El sábado, una multitudinaria afición que jugaba en campo
contrario, a pesar de aparecer como locales, dio una lección de civismo y de
convivencia. El sábado Messi marcó un gol del que se sigue hablando en todo el
mundo todavía hoy. El sábado se jugó un buen partido de fútbol sin problemas y
sin incidentes ni en el campo ni en la grada. El sábado el gobierno del PP
actuó con una celeridad inédita, muy distinta de los tempos que utiliza para
otras cuestiones, y cuando el partido todavía ni había acabado, ya hizo pública
una nota de condena a la pitada al himno. Lo siento por quien tuvo que
prepararla porque se perdió una gran final, aunque me temo que ya la tenían
preparada.
Esa amnesia habitual en el Partido Popular les hizo olvidar
que cuando la pitada era contra el anterior jefe de gobierno, Zapatero, ellos
decían que eso era libertad de expresión, les hizo olvidar también que
denuncias anteriores por el mismo motivo no tuvieron recorrido porque un juez
dijo que eso era libertad de expresión y que no pueden considerar ni
difamatorias, ni injuriosas ni calumniosas este tipo de acciones.
Pero el gobierno del PP pensó que ese era un buen hueso para
roer. En la semana en la que se inician las reuniones para formar gobiernos en
ayuntamientos y comunidades, con su propia crisis interna tras el batacazo
electoral, con la corrupción campando por sus anchas en sus territorios como
Valencia. Al PP le preocupa que se pite el himno. Una buena manera de desviar
la atención, una cortina de humo para que no se vean o no se hable de sus
miserias. Porque el PP sabe perfectamente que silbar un símbolo es libertad de
expresión, aunque luego a cada uno de nosotros nos parezca más o menos acertado.
Y el PP debería saber también que en democracia los
ciudadanos pueden manifestar su malestar de la manera que considera más
oportunica siempre pacíficamente y sin violencia, recordemos sino algunas de
las sentencias sobre los escraches, el que se hizo a la propia Soraya Sáenz de
Santamaría.
Y hay algo más. El gobierno se queda en la sonora anécdota y
se olvida del porqué. De por qué dos aficiones, del País Vasco y Catalunya,
silban el himno nacional, por qué les genera incomodidad este símbolo. El gobierno
mira el dedo , pero no ve lo que este dedo señala, el problema que tiene este
país en torno a la vertebración del estado. Un problema que el gobierno de
Rajoy no soluciona, y lo que es peor que parece que no tiene intención de
solucionar.
Hoy este gobierno tiene prisa por legislar sobre los pitos
al himno, lo de solucionar la causa, como diría Rajoy, eso ya tal.
Ángels Barceló en Hora 25 de La SER
http://cadenaser.com/programa/2015/06/01/hora_25/1433187655_629354.html?ssm=14092012-Ser-rs-1-Fb