Esta
supuesta carta de Gabriel García Márquez es falsa. En 1997 el periodista
peruano Mirko Lauer la difundió en su columna que editaba en el diario La
República. En una breve aclaración el periodista dijo, en ese entonces, que
unos amigos le entregaron en una reunión diplomática la carta de despedida del
Gabo, ya que padecía cáncer. El
tema causó tal revuelo que el propio García Márquez la desmintió. Gabo la
calificó de ridícula y dijo que él no escribe así.
Una carta que dice así:
“Si por un instante Dios se olvidara de que
soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese
tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en
definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría
valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría
poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos
sesenta segundos de luz.
Andaría
cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si
Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al
sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A
los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de
enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de
enamorarse.
A
un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A
los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el
olvido.
Tantas
cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo
quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad
está en la forma de subir la escarpada.
He
aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera
vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He
aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando
ha de ayudarle a levantarse.
Son
tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no
habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me
estaré muriendo.
Trata
de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo
de tu corazón.
Si
supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría
fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si
supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no
asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre
hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas
bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría
decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El
mañana no lo está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez
que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana
nunca llega, seguramente lamentaras el día que no tomaste tiempo para una
sonrisa, un abrazo un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un
último deseo.
Mantén
a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas quiérelos
y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento” “perdóname”, “por
favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie
te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y
sabiduría para expresarlos.
Finalmente,
demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan".
Leído en: http://www.telemadrid.es/node/224471/