No te imagino. Por más que lo intento soy incapaz de saber a
dónde has ido a parar o qué demonios estarás haciendo. Me pregunto si habrás
acabado la universidad, si estarás trabajando en lo tuyo y si al final te has
tenido que ir fuera o si encontraste algo aquí, cerca de casa.
Me pregunto cómo serás, cómo te habrán tratado los años.
Engordaste, ¿verdad? No, mejor no me lo digas.
Cuéntame que todavía queda mucho de mí en ti. Me gusto. Me
gusto muchísimo y odiaría que me dijeras que he ido desapareciendo poco a poco,
que si me hablaran de ti sería imposible creer que soy yo y que todo lo que soy
ahora se perdió por el camino. Te prohíbo que eso ocurra. Me lo prohíbo aquí y
ahora.
Pero, en fin, ¡cuéntame!
¿Sigues buscando a esa persona o la has encontrado ya? ¿Es
tan increíble como creíamos que iba a ser? Seguro que sí. Apuesto a que te
despiertas cada mañana preguntándote qué hicimos para que se enamorara de nosotros.
Ya podías decirme cuánto falta más o menos para eso… así me despreocupo hasta
entonces. Anda que no me ahorraría quebraderos de cabeza, ya me entiendes.
No, no pares, dime cada cosa que has vivido y cuéntame de
aquello que has perdido. Háblame del mundo que me espera, de los que se han ido
y de los que están por llegar. Dime quién se fue cuando te hizo falta y quién
estuvo ahí en los malos momentos. Dime quién sí y quién no, incluso dime quién
nunca más.
Cuéntame que sabes más, que no te has parado, que no te has
limitado a mirar pasar la vida por la ventana y que te has bajado en cada
estación, que has volado alto y que ya sabes por fin a qué saben las nubes.
Dime que nuestro pasado forma parte de tu presente y que
cada día que te miras al espejo sigues viendo a aquel niño que un día fuimos.
No le olvides a él, ni a mí. No olvides quién eres, quién somos.
No dejes que el mundo te cambie, pero no te olvides de
cambiar el mundo. Nada es demasiado grande, nada está demasiado lejos. Hace
mucho que aprendimos que del esfuerzo nacen las alegrías y que los caminos se
acortan cuando se recorren con una sonrisa en el corazón.
Sigue haciendo lo que te haga feliz. Vive tus sueños, los
cuales espero sean nuevos y que los que yo tengo ahora mismo ya los hayas
vivido tiempo atrás. Cumple objetivos y luego márcate unos nuevos, como hemos
hecho siempre.
Ámate. Nadie te amará nunca de la forma en la que tú mismo
lo haces. Ya lo decía la abuela: “si no te quieres tú… quién te va a querer”.
Si no quieres hacerme caso a mí, al menos hazle caso a ella.
No cambies, al menos no demasiado. Bueno, da igual, cambia
si quieres, pero sigue siendo tú, ya me entiendes. No me pierdas por el camino.
A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que la vida no es tan larga como
nos parecía al principio, así que no te olvides de dónde vienes, porque allá
donde vayas yo siempre iré contigo.
Leído en: http://porescribir.com/2015/10/24/carta-a-mi-yo-del-futuro/