Seguidores del Blog:

Previsión del tiempo

miércoles, 29 de junio de 2011

Piscinas ecológicas

Piscinas ecológicas

Piscinas ecológicas
Los juncos filtran las impurezas, las ranas se comen a los mosquitos y el agua no necesita regenerarse, sólo aquella que se evapora con el calor. Estos son los principios básicos de una piscina ecológica, que gana cada vez más adeptos en los países del sur de Europa. Alemania, Austria o Reino Unido llevan casi dos décadas comercializando estos lagos hechos a medida del clima de la zona donde se vaya a instalar y del bolsillo del usuario.

Portugal hace ya años que se dio cuenta del tirón del turismo rural, y cada vez más hoteles que jalonan su efímera costa vicentina apuestan por una piscina ecológica para acompañar sus instalaciones turísticas.

Desde 2009, la Universidad del Algarve forma parte de un consorcio de empresas e instituciones entre Francia, España y Grecia para fomentar una mejor gestión del agua en el litoral mediterráneo y proponer alternativas de construcción al cemento. La iniciativa está sirviendo para abrir mercado a empresas tecnológicas punteras en gestión de agua y de energías renovables.

El país luso aporta a esa red su experiencia en piscinas ecológicas, que evitan el cemento y los componentes químicos como el cloro para depurar el agua. Basta disponer de un espacio de unos 40 metros, partirlo en dos, y dedicar una mitad a levantar un ecosistema. En él, la naturaleza se encarga de realizar todo el proceso de filtración y de depuración del agua.

Es necesario tener el espacio natural separado de la zona de baño para no interferir el proceso en el que las plantas acuáticas aceleran el crecimiento de microorganismos que eliminan las bacterias y mantienen el agua limpia. A su vez, el sol calienta el agua, que se filtra hasta la zona de nado, al menos de dos metros de profundidad.

Esta pequeña industria ha generado múltiples modelos de piscinas naturales. Cada uno determina las plantas más idóneas en función del clima de la región donde se instale. Sólo los peces no son bienvenidos, porque sus excrementos mermarían el oxígeno en el agua, que interrumpiría el proceso del ecosistema.

Aunque al principio resulte más cara y demande más trabajo de mantenimiento, como si fuera un jardín, la piscina ecológica ahorra la inversión en cloro y en otros productos químicos para mantener el agua limpia. Al salir del agua, los ojos no pican y la piel es más tersa.
Publicado en: www.lainformación.com