Todos sabemos los efectos que sufre el hierro estando a la
intemperie. El simple paso del tiempo va debilitando y oxidando su superficie
hasta mermar cualquier estructura elaborada con este material. Pero ¿Y si te
dijéramos que existe una imponente columna en la India que es incorruptible?
¿Que tiene más de 1.600 años y que no dispone ni de una sola mota de óxido?
¿Lugar? Al sur de la India, en las ruinas de lo que fue la
primera ciudad islámica. Se llama el templo de Qutb, Patrimonio de la
Humanidad, y es allí, en su patio, donde se erige una imponente torre de 7
metros de altura, 1,5 de diámetro y con 6 toneladas. Fue el rey Chandra Varman
quien la mandó construir… o más que construir, levantar, puesto que aún hoy no
se sabe claramente cuál es su origen, y se cree, simplemente, que fue
trasladada desde otro sitio. De hecho, solo conocemos dos cosas, que dispone de
una leyenda redactada en sánscrito y que a pesar de disponer del 98% de pureza
de hierro, no se oxida.
Esta torre es para los expertos un ejemplo incomprensible de
la siderurgia, un nivel de conocimiento tan elevado que supone un auténtico
reto. Pero, ¿Cómo fue construida? en su inscripción en sánscrito podemos
obtener algunas pistas gracias a dos palabras: “soldeo de fragua”. Los
investigadores nos explican que este proceso es altamente sofisticado, que se necesitan unos 200 cilindros sólidos de hierro fundido y que
debe someterse a un proceso de tueste y fundido con carbón vegetal. Hoy en día
con nuestros avances tecnológicos podemos conseguir ese mismo 98% de pureza,
desde luego, pero en aquella época, es decir el siglo IV d. C, era algo
complicado.
Pero ¿cómo explicamos el que no haya sufrido oxidación
alguna? algo extraño sabiendo que los agentes corrosivos de la India se han ido
incrementando de modo espectacular, y que hoy en día, este país es uno de los
que más contaminación arroja a su atmósfera, sus monumentos y cómo no, la salud
de sus habitantes. Pero allí está su Iron Pillar, incorruptible.
¿Qué más esconde la torre de hierro de la India?
Las historias existentes entre la población al respecto de
su querida torre de hierro que no se oxida, se centran en la idea de que lo que
vemos hoy en día de la Iron Pillar, no es más que la punta del iceberg. Es
decir, que solo vemos una tercera parte de lo que en verdad es y que se esconde
más abajo… bajo tierra. Dicen los
rumores que tiene en realidad ni más ni menos que 18 metros de altura, y que su
base, en las profundidades, tiene un diámetro de 41 centímetros. Así pues, la
columna visible no sobresale del suelo más que 6’60 metros. Se podría decir
pues que está férreamente asentada al subsuelo. ¿Fascinante, verdad?
Esta idea se basa en rumores que han sido mantenidos desde
la antigüedad y que sus gentes asumen como ciertas. Y más aún, también la
ilustrativa inscripción en sánscrito nos
sugiere también esta idea, a saber:
Hay quien aporta una sencilla explicación al misterio de la
no oxidación de la torre: son tantos siglos en que los fieles han pasado las
manos sobre la torre, que es imposible que pueda deteriorarse debido a la
constante fricción. ¿Puede ser este el secreto de su particularidad? Lo
desconocemos. ¿Pero cómo llegaban a tocar la parte superior? Solo podemos
decirte que recientes investigaciones efectuadas con microscopios electrónicos,
nos dicen que la torre dispone de una especie de barniz antioxidante formado
por algo parecido a un ácido tánico con resinas sintéticas. Lo creas o no, este
tipo de barniz se comercializa en nuestra actualidad desde hace unos años, es
decir, es un logro moderno. ¿Cómo podían haberlo descubierto ya hace 1600 años?
Pero todo es posible, no tenemos por qué menospreciar los
logros de civilizaciones pasadas. ¿Construir una torre inoxidable en pleno
siglo IV? Toda una curiosidad que bien merece la pena conocer.