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sábado, 22 de octubre de 2011

Hotel deconstruído

El Hotel Pixel es a la hostelería clásica lo que la tortilla de patatas deconstruida es a la gastronomía tradicional. Si Ferrán Adrià revolucionó la cocina separando elementos que parecían indisolubles para proporcionar nuevas experiencias, un grupo de jóvenes arquitectos e ingenieros austriacos triunfa en Linz con el Hotel Pixel, un hotel deconstruido, cuyas habitaciones están diseminadas por la ciudad para permitir que el huésped sienta la experiencia no sólo de visitarla sino de vivirla.

La visita al hotel comienza en su página web (www.pixelhotel.at), sigue en GoogleEarth y termina en una o varias de las seis habitaciones con carácter situadas en enclaves singulares e insospechados repartidos por diferentes barrios. Una de las suites se sitúa en una galería de arte, otra en un barco en el Danubio, una tercera en un antiguo estudio de fotografía, la más curiosa ocupa un antiguo taller de ebanista en el que una caravana vintage de 1963 adquirida en eBay hace las funciones de cuarto de estar...
Foto
Pixel en taller de ebanista
Una vez elegida la habitación, la reserva se realiza vía e-mail o por teléfono. Una persona del hotel espera al huésped a la hora convenida en el enclave reservado por éste. Allí se le hace entrega de las llaves de la habitación, de un mapa de la ciudad y de los vales de desayuno que podrá utilizar en determinados cafés de la zona. También se facilitan opciones para comer o cenar en los restaurantes más cool.
Pixel con jardín
En el hotel Pixel no hay bar, ni siquiera recepción ni tampoco zonas comunes. Claro que según se mire, porque este proyecto en las antípodas del resort todo incluido en realidad aspira a que el huésped sienta que toda la ciudad forma parte de una forma u otra de su estancia. Como en la tortilla deconstruida, sólo hay que olvidarse del modus operandi aferrado a las convenciones del pasado para experimentar nuevas sensaciones.
La idea de ofrecer exclusivamente una habitación, suite o estudio con carácter al viajero parece ganar terreno como forma de huir del hotel convencional, como una modalidad de alojamiento que permite vivir más intensamente la ciudad, rescatar rincones de interés o barrios alejados de las aglomeraciones turísticas. Este ánimo también puede encontrarse en proyectos como 3Rooms Hotel en Milán y en París, que como su nombre indica son hoteles con sólo tres habitaciones.
En el caso de Italia, el proyecto está asociado a 10 Corso Como, el templo de las tendencias milanés por excelencia. En la capital francesa, las tres suites se hallan en el Marais, junto al taller del diseñador Azzedine Alaia, y están amuebladas con muebles de Jean Nouvel o de Marc Newson de la colección del propio diseñador.
Pixel en la Galería
Si el Pixel nació para contar diferentes historias de una ciudad que convive con el estigma de ser la localidad natal de Aldolf Hitler y que pugna por ofrecer la imagen de una Austria innovadora y vanguardista, este innovador hotel ya tiene sus propias historias. Quien busque una experiencia poco usual sobre las aguas del Danubio podrá alojarse en un barco de arrastre de 1955 amarrado a puerto. Pixel con jardín permite al viajero empaparse de la arquitectura popular de los barrios obreros de finales del XIX. Y Pixel en la galería textil evoca las antiguas instalaciones industriales de la ciudad. Los aficionados al arte podrán presumir de haber pernoctado en una de las galerías más modernas de la ciudad.