Juan Ramírez, amigo de Lorca guardaba muchos
documentos del poeta. Entre ellos el poema que le dedicó cuando ambos viajaban
hacia Córdoba. Según los testimonios reflejados en su diario, Lorca lo escribió
sobre la marcha, en el único papel que llevaban encima, un recibo de la
Academia Orad, situada en el número 3 de la madrileña Carrera de San Jerónimo,
donde estudiaba Ramírez de Lucas. Se trata del pago del mes de mayo de 1935,
por valor de 10 pesetas. El escritor Manuel Francisco Reina tiene clara la
enorme importancia del documento, dedicado a su “rubio de Albacete”, porque
desvelaría finalmente a quién iban dedicados sus Sonetos del amor oscuro.
“Lorca, que corregía hasta la extenuación como muchos de los poetas, empezó a
redactarlos en Valencia en 1935, un poco en paralelo a los avances de su nueva
relación sentimental con Juan Ramírez. Los escribió como un homenaje a San Juan
de la Cruz pero también como un símbolo del sufrimiento silencioso hasta
encontrar el verdadero amor. Seguramente había muchos restos de otras pasiones,
fruto de la experiencia dejada por cada uno de sus amores en esos versos, pero
siempre el último amor, como pasa también con los amigos, es el que más pesa”.
'Romance'
Aquel rubio de Albacete
vino, madre, y me miró.
¡No lo puedo mirar yo!
Aquel rubio de los trigos
hijo de la verde aurora,
alto, sólo y sin amigos
pisó mi calle a deshora.
La noche se tiñe y dora
de un delicado fulgor
¡No lo puedo mirar yo!
Aquel lindo de cintura
sentí galán sin...
sembró por mi noche obscura
su amarillo jazminero
tanto me quiere y le quiero
que mis ojos se llevó.
¡No lo puedo mirar yo!
Aquel joven de la Mancha
vino, madre, y me miró.
¡No lo puedo mirar yo!
Por Federico García Lorca
Extracto
del artículo “Querido Juan, es preciso que vuelvas a reir…” de elpais.com