«Pánico en Cantabria». La frase aparece junto a una foto de Matías Prats. Y debajo: «Sale el sol un minuto y los cántabros creen que es el fin del mundo». Una 'gracia' nuestra.
¿Existe un humor cántabro? ¿Nos reímos de nuestros asuntos? Y, sobre todo, ¿sabemos reírnos de nosotros mismos? «Aquí lo que hace gracia es ver cómo se cae el de al lado.
Ahora, como te caigas tú y veas que alguien se ríe, le miras mal». Lo dice un humorista de la tierra. Una consulta del Taller de Sociología en la Universidad concluye que nos definimos como «fríos, cerrados, individualistas, serios, secos y reservados». Y los alumnos de fuera no dicen algo muy distinto. Aquí, según los que más entienden de risa, no 'alcanza' para un 'Vaya semanita'.
Un 'Ocho apellidos cántabros' no tiene pinta de taquillazo. Porque, tras preguntar a unos y otros, la sensación es que no nos partimos de risa al mirarnos el ombligo.
Leído en El Diario Montañés