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miércoles, 18 de diciembre de 2013

El grito de Munch

 
En el macizo conocido actualmente como Cerro Ángulo, ubicado a la margen izquierda del río Utcubamba, en Amazonas, hace 130 años se empezó a escribir, o mejor dicho a pintar, una fascinante historia que tuvo como protagonistas a una momia y a un artista plástico por entonces desconocido. El día en el que ambos se conocieron nació “El grito”, una de las obras más importantes del arte moderno.
Los primeros episodios se remontan al año 1877, cuando el horticultor francés Pierre Vidal-Senèze descubrió un sitio arqueológico a unos 8 kilómetros de la capital de Amazonas y a unos 280 metros de altura, tomando como referencia el cauce del río.
Luego de cruzar un puente sobre el río Utcubamba, el horticultor llegó a un lugar donde descubrió una serie de sarcófagos antropomorfos de la etnia de los chillaos, una de las tribus de la cultura Chachapoyas. Los contextos eran peculiares porque tenían cabezas-trofeo estilizadas.
Encandilado por su rareza, decidió destruir cuatro sarcófagos para analizar su contenido. En ellas encontró igual número de momias en perfecto estado de conservación.
Con el tesoro en sus manos, Pierre Vidal-Senèze regresó a su país con un fardo que vendió al Ministerio de Educación Pública de Francia. Luego, en 1878, la momia se exhibió en el Museo Etnográfico de Trocadero, en París.
En el año 1967, el historiador de arte Wayne V. Andersen lanzó la hipótesis de que varias de las figuras plasmadas en las obras del famoso pintor Paul Gauguin –quien durante su infancia vivió en el Cercado de Lima– se inspiraron en una momia peruana.
En una búsqueda bibliográfica, el investigador alemán Stefan Ziemendorff encontró que en 1973 se logró confirmar la teoría de Andersen: en el Museo del Louvre se encontró un cuaderno de Gauguin con bosquejos de la momia. Así se corroboró que se trata del mismo fardo que Vidal-Senèze se llevó en 1877.
Una década después, el historiador de arte Robert Rosenblum estableció que la famosa pintura “El grito”, del noruego Edvard Munch, también se inspiró en la momia chachapoya.
Entre las fuentes que se consignan para esta conexión está el diario del propio Munch. En este detalla un paseo con dos amigos en el que tuvo una visión que lo dejó temblando y que le hizo sentir que un grito infinito atravesaba la naturaleza.
El artista trató de plasmar esa sensación en dos lienzos, pero no alcanzaba a sentir lo mismo que aquella tarde con sus amigos. Por eso eligió tomar como modelo una momia peruana que había visto en la exposición universal de París y pintó su primera versión de “El grito”, de la que hizo hasta cuatro versiones diferentes.
Una de las versiones fue adquirida en el 2012 por US$120’000.000, por el neoyorkino Leon Black. El ejemplar más famoso se exhibe en la Galería Nacional de Oslo, en Noruega.
¿QUIÉN ERA LA MOMIA?
En un documento dejado por el propio Vidal-Senèze, se describe que las momias que extrajo del cerro Piedra Grande tenían cabezas antropomorfas. Además, encima de estas, había trofeos con las mismas características.
De acuerdo a estudios recientes del arqueólogo alemán Klaus Koschmieder, las pequeñas cabezas encima de la testa representan cabezas-trofeo y, en conclusión, son tumbas de guerreros que tenían trepanaciones en el cráneo.
Ziemendorff confirmó que el Cerro Ángulo es el mismo sitio Piedra Grande del Utcubamba y el lugar de donde salió la momia, gracias a unas fotos que dejó Louis Langlois, quien visitó el sitio en 1933.
En la ladera de la montaña, se pudo identificar el sitio preciso de donde salió la momia, gracias a la descripción del recorrido de Vidal-Senèze y gracias a una pintura rupestre de un hacha de guerra, que señala la tumba del guerrero.

Leído en: http://elcomercio.pe/actualidad/1669747/noticia-momia-peruana-inspiro-grito-munch_1