En la polémica en torno a las palabras del obispo de Alcalá, el verdadero disparate es que se emita una misa por un canal público.
Elvira Lindo |
Nosotros aún no hemos establecido una relación plenamente democrática con la Iglesia católica: ni el Estado (que aún no entiende el laicismo), ni los creyentes, ni tampoco los ateos. En la polémica en torno a las palabras del obispo de Alcalá en contra de la homosexualidad y del aborto no he visto que en ningún momento haya quien se plantee que el verdadero disparate de este asunto es que se emita una misa por un canal público que pagan católicos y fieles de otras religiones, ateos, agnósticos, gais, lesbianas, transexuales, heteros, mujeres a favor de la ley de plazos, mujeres a favor de los tres supuestos y siga usted añadiendo las incontables variables de la ciudadanía. A mí, lo que diga este obispo me importa bien poco, y en cierto modo no me parece mal que exprese con tal claridad lo que piensa, siempre que lo haga para su público. Cada club, religión o creencia tiene reservado el derecho de admisión. Imponer que instituciones tan arcaicas adoctrinen a sus fieles de una manera que consideramos justa acaba siendo una restricción poco democrática. Eso sí, que prediquen en su casa, no en la de todos.
Elvira Lindo/Elpais.es
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