Pues qué quieren que les diga. Esto es un pedazo de rescate. Y, para colmo, lo hicieron por videoconferencia. Que tiene lo suyo. Y no es por insistir en la palabra “rescate” que tanto da como da lo mismo. Por mí pueden quedarse con la sarta de subterfugios verbales que le han enseñado a nuestro Gobierno en alguna escuela de elegantes timadores: “Apoyo financiero”, “préstamo en condiciones muy favorables”, “cifra de referencia acordada entre todos”, “declaración política de petición de apoyo y con respaldo absoluto”, etcétera, etcétera. Tres cuestiones principales para abrir boca. La primera es que a estas alturas tenemos más dudas que certezas; la segunda, el bochorno del sábado escondido del presidente del Gobierno, mil veces negando el rescate hasta que nos llegó el rescate ¿Qué tendrá que pasar para que Rajoy dé la cara en el momento procesal oportuno?, y la tercera, la vergüenza de sentirse llamado estúpido por tu propio gobierno. ¿Sale a darnos un discurso el presidente del Gobierno, un día después, que antes mandó a que le dieran leña al subordinado, y nos dice que él ha presionado mucho para esto, cual ridículo milhombres? ¿Que la operación es poco menos que una bendición del cielo? ¿Que hemos conseguido que tengamos que pagar 100.000 millones más los intereses, y que tal fruslería tenemos que agradecérsela a él, oh, amado de los dioses? Y al presidente del Gobierno y al ministro de Economía, ¿tenemos que aceptarles que pretendan hacernos creer que por ahí afuera hay unos señores muy simpáticos que nos van a dar montones y montones de dinero, a precios de amiguete de barra del bar, en lugar de estar ganando mucho más de otras formas que todos conocemos, y que, además, no nos exigen nada a cambio? ¿Por quién me toma usted, don Luis de Guindos? ¿Con quién se cree que está hablando, don Mariano Rajoy?
Y después de todo eso coge usted los periódicos que nos ocupan y se pregunta, cuasi derrotado, ¿cómo podemos tener esta prensa tan, tan, tan… tan eso? Y va Fernando Torres y falla lo que no está escrito. Hay siglos en los que no está uno para nada.
Extracto del artículo de José María Izquierdo para elpais.com
http://blogs.elpais.com/ojo-izquierdo/2012/06/que-alegria-nos-han-rescatado.html