En un país que -es un suponer- se llama España, el Tribunal Supremo persigue a un juez que -es un suponer- se apellida Garzón por tres causas distintas, entre las que parece descollar la desencadenada por la querella de un partido antidemocrático que en cualquier otra nación de un continente llamado -es un suponer- Europa, sería ilegal. Su delito consiste en amparar a las víctimas de una sanguinaria dictadura que se prolongó durante casi cuatro décadas. Pero la autoridad judicial le sienta antes en el banquillo por otra causa.
El juez Garzón va a ser procesado antes que los imputados de un delito continuado de corrupción, por haber ordenado que se grabaran las conversaciones que los responsables de la red más abrumadora de la historia de la democracia sostuvieron en la cárcel con sus abogados. Y este anuncio se produce un mes y medio antes de unas elecciones en las que un partido cuyas siglas son -es un suponer- PP presenta como candidatos a casi una docena de imputados en aquel proceso.
Como escribo ficción, soy libre de conjeturar que la intención del Supremo consistiría en desmontar la causa de una red denominada -es un suponer- Gürtel, al proclamar que considera más urgente, y por tanto más grave, el caso de las escuchas que el delito original. Al asumir que se perjudicó la defensa de los imputados, la opinión pública podría sospechar que los cargos que pesan contra ellos son dudosos, irregulares. El tribunal se convertiría así en la más eficaz oficina electoral de un partido político, en lugar de velar por los intereses de todos los ciudadanos. Y estos no tendrían ninguna posibilidad de oponerse a una maniobra política indecente, blindada sin embargo por el principio que establece la separación de poderes. Pero esto no es más que un argumento de ficción. Lo que se dice un suponer.
Artículo de Almudena Grandes en EL PAIS
Este es el mundo al revés. Además de juzgar próximamente al juez Garzón por las grabaciones en el caso Gürtel, ya juzgaron al portavoz del PSOE Ángel Luna, recientemente abuselto de un delito de encubrimiento, por enseñar un informe también de este caso.
Mientras, el PP incluye a imputados e implicados en este caso, uno de los más graves casos de corrupción en este país. Y no se trata de tres trajes, como dice el argumentario de campaña del PP, es que se han repartido millones de euros en comisiones procedentes de dinero público. Estas son las propiedades de Francisco Correa, uno de los máximos implicados en este caso: 25 fincas, 30 casas, 2 barcos, 18 garajes, 22 coches y millones de euros en cuentas bancarias. A mí lo que se me ocurre pensar es que hay algo más que trajes...
Yo, visto lo visto, seguiré sin votar, como decía un famoso cómico: "¡Ir pa'na... es tontería!".