El sueño es una necesidad esencial para nuestra
vida y es básico que este sea de buena calidad para que nuestro organismo
funcione correctamente. Es muy habitual el debate científico sobre las horas
necesarias para un óptimo descanso y lo único que parece claro es que no hay
unanimidad entre la comunidad científica.
Un artículo publicado en el Wall Street Journal
informa de las ventajas de dormir siete horas, respecto a ocho, según un
estudio realizado por la American Cancer Society tras estudiar los hábitos de
más de un millón de pacientes. Mientras, la National Sleep Foundation de
Estados Unidos indica que no hay ningún número mágico al respecto.
Parece obvio que en la regulación de nuestro sueño
influye enormemente nuestro propio reloj interno, que más científicamente se
conoce como ritmo circadiano. Es necesario destacar, tal y como señala la
investigadora de la Universidad de South Australia Gemma Paech en un artículo
de The Conversation, que las variaciones individuales en el sueño y su duración
están terriblemente influenciadas por factores internos y externos.
Cada persona, un mundo
La genética, como en casi todos los campos, también
tiene una importante repercusión en el ciclo del sueño. Las diversas
necesidades, divide a las personas entre búhos y alondras, lo que es igual a
aquellos que están más activos por la noche o por la mañana, respectivamente.
Por otro lado, también hay personas que necesitan dormir en ciclos más largos y
otros más cortos.
Respecto a los agentes externos, el cansancio, la
actividad física y mental también tienen una notoria repercusión. Por no hablar
del estrés y su influencia en los problemas para conciliar el sueño. Además, la
edad y el estado de salud van a variar en la necesidad, ya que las personas más
mayores suelen tener un sueño menos profundo y duradero.
Por tanto, es bastante ridículo establecer unos
cánones sobre el sueño, pues estos jamás se adaptarán a las necesidades
específicas de cada uno. Sin embargo, sí que hay cierta unanimidad a la hora de
establecer que el tiempo de sueño debe estar entre las siete y las nueve horas.
¿Y las personas que afirman solo necesitar seis
horas? Hay que reconocer que estas existen, pero en menor número de lo que se
cree. Lo habitual es que durmamos menos de lo que realmente necesitamos, pero
como estamos acostumbrados no seamos conscientes de cómo la falta de sueño nos
afecta negativamente. Si se necesita utilizar despertador cada mañana y se
siente necesidad de recuperar las horas de sueño durante el fin de semana, son
síntomas de que las cosas no se están haciendo bien. Asimismo, tampoco es
saludable ya que ni las horas de sueño se recuperan por completo, ni es
positivo para nuestro ritmo circadiano
Cómo saber la cantidad que yo necesito
Como ha quedado claro, descansar es esencial para
todos y cada uno de nosotros. Pero cada uno tendrá unas necesidades (dentro de
unos límites). Lo que realmente interesa, más allá de la explicación
científica, es la necesidad individual que tiene cada uno para llevar unos
ciclos más saludables que afecten positivamente a nuestro día a día y a nuestra
salud a largo plazo.
Por estos motivos, Paech propone cinco pasos a
seguir para que aquellas personas que no están satisfechas con la calidad y
cantidad de sueño o quieran mejorarlo, puedan lograrlo.
- Ten un diario de sueño: para apuntar cuándo la hora en se ha ido a dormir y la hora a la que se ha levantado. Así como la calidad del sueño, las veces que se ha despertado y cómo se ha sentido durante el día.
- Irse a dormir cuando se esté cansado.
- No usar despertador: inicialmente es complicado, pero con el paso del tiempo uno se acostumbra. Para evitar problemas, un buen momento para empezar es un periodo vacacional.
- Estar expuesto al sol durante el día: la luz durante el día y la oscuridad durante la noche, así como otras señales externas, también tienen importancia en el ciclo del sueño.
- Mantener ciclos regulares de sueño.
Siguiendo estas recomendaciones, Paech señala que
mejorarán los problemas de sueño y se detectará con más facilidad cuánto
debemos dormir para obtener un descanso óptimo. De todas formas, la
investigadora australiana indica que en los casos más graves siempre ha de
acudirse al médico.