Cientos
de miles de estudiantes europeos han participado en el Programa Erasmus desde
que se lanzó en 1987. Son más de 30 países (dentro fuera de la UE) que
conforman este proyecto donde los estudiantes pasan varios meses universitarios
en uno de los países elegidos. Suele ser “el mejor año de nuestras vidas”.
Pero,
¿Quién fue Erasmus?
El
nombre procede de Erasmo de Rotterdam, uno de los eruditos que más influyó en
Europa en el siglo XVI. Se le podría calificar como el Ken Follet del
Renacimiento. Sus libros se convirtieron en best seller. Pero a diferencia del
autor inglés, Erasmo era un filólogo y filósofo que escribió ensayos, uno de
los cuales tiene un titulo seductor: Elogio de la locura.
Pero
aunque este libro es el que más se lee ahora, no fue esta obra la que desató
una controversia poderosa. Fue nada menos que su traducción del Nuevo
Testamento.
Hasta
entonces, se conocían varios textos canónicos. Una de ellas era la Vulgata, la
biblia del pueblo. Fue escrita en el 382 después de Cristo con la idea de
hacerla accesible al pueblo. Se tradujo del hebreo y del griego al latín. Pero
a medida que pasaron los años, (y como no había fotocopiadoras), las copias se
hacían a mano por escribas los cuales incurrían en errores.
Aprovechando
el poder de la imprenta (la televisión de entonces), en España se reunieron los
mejores textos de la biblia en hebreo, griego, latín y hasta arameo para
producir la Biblia Políglota Complutense.
Era
una obra magna, pero ¿apta para el pueblo? ¿Manejable? Se hicieron 600 copias.
Era 1522.
Al
mismo tiempo, Erasmo de Rotterdam acometió su propia traducción del Nuevo
Testamento. Pero, ¿qué fiabilidad tenían sus fuentes? Acudió a textos griegos y
latinos, a muchas versiones de la Vulgata. Luego, los limpió, es decir,
corrigió a esos “escribas ignorantes que habían corrompido o alterado el texto
original”. Trató de conjugar todas las versiones para que no tuvieran
interpretaciones dispares, y así producir una obra en latín comprensible para
todos, lo que ahora vendría a ser Wikipedia.
La
primera edición salió en 1516 gracias al impresor de Basilea Johan Froben. Se
llamó Novum Instrumentum Omne, y estaba escrita en griego y latín.
El
pueblo desde luego ya no hablaba latín. Pero los eruditos de Europa hablaban
griego y latín, y cuando se encontraron con el texto de Erasmo de Rotterdam se
pusieron frenéticamente a traducirlo a sus lenguas vernáculas. En alemán, en
inglés… El primer (y entusiasta) traductor al alemán fue nada menos que Martin
Lutero. La edición en alemán fue de 3.300 ejemplares. Un superventas. Nada que
ver con los 600 de la Biblia Complutense.
Y
aquí empezaron los problemas de Erasmo. Martin Lutero estaba iniciando la
reforma protestante y la edición de Erasmo le servía como libro guía para
interpretar correctamente los escritos sagrados. Lutero presionó a Erasmo para
que se adhiriera a su causa, mientras que la Iglesia Católica tiraba del otro
lado.
Fiel
a su compromiso de ser libre, imparcial y objetivo, Erasmo no se decantó.
Siguió publicando versiones aun más sencillas del Nuevo Testamento que tuvieron
un éxito rotundo. Se tradujeron a todas las lenguas vernáculas europeas. Pero
estaba en medio de dos fuegos.
Erasmo
pensaba que la Iglesia se podía reformar y mejorar, pero no las ideas en las
que se fundaba la Iglesia. "Detesto la disensión porque va tanto contra
las enseñanzas de Cristo, como contra la inclinación secreta de la naturaleza.
Dudo que se pueda suprimir alguna de las partes sin una grave pérdida",
dijo tratando de poner paz en la guerra religiosa. Es decir, el espíritu de la
conciliación; la idea que trata de poner en marcha ahora la Unión Europea.
Cuando
Basilea se adhirió a la reforma protestante, Erasmo se trasladó a Friburgo,
poblada de católicos. Uno de sus
escritos más radicales fue en defensa de la libertad de pensamiento, y atacaba
a Lutero. Se tituló De libero arbitrio diatribe sive collatio, (Sobre la
libertad de pensamiento: discursos y comparaciones).
En
1530 se estimaba que entre el 10 y 20% de toda la producción impresa de
correspondía a libros de Erasmo.
Este
holandés nacido en 1466, falleció en 1536. Aunque la Iglesia Católica no le
permitió un entierro religioso, pidió ver a un sacerdote católico. Dicen que
murió diciendo en holandés: "Lieve God" (Querido Dios).