El golpe de Estado de Franco cumple hoy 80 años. Un
cumpleaños infeliz, al menos para mí. No me gusta que golpeen a las
democracias. "¿Y no te habría gustado un golpe de Estado contra Hitler,
que alcanzó el poder por vías democráticas?". Una golondrina no hace
verano. Insisto: no me gustan los golpes. En más de una ocasión he oído cómo
algunos justificaban el golpe del 36 diciendo que entonces la democracia
española era un desastre. Claro, aquella democracia pretendía un reforma
agraria, la democratización del ejército, la descentralización del poder, que
la iglesia cediese sus privilegios o que las mujeres empezasen a conquistar
derechos básicos. Todas esas medidas debían ser un desastre…, sobre todo para
los que habían tenido el poder hasta entonces.
Pero supongamos que los salvapatrias del 18 de julio
tuvieran razón. ¿Para resolver ese desastre se necesitaban 36 años de dictadura
y represión? O eran muy lentos o eran dictadores vocacionales. Yo creo que lo
último. ¿O es que alguien duda de que en este país hubo una dictadura que duró
36 años? Lo pregunto porque tambien he oído cómo algunos decían que no fue para
tanto, que fue más bien una dictablanda. A los españoles no les dejaron elegir
a sus gobernantes durante cuatro décadas pero, para algunos, eso es solo un
pequeño detalle.
Por suerte, 80 años después del Alzamiento Nacional, los
españoles ya no nos matamos cuando discrepamos. Y eso que no paramos de
discrepar. De aquella guerra nos ha quedado la herencia de las dos Españas que,
a la mínima que rascas, afloran. Ahora el debate muchas veces sigue siendo
incivilizado, pero sin que la sangre llegue al río. Tenemos para desfogarnos
tertulias mediáticas, twitter... Perdonen la frivolidad, pero igual con twitter
en el 36 la cosa hubiese quedado en una guerra de 'trending topics', insultos
concentrados en 140 caracteres y unos miserables deseando la muerte de los
otros, y viceversa. Lo de ahora, pero sin tiros. Mejor un 'troll' que un cañón.
Además, en estos tiempos, para qué provocar una guerra si
puedes mandar igualmente gracias a la democracia, que tiene más prestigio.
Nostálgicos del franquismo, franquistas reconvertidos o los reticentes a
condenar ese régimen han ocupado cargos de poder desde la muerte de Franco.
Mientras la dictadura es el poder de los fuertes, de los que tienen armas para
imponerse, la democracia puede ser el poder de los listos, de los que tienen
armas para seducir. Y aquí, como no nos dejan tener memoria histórica, nos
puede seducir cualquiera.
Por eso, no me extraña que un franquista haya seducido a más
de uno con sus Manos Limpias al denunciar ante la justicia a demócratas que le
habían tomado el pelo a nuestro sistema. Al final, hemos descubierto que
también el denunciante estaba dejando calva a la democracia. Es solo un ejemplo
de que o somos más exigentes con los demócratas listillos, o se nos quedará
cara de tontos.
Jordi Évole
Publicado en Elperiodico.com el domingo 17 de julio de 2016