Seguidores del Blog:

Previsión del tiempo

viernes, 2 de mayo de 2014

¿Por qué celebramos el 1 de Mayo?


 
El 1 de Mayo o Día Internacional de los Trabajadores es la fiesta del movimiento obrero mundial. Aunque en la actualidad transcurre como un día festivo en miles de ciudades del mundo, su pasado es bastante sangriento. Su celebración se debe a que un grupo de trabajadores norteamericanos eligió la fecha del 1 de Mayo de 1886 para reivindicar una jornada laboral de ocho horas diarias, cuando lo habitual en aquellos años es que las jornadas durasen entre diez y doce horas. Los hechos que dieron lugar a esta celebración se contextualizan en la revolución industrial de los Estados Unidos. En 1884, siendo habituales las jornadas laborales de 10-12 horas diarias, la American Federation of Labor pretendió hacer valer la siguiente idea: “Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa” este lema, se escogió la fecha del 1 de mayo de ese mismo año para el inicio de la reivindicación. La jornada de huelga fue seguida por miles de trabajadores y la mayoría de ellos lograron su objetivo de la amenaza de un paro indefinido. Sin embargo, 340.000 obreros no consiguieron esta promesa y la huelga se prolongó en los días siguiente para lograr su objetivo. Las jornadas de protestas de los días posteriores al 1 de mayo se desarrollaron de grandes turbulencias, sobre todo en la ciudad de Chicago, donde varios obreros y policías perdieron la vida en las protestas callejeras, algunos de ellos al explotar una bomba lanzada por los sindicalistas. Cinco sindicalistas fueron ahorcados y tres condenados a cadena perpetua. El redactor Arbeiter Zeitung Fischer escribió una proclama, que posteriormente le llevaría a la horca, y que fue considerada un símbolo de la lucha contra el poder. La octavilla decía lo siguiente: Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos de el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden… ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!. Finalmente, algunos sectores patronales aceptaron conceder la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros, poniendo fin de ello a las jornadas de protestas. En 1889 la Internacional Socialista reivindicó la jornada de ocho horas para todos los obreros del mundo mediante una gran manifestación en todos los países en honor a los Mártires de Chicago. En la actualidad, una gran mayoría de países celebran el Primero de Mayo como el origen del movimiento obrero moderno. Curiosamente, en Estados Unidos no se celebra el Día del Trabajador. En su lugar celebran el Labor Day el primer lunes de cada septiembre.

El 1 de Mayo no es una celebración


El 1 de mayo, es el Día Internacional del Trabajo y, para muchos, un día de celebración. Y se equivocan. El 1 de mayo no es una celebración, sino una reivindicación, una cita a la que llevamos años faltando. El día homenajea a los Mártires de Chicago de 1886, que tras un huelga con la que luchaban por sus derechos sufrieron la masacre de la plaza de Haymarket (4 de mayo). Como consecuencia de ella, terminarían ahorcando a cuatro dirigentes anarquistas y socialistas; entre ellos, Fischer, que tras la matanza de Haymarket imprimió 25.000 octavillas en las que se podía leer frases como “¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria“.
 
Casi 130 años después, los trabajadores sí nos hemos convertido en un rebaño de carneros. Y los chacales, siguen siendo chacales. Ayer tuve la oportunidad de charlar con Irene de la Cuerda, secretaria de Acción Social de la CGT, y ella tiene muy clara la raíz del problema: “Se ha perdido la conciencia de clase obrera. Hay gente que gana 2.000 euros y dice que es clase media”, me explicaba para apuntar después que “se equivocan, son clase obrera, porque mañana pierden el trabajo y sufren exclusión“. Qué razón tiene Irene.
 
Los terribles datos de la EPA publicados ayer volvieron a darnos una más que necesaria bofetada de realidad. Y digo necesaria porque una parte de esa clase obrera maquillada de clase media comenzaba ya a creerse los cantos de sirena del Gobierno que, apoyándose en las grandes cifras macroeconómicas, tratan de hipnotizar al pueblo con un péndulo de brotes verdes. Nada más lejos de la realidad: la miseria avanza día a día en las familias y el mayor lastre para nuestro bienestar es cada vez más pesado.
 
El paro ha subido, incluso, con los apaños estadísticos del INE que convertían la tasa de desempleo del 26,03% con que se cerró 2013 al 25,73% y, a pesar de ello, en el primer trimestre del año ya ha escalado al 25,93%. Y detrás de estos porcentajes, casi 200.000 empleos destruidos en los últimos tres meses y más precariedad, pues desde la entrada en vigor de la reforma laboral se han perdido más de 1,2 millones de contratos indefinidos.
 
Por este motivo, el 1 de mayo no hay nada que celebrar, sino de reivindicar, de luchar, de levantarse contra esos ricos que, como contaba Fischer en sus octavillas “se llenan vasos de vino costosos y beben a la salud de los bandidos del orden”. Y entre esos ricos se encuentran, incluso, los dos sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, ahora salpicados de pleno por la corrupción. Dos sindicatos que prácticamente se han convertido en dos empresas subvencionadas por el Estado con cuyo Gobierno negocian y se reparten la tajada de la formación para el empleo, que jamás debió de ser privatizada.
 
Este 1 de mayo no sólo han de salir a la calle esos 6 millones de parados, sino todo aquel que tenga y quiera recuperar esa conciencia de clase obrera tan necesaria, esos afiliados a sindicatos que se sienten traicionados por sus dirigentes, esos otros sindicatos (CGT, CNT, USO…) que sufren sistemáticamente un silencio informativo porque son los que realmente hacen ese sindicalismo incómodo para los poderosos (que, por ejemplo, renuncian a subvenciones para mantener su independencia).
 
Este 1 de mayo toca honrar a gente como Sacco y Vanzetti, los anarquistas a los que se electrocutó también el siglo pasado por ser, precisamente, luchadores incómodos. Deseaban ambos en una de sus últimas cartas que “nuestra muerte no ocurra en vano y que vosotros, trabajadores que hacéis posible la vida de la sociedad moderna, haréis que nuestro sacrificio sea más elocuente y útil al progreso social que lo sería nuestra vida”. Ellos no querían morir inútilmente, así que evítenlo ustedes mismos, comenzando por  dejar de morir en vida bajo la presión de la élite que nos gobierna autoritariamente.
 
Hagan suyas las palabras de Sacco y Vanzetti: “Si hemos de morir, haced al menos que nuestro sacrificio contribuya a abrir el camino a un mundo en el que no existan más las clases dominantes, sofocando las aspiraciones de la libertad”.