en honor del héroe revolucionario. Tras abandonar el marxismo puro en la década de 1980, los dirigentes comunistas vietnamitas aplican ahora un capitalismo al estilo chino.

Ciudad Ho Chi Minh tiene todo el bullicio de una nación que está creciendo y en donde los iPhone y el KFC (Kentucky Fried Chicken) son marcas populares. Pero mientras el mundo parece haber dejado atrás esa guerra, los ‘ameriasiáticos’ siguen siendo su amargo testimonio.

La atormentada infancia que tuvieron que vivir los niños medio estadounidenses todavía les define. La mayoría recuerda cómo los demás chavales les tiraban palos o los adultos les despreciaban llamándoles “hijos del enemigo”. Todo ellos recuerdan un insulto clásico, que dicho en vietnamita rima: “Americanos con 12 agujeros en el culo”.

“Les encantaba cantarnos eso”, recuerda Nguyen Thi Phan, nacida en 1968 e hija del oficial de seguridad de una base militar y la mujer que le limpiaba la ropa. “Los otros críos me decían: tu madre es una puta, tu padre es negro, ¿por qué no te largas de Vietnam?”. Los hijos de soldados estadounidenses negros eran doblemente maltratados, asegura.

“Incluso ahora, la gente me mira y dice que estoy sucia. Es difícil conseguir un empleo, porque no quieren a una persona con aspecto sucio limpiando casas o platos”, dice. “Dicen que es malo para el negocio”.

Al igual que muchos ‘ameriasiáticos’, Phan insiste en que no es vietnamita. De hecho, cada uno de los seis vietnamitas hijos de militares estadounidenses entrevistados por GlobalPost se describe como americano o ‘ameriasiático’. Todos rechazan ser etiquetados como vietnamitas.

“Toda mi vida el resto de la gente me ha dicho que no soy vietnamita. Así que vale, no lo soy”, señala Phan.
Entre los vietnamitas se asume que los ‘ameriasiáticos’ son el fruto de relaciones sexuales pagadas entre soldados imperialistas y mujeres “ligeras de cascos”, traidoras.

Pero según esas mujeres, muchos de esos niños fueron hijos de amores apasionados. El padre de Cao Thi My Kieu se quedó tan prendado de su madre, empleada en un bar, que le alquilo un apartamento y le prometió que nunca más tendría que vender su cuerpo.

“Era realmente guapa en esa época”, dice Kieu, nacida en 1967 cerca de la antigua base aérea de EEUU en Nha Trang. “Y él era muy amable. Aceptó a los otros hijos que tenía de otro hombre. Los americanos son extraños en ese sentido; realmente son capaces de criar al hijo de otro”.

Esos acuerdos domésticos eran comunes, según Robert McKelvey, un veterano de los Marines que es ahora psiquiatra y que ha estudiado a los huérfanos ‘ameriasiáticos’. “Muchos se enamoraron y vivieron como parejas de facto durante meses y años”, escribió en 1998 en un ensayo.
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