Cuando los negros eran tratados como mierda en EEUU dos velocistas americanos levantaron el puño en el podio de los Juegos Olímpicos de
México 1968 reivindicando los derechos humanos de los negros en su país.
Fueron expulsados inmediatamente, su carrera deportiva
terminó, recibieron amenazas de muerte y terminaron uno de lavacoches en Texas
y el otro de estibador en el puerto de Nueva York. Fue gracias a gente valiente
como ellos que la segregación racial en EEUU retrocedió un poco.
Pero la historia del blanco de la foto es menos conocida y
es digna de una película. Es australiano, se llamaba Peter Norman y fue medalla
de plata en esa carrera. Yo pensaba que estaba ajeno a la movida que se montó
detrás de él pero no es así.
Los dos americanos le explicaron lo que iban a hacer y que le
parecía. Norman contestó: “Creo que todo hombre tiene derecho a beber la misma
agua. Creo en lo que creen ustedes”. Y a continuación señaló el distintivo de
la lucha de los negros (la pegatina redonda blanca que se ve en la foto) y
preguntó si tenían uno para él. De esa forma mostró su solidaridad con la lucha
de los negros.
Las consecuencias para el australiano fueron terribles. Fue condenado al ostracismo. No sólo se le hizo difícil
seguir corriendo; tampoco conseguía quién le diera trabajo. Repetidas veces lo
invitaron a pedir perdón por el episodio de México, pero él se negó, y siguió
entrenando por las suyas y logrando tiempos superiores a sus rivales. En los
cuatro años siguientes batió trece veces la marca de calificación en los 200 metros para ir a las
Olimpíadas de Munich en 1972, pero no lo convocaron al equipo nacional y, por
primera vez en la historia de los Juegos, Australia no tuvo sprinter en las
finales de 100 y 200 metros .
Norman intentó dedicarse al fútbol australiano profesional pero una lesión en
el tendón de Aquiles lo puso al borde de perder la pierna por gangrena. Se hizo
adicto a los calmantes que le recetaban, luego alcohólico, luego se recuperó y
empezó a militar en el sindicalismo y trabajar en una carnicería. Usaba su
medalla olímpica para trabar la puerta de su departamento.
Cuando se anunció que Australia organizaría los Juegos en el
2000, se ilusionó con que lo incluyeran en los festejos. Los organizadores de
Sydney invitaron a todos los medallistas olímpicos australianos a desfilar el
día de la inauguración, pero a Norman no sólo lo excluyeron del desfile: ni
siquiera le mandaron entradas para ir al estadio. Era el mejor velocista de la
historia australiana pero no existía. Incluso en la estatua que se había
erigido en el campus de San José, California, conmemorando aquel podio de
México 68, el segundo lugar estaba vacío.
Cuando murió en el 2006, los dos ex velocistas americanos
viajaron hasta Melbourne y llevaron su féretro. La banda que acompañaba el
cortejo tocaba “Carros de fuego”.