Están inquietos, parece que incluso irritados. Por
eso han puesto en marcha toda la maquinaria. La que se ve, lee y escucha pero,
probablemente también, la que se mueve en la zona oscura, la que busca en las
cloacas. Habrán dado órdenes de revolver donde sea para dar con cualquier
debilidad. Con poca cosa se construye una buena calumnia. ¡Es tan vulnerable la
reputación, tan sencillo acabar con ella!
Sí, señores y señoras: ha empezado la caza de Pablo
Iglesias, el coletas, el telepredicador, ególatra, amigo de ayatolás, populista
y chavista. No un rogelio dócil -como llaman los pijos de Madrid a los
socialistas- sino un demonio de izquierdas.
Seamos comprensivos con el instinto cinegético que
se ha despertado en la clase política convencional: acaban de robarle la
cartera delante de sus narices. Un millón doscientos mil españoles que ellos
creían abstencionistas (esa bendición para el statu quo), se levantaron del
sofá con ganas de dar un grito en la urna. Y el establishment no se lo explica
aún. Nadie ha contado con mayor sinceridad que Marta Ferrusola la extrañeza que
el poder siente cuando es desafiado. Le ocurrió cuando Maragall, Carod y Saura
se unieron para desalojar a CiU del Govern, un «robo» dijo ella entonces, «como
cuando alguien entra en tu casa». Así están muchos esta semana. Pablo Iglesias
y el grupo de profesores universitarios del núcleo duro de Podemos, bregados en
los movimientos sociales, hijos de su tiempo, usuarios naturales de las redes
sociales, se han convertido en una amenaza para los arriolas de los partidos
convencionales. Resultó especialmente patético, por eso, escuchar al asesor
mejor pagado de España calificar de frikis a los triunfadores de las
elecciones.
-Esa maldita televisión
También es humana la irritación de Arriola: en cuatro
meses y con un presupuesto de campaña inferior a lo que él cobra en medio año
por aconsejar comparecencias en plasma, van a sentar cinco eurodiputados en
Bruselas. La casta -término en alza- está que muerde y sus arietes mediáticos
trasmiten que todo es por la maldita televisión que crea monstruos. Y lo dicen
unos ejemplares que viven en la tele, en una tertulia sin fin. Tanta
coherencia, agota.
Es pronto para saber si Podemos es el caballo de
Troya en el corazón del sistema o un visitante que pronto se desarmará. Hoy y
ahora, sin embargo, es un tábano que muerde en todas las cuadras y que actuará
como un revulsivo. Y esto, como dice el hashtag de Podemos, #EsSoloElPrincipio. ¿Alguien duda que el
próximo intento sea un Syriza español? Habría que jubilar a algunos dinosaurios
de IU, sumar con ecologistas y movimientos sociales como la PAH... y buscar un
buen cabeza de lista. Pongamos una Ada Colau.
Mientras, los socialistas deshojan margaritas a
punto de convertirse en Los otros. En Catalunya, ya lo son.
Al Contrataque, Julia Otero para EL PERIÓDICO.