Estamos todos de acuerdo. Queremos vivir en un mundo en el que la dignidad de los seres humanos sea más importante que las fronteras que los separan, donde el respeto y la empatía tengan más poder que el dinero. ¿Cómo es posible entonces que acatemos leyes que impiden prestar ayuda a una patera en llamas, cobijo a un desamparado? ¿Vamos a cerrar los ojos y pasar página una vez más?