Todos tenemos un ex, o dos, o varios. Personas que
han formado parte de nuestras vidas y que en más o en menos tiempo y que con
más o con menos sentimientos, marcaron un antes y un después en nuestra
historia.
Ex, una palabra indecorosa, antiestética, que casi
siempre viene acompañada de dolor de estómago, de recuerdos repletos de
nostalgia, confusión, rencor y a veces de odio. ¿Por qué? ¿Por qué en la
mayoría de los casos, después de haber roto una relación sentimental ya no
volvemos a tener contacto, ni una relación cordial o de amistad, con una
persona con la que hemos compartido tanto? ¿No es triste? Es tristísimo.
Personas con las que hemos compartido nuestro
cuerpo, nuestros besos, nuestra piel, nuestros secretos más íntimos. Personas a
las que juramos amor eterno, personas con las que recorrimos el mundo de la
mano, personas que hicieron de sus chistes nuestra sutileza, personas con las
que nos pasábamos horas y horas hablando hasta que los gritos se hicieron
protagonista de una película que empezó siendo de amor, y terminó siendo un
thriller de Hitchcock. Personas con las que diseñamos planes y construímos
puentes que creíamos indestructibles. Preciosas historias que se esfumaron en
un recuerdo amargo. Los mejores años de nuestra vida, nuestro amor hecho hijos
y cientos de te quieros que volaron al viento sin dueño. Sin rumbo. Sin prisa.
Y hoy si te veo no me saludas. No te saludo. Y hoy
no te quiero. Hoy te odio. Y hoy ya no me pareces guapo, ni guapa. ¿Cómo pude
fijarme en ti? Y hoy olvidé todo eso que me enamoró de ti. Aunque bueno,
realmente creo que nunca lo estuve.
Y hoy no eres nadie para mí. Ni un amigo, ni una
amiga. Y hoy cuando me hablan de ti me sumo a la indiferencia o si aún no lo he
superado, te critico hasta quedarme sin más argumento que insultos vacíos de
lógica.
Hoy ya no guardo tus fotos. O sí. Eso nunca lo
sabrás. Y hoy ni siquiera, me permito el lujo de pensar en ti. ¿No es mohíno?
Lo es y mucho.
Para ser un buen ex, debiste ser primero una buena
pareja. Y quiero pensar que muchos de nosotros no lo fuimos, porque si no ¿qué
sentido tiene odiar a nuestros exs? ¿Qué sentido tiene no darles un espacio en
nuestras vidas? ¿Pudimos amar tanto a alguien que hoy ni siquiera nos importa?.
Quizás los prejuicios, esta estúpida sociedad que nos ha enseñado a amar de una
forma tan tóxica, hace que no esté bien visto tener relación con personas que
formaron parte de nuestro pasado. Cuando deberían ser ellos y ellas nuestros
mejores amigos. Esas personas con las que compartimos más que con cualquier
otra persona en el mundo. Esa persona a la que regalamos nuestra desnudez, el
olor a recién levantado y el último beso de cada luna. Esa persona con la que
dibujábamos vacaciones, partituras hechas canción sin melodía y personas que
creímos nuestra alma gemela. Posiblemente lo fuera. Aunque no durara para
siempre.
¿Por qué nos odiamos? ¿Por qué tienes que odiarme? ¿Por
qué aunque hoy ya no seamos pareja ni nos una ese vínculo sentimental, no
podemos mantener una relación sana, desearnos lo mejor y darnos un abrazo
sincero cada vez que nos veamos? Por suerte aún hay ex parejas que lo hacen.
Hay ex parejas que supieron afrontar con madurez su ruptura y hoy, son mejores amigos. Que hoy son padres compañeros
de criaturas maravillosas. O son conocidos que se saludan cordialmente y se
desean lo mejor. No celan de sus actuales parejas, porque eso, está más que
superado.
Supongo que el problema está cuando no se supera.
Porque acaso ¿el odio no es una forma de amor? ¿acaso llamar la atención del
otro aún siendo de malas formas, no es una manera de decir “ey aún te quiero”?.
Sí, lo es. Y quizás por eso la gran mayoría de nosotros no es capaz de ver a un
ex como lo que fue. Una persona importante en nuestras vidas que por encima de
todo, merece el mayor de nuestros respetos. O no. Porque como dije antes “para
ser un buen ex, tuviste que ser una buena pareja”. Y entiendo esos casos donde
el mal querer hizo mella, donde nunca existió una amistad ni un amor sincero.
Entonces en esos casos, se entiende que un ex quede desterrado para siempre.
Me gusta pensar que aunque tengamos el mismo nombre
y apellidos durante toda nuestra vida, que aunque el número de nuestro DNI y
Seguridad Social no cambie, realmente podemos llegar a ser varias personas
distintas en una misma vida. En mi caso, yo a las quince años no era igual que
a los veinte. Ni a los veinticinco era igual a la mujer que soy hoy en día.
Estoy hecha de experiencias, de caídas, de estúpidos errores que cometí en el
pasado, de melodías rotas y melodías eternas que siempre bailarán al son del
sol de Octubre. Estoy hecha de ti, de ti y de ti también. Hecha de besos inexpertos
y hecha de besos maduros. Estoy hecha de lágrimas, de corazones rotos y de
promesas que nunca se escribieron. Estoy hecha de amor, de decepción y de todas
esas personas que pasaron por mi vida. Estoy hecha de ex- te quieros, y de
todos esos exs que me enseñaron (unos mejor que otros) a ser quien soy hoy en
día. ¡GRACIAS!
Porque por muy mal que nos fuera, por muy mal que
ese ex o esa ex nos lo hiciese pasar, debemos sentirnos agradecidos. Agradecidos
por lo que nos dieron, por lo que nos quitaron. Por todo lo que crecimos y
aprendimos a su lado. Por la forma en la que nos amaron, aunque nos amasen mal
o simplemente no lo hicieran.
Por esos días de sus vidas que eligieron pasarlo
con nosotros y aunque hoy seamos un ex odioso para ellos, en el fondo de
nuestro corazón, si alguna vez hubo amor de verdad, hubo amor al fin y al cabo,
ese recuerdo perdurará el resto de nuestras vidas.
Hoy que te tengo delante, te miro con los ojos
estallados en lágrimas y suplicándole al cielo que no te conviertas TÚ en unos
de mis exs. Porque quiero quererte siempre, amarte siempre, contar arrugas a tu
lado y decirte al oído en un último suspiro “gracias”.
Te ex-quiero. Y te ex-querré siempre.
El rincón de Floricienta