El pequeño tenía seis años y, como otros niños de su edad, era muy curioso. El había estado oyendo a los mayores acerca del noviazgo y se preguntaba como sería eso. Un día le preguntó a su mamá, quien impresionada le dijo que para que entendiera lo que era el noviazgo se escondiera detrás de las cortinas de la sala y observara a su hermana mayor con su novio. A la mañana siguiente le relató a su mamá lo que había visto:
“Mi hermana y su novio se sentaron y hablaron por un largo rato. Entonces, él apagó casi todas las luces y comenzó a abrazarla y besarla; yo pensé que se estaba enfermando porque su cara se estaba poniendo muy rara. Su novio debió pensar lo mismo porque puso su mano dentro de la blusa de mi hermana para sentirle el corazón, pero al parecer tenía problemas para encontrárselo.
Yo pensé que él también se estaba enfermando porque hubo un momento en que los dos se quedaron sin respiración. Él debía tener frío en su mano derecha porque la puso bajo la falda de mi hermana. Entonces ella empeoró, porque se deslizaba por todo el sofá; ¡tenía fiebre! Yo sé que tenía fiebre porque ella decía que se sentía muy caliente y que no podía más.
Al momento descubrí la causa de la enfermedad: era un enorme gusano que se le había metido al novio de mi hermana en el pantalón. Él lo agarró con la mano para que no se le escapara. Cuando mi hermana lo vio se asustó mucho. Sus ojos se agrandaron y dijo que era el más grande que jamás había visto. Ella se enfureció y trató de matar al enorme gusano a puros mordiscos. De golpe ella hizo un sonido raro y dejó caer al gusano, me imagino que la mordió. Entonces lo agarró con las manos para sujetarlo mejor, mientras el novio sacaba un tubito de goma de una cajita y se lo puso sobre la cabeza al maldito gusano para que ya no mordiera a mi hermana. Ella se recostó y abrió las piernas de forma que pudiera aplicarle una llave de tijera al enorme gusano. El novio le ayudó a aprisionar al gusano y se formó una pelea de mil demonios.
Ella empezó a brincar y a gritar como loca y por poco rompen el sofá. Me imagino que iban a matar al gusano aplastándolo entre los dos. Después de un rato dejaron de moverse y dieron un suspiro, porque estaban cansados de tan tremenda batalla. El novio se levantó. Estaban seguros de haber matado al gusano. Yo supe que el gusano estaba muerto porque colgaba inmóvil y parte de los sesos le salían por la cabeza. Mi hermana y su novio estaban agotados por la pelea, entonces, para descasar se acariciaron.
Pero no, el gusano no estaba muerto, ¡estaba vivo! Brincó de nuevo y por poco los sorprende. De suerte que mi hermana lo vio y lo atacó ayudada por su novio en una terrible pelea. Esta vez mi hermana trató de matar a este gusano inmortal sentándose encima de él. Después de varios minutos de lucha lograron matarlo. Esta vez sí estaba muerto porque el novio de mi hermana le arrancó el pellejo y lo arrojó por el inodoro.
Yo creo que los gusanos tienen siete vidas como los gatos y esto del noviazgo, la verdad, se me hace muy peligroso”.