¡Vaya engendro de mierda, la patera laboral a la
que el Gobierno llamó reforma y en la que embarcó a los currantes de este país
jurándoles que si se dejaban arrastrar por las corrientes alcanzarían la tierra
prometida! Meses después, la barcaza hace aguas por todas partes y los
trabajadores mueren como moscas, siendo los propios compañeros de infortunio
quienes han de arrojarlos por la borda. Ya hay seis millones de cadáveres
flotando en las aguas del paro, uno de cada cuatro. Te das una vuelta por la
barcaza con la que, según Rajoy, atravesaríamos sin problemas el vendaval,
cuentas uno, dos, tres y el cuarto es un cadáver. A veces cuentas cuatro
muertos seguidos porque la estadística está mal repartida. Hay familias en las
que todos sus miembros, desde el primero al último, han fallecido, familias a
las que la llegada de Rajoy al poder iba a arreglar la existencia porque él era
un tipo que daba confianza y porque era un hombre de palabra, un político que
ni prometía lo que no era capaz de llevar a cabo ni llevaba a cabo lo que no
había prometido.
Lo cierto es que tampoco se le puede
responsabilizar al cien por cien de la botadura de esa inmundicia legal llamada
Reforma. Ya ha confesado, y en más de una ocasión, que es un mandado, que
carece de libertad para hacer otra cosa. En eso ha sido sincero, ya que, como
Zapatero en sus últimos meses, está a las órdenes de las mafias
internacionales, esas mafias que se forran prometiendo a la gente un futuro
mejor antes de invitarlas a entrar en barcazas metafóricas o reales. Por mil
euros te llevo a Europa. Por un voto te saco del apuro. En lugar de sacarnos
del apuro, Rajoy nos ha sacado la pasta y se la ha dado, entre otros, a ese
nido de mafiosos llamado Bankia. Y usted y yo bebiéndonos la orina con el mismo
vaso de plástico con el que achicamos agua de la zodiac.
Por Juan José Millás para El Pais.
http://elpais.com/elpais/2012/11/01/opinion/1351774846_313590.html