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sábado, 2 de marzo de 2013

No se van, les echan...

 
No se puede aguantar más el nivel de indecencia de los poderes públicos y privados de este país. No se puede. No se pueden aguantar más Bárcenas, ERES falsos, Pallerols, Gürtels, Urdangarines y demás cloacas hediondas. No se pueden aguantar más desalojos de una banca rescatada con dinero público ni más muertes por desahucio, esa palabra que Cospedal ha prohibido pronunciar al gobierno de su comunidad para ocultar una barbarie que su partido no hace nada por evitar.
 
Y no se puede aguantar que la privatizada Telefónica, levantada con dinero de todos, indemnice con 24,7 millones de euros a un ex consejero delegado y se gaste 50,2 millones en pagar a sus consejeros mientras echa a la calle a más de 6000 personas y despide a trabajadores por tener una enfermedad justificada, como el caso de Marcos Andrés. No se puede aguantar que fuera un gobierno socialista el que aprobase un estatuto de los trabajadores que permitiese el despido de Marcos. No se puede aguantar que Teléfonica contrate a Rodrigo Rato con un sueldo millonario y no readmita a Marcos aunque los tribunales le han dado la razón al trabajador. Y no se puede aguantar que Telefónica renueve al imputado Urdangarín su contrato de 1,5 millones mientras varios trabajadores como Marcos hacen una huelga de hambre de 23 días y otros inician ahora otra huelga. No se puede aguantar que los salarios medios de los españoles se reduzcan un 8,5% mientras la renta empresarial crece un 1,4%. No se puede aguantar que todos asumamos las pérdidas mientras unos pocos siguen ganando. No se puede aguantar que 805.000 españoles pierdan sus puestos de trabajo a tiempo completo en 2012 mientras los que han hundido este país se recolocan en puestazos. Ni se puede aguantar más que haya alrededor de 1 millón de jóvenes menores de 25 años parados en España, un 55,6%, la segunda tasa más alta de toda la Unión Europea.
 
No se puede aguantar, es inaguantable lo que está pasando en este país. Y como no se puede aguantar, algunos, muchos, cada vez más, se marchan. Mientras aquí algunos resistimos como podemos y otros se resignan (y se persignan), entre 2 y 4 de cada 1000 españoles deciden resistir en otro país. Aunque no hay datos muy exactos, según el Instituto Nacional de Estadística más de 54 mil personas se marcharon en los primeros nueve meses de 2012.
 
No se van, los echan. Los echan de las empresas en las que trabajaban. Los echa un gobierno que reduce la inversión en Investigación, en Educación y en becas. Los echa un sistema podrido que roba a los de abajo para dárselo a los de arriba, que premia a los que nos hunde y ahoga a los que están hundidos. Los echa el hedor insoportable de las alcantarillas del poder. Se van porque quedarse sería como hacer una huelga de hambre forzosa.
 
Para que no se vayan más, para que no nos echen, tenemos que echarles.
 
Por Javier Gallego