Con
la llegada del mes de abril y el buen tiempo, también llega el momento de
empezar con la conocida «operación bikini» y buscar la dieta perfecta para
ponernos en forma y poder lucir «tipo» de cara al verano. Y dieta siempre ha
sido sinónimo de pasar hambre y sufrimiento. Lo primero de lo que podíamos
olvidarnos era de las bebidas alcohólicas y los productos derivados del cerdo.
Hasta ahora.
El
doctor Rubén Bravo, naturópata experto en Nutrición del Instituto Médico Europeo
de la Obesidad, ha elaborado una dieta basada en el jamón ibérico y el vino
tinto «buena para el paladar y buena para el corazón», que permite perder entre
4 y 6 kilos en 4 semanas, dependiendo de la composición corporal, sexo y la
actividad física de la persona pero lo más importante es «que van a comer
variado y que todos los días van a tomar vino y jamón».
La
idea surgió porque, con el día a día de ver pacientes «te das cuenta de que
muchos de ellos y, sobre todo, en nuestra sociedad que se sale a comer o a
tomar algo para celebrar cualquier cosa», la gente necesita una dieta con la
que no tenga «la sensación de estar a dieta» y procedió a desarrollar una dieta
que «no fuera estricta, que se pudiera hacer tanto fuera como dentro de casa,
que estuviera llena de platos deliciosos y que, a la vez, permitiera bajar de
peso, fuera equilibrada y buena para la salud».
Las
bondades del vino tinto y el jamón ibérico
Tomados
con moderación y dentro de una tabla de alimentos compatibles, el jamón ibérico
y el vino tinto son dos productos que, más allá de su sabor, tienen otras
muchas cualidades beneficiosas para el corazón por su efecto cardiovascular
«previenen enfermedades y favorecen que los factores de medición de algunas
enfermedades mejores», destaca Rubén Bravo.
El
vino tinto «puede reducir considerablemente el riesgo de enfermedad coronaria,
arterioesclerosis, Alzheimer o demencia senil», además de su «capacidad de
retrasar el envejecimiento celular del organismo», por lo que durante miles de
años se le ha atribuido los efectos de elixir de larga vida. El consumo
moderado de vino junto con alimentos produce una «ligera disminución de la
presión arterial y del sistema nervioso central» lo que acaba produciendo
cierta sensación de somnolencia y relajación, «muy indicada en aquellas
personas con insomnio o exceso de estrés».
Además
el vino favorece que comamos más despacio porque «normalmente se degusta más
que, por ejemplo, una cerveza que se bebe más rápido y no se saborea tanto».
El
tinto es mejor que el vino blanco porque «sus propiedades saludables son
superiores» y que le son conferidas al utilizar la piel en el proceso de
elaboración del tinto, donde se encuentran los taninos y los antioxidantes.
Según
algunos estudios, 9 de cada 10 españoles acostumbran a comer jamón ibérico en
el hogar. Los momentos de consumo más habituales para este producto son el
aperitivo y la cena, ya que suele asociarse a un entorno distendido. Unas
cuantas lonchas al día de este producto son la «fuente perfecta de hierro y
vitaminas del grupo B», tan necesarias para el «correcto funcionamiento del
sistema nervioso, el cerebro y para mantener la masa muscular».
Según
los estudios del profesor José E. Campillo de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Extremadura, comer diariamente 120 gramos de jamón diariamente
«disminuye significativamente el colesterol y los triglicéridos» gracias a su
bajo contenido en grasas saturadas, un alto contenido en ácidos grasos
monoinsaturados y una tasa de colesterol inferior a la de carnes magras como la
del pollo o el pavo o la de algunos pescados como la merluza o el bacalao.
El
jamón de bellota es la mejor opción entre los ibéricos, ya que es un alimento
bajo en grasas insaludables, con un complejo vitamínico muy elevado y con un
50% más de proteínas de alta biodisponibilidad que el resto de carnes frescas.
Una
dieta que se adapta al estilo de vida actual
Según
la Federación Española del Vino y un estudio monográfico sobre carne y
embutidos del Ministerio de Medio Ambiente, un español consume una media de 3,2
kilogramos y de jamón y 21 litros de vino al año por lo que prohibir la ingesta
de estos alimentos, tan presentes en los actos sociales, acaba llevando al
«rechazo de la dieta», a dejarla antes de tiempo o, incluso, a un posterior -y
nada deseado- «efecto rebote».
En
cambio, asegura el doctor Bravo, «si se sigue un régimen que gusta y no aburre
donde la comida es variada y destaca por su sabor, textura, aspecto, olor» y,
sobre todo, que nos permite «disfrutar de nuestra vida social, es mucho más
probable que ésta se lleve a cabo con éxito». Según el doctor, la intención era
adaptar la dieta al «estilo de vida actual en la ciudad», donde se sale mucho a
comer fuera, se llega con pocas ganar de cocinar por la noche a casa o se come
demasiado rápido «por eso son pequeños platitos por la noche pero muy variados
y con muchas opciones».
Cada
alimento está elegido y puesto en diferentes momentos del día para «corregir
determinados comportamientos que hemos detectado en los habitantes de las
ciudades que les generan problemas de peso, de sueño, estrés, humor...».
¿En
qué consiste?
Pero
lo más importante ¿en qué consiste esta dieta «delicatessen»? «Lo rico no tiene
porqué engordar», desvela el doctor Bravo a ABC.es.
Lo
que intentan demostrar con esta dieta es que todos los días incluye vino
tinto y jamón ibérico, junto a una gran variedad de alimentos nacionales
preparados en su mayoría de manera tradicional. Además, se hace diferenciación
entre los menús de los días de la semana y los fines de semana porque «los
pacientes nos piden platos más sabrosos y más ricos para poder disfrutar el fin
de semana».
El
doctor Bravo recomienda seguir ese refrán español que tan bien se adapta a las
últimas tendencias de la bionutrición: «desayunar como un rey, comer como un
príncipe y cenar como un méndigo». Esto se explica porque el «metabolismo
empieza a activarse a partir de las 5 o 6 de la mañana» y a partir de las 5-6
de la tarde el cuerpo empieza a «desactivarse» por eso concentran los alimentos
que «aportan más energía -hidratos de carbono y ciertas grasas- en el primer
periodo del día» y alimentos que aportan menos energía pero que tienen un
«mayor poder estructural en cuanto el sistema inmunitario» por la noche lo que
da vitalidad por el día y el descanso por la noche.
El
desayuno incluye pan y jamón (hasta dos lonchas), fruta (excepto el plátano, el
mango y el melón porque son las que tiene más calorias). El café se debe tomar
sólo o con leche desnatada. Aunque los deportistas pueden añadir una tortilla
francesa de un huevo y las claras de otros dos.
En
la comida destacan las verduras cocinadas de forma variada acompañadas de un
plato principal consistente en pescado o carne de ave o de ternera o incluso
carne magra de cerdo al horno o a la plancha. Una vez a la semana, se puede
disfrutar de un guiso como el cocido o la fabada pero desgrasada.
En
la cena no puede faltar un tazón de caldo de pollo, de verduras o de puchero y
dos lonchas de jamón ibérico además de un poco de carne o pescado, entre 80 y
150 gramos y de postre una onza de chocolate negro puro. ¿Qué mejor forma de
terminar la primera semana de la dieta con un platito de pulpo a la gallega,
acompañado de jamón y un tazón de caldo de verduras?
No
conviene olvidarse de tomar un tentempié a media mañana y media tarde. A media
mañana basta con una pieza de fruta y un par de nueces mientras que, por la
tarde, se puede incluir un café descafeinado (solo o con leche desnatada) o una
infusión, un yogur desnatado y un par de nueces. Sin embargo, los deportistas
deben realizar una merienda más consistente en la que incluyan un yogur
desnatado, un biscote integral con tomate triturado y dos lonchas de jamón,
además de un par de nueces.
El
pan queda limitado al desayuno y se puede beber agua sin límite. El patrón de
consumo de vino tinto en esta dieta -hipocalórica, rica en frutas, verduras y
proteínas saludables- es de una copa de 150 ml. en el caso de las mujeres y 2
copas en el caso de los hombres repartidas en dos comidas. Si bien advierte que
«al tratarse de una bebida alcohólica», su consumo queda «expresamente
prohibido» si hay que conducir o manejar maquinaria pesada» así como para las
mujeres embarazadas o en periodo de lactancia y menores de 18 años.
Finalmente
el doctor Bravo señala que, a la hora de elegir una dieta u otra hay que
fijarse en «más factores que la perdida de peso» y «que no excluyan ningún grupo
de alimentos», como la dieta Dukan con la que se pierde peso muy rápido al
principio -luego no tanto- pero es «poco social porque no puedes tomar muchas
cosas, produce dolores de cabeza, estreñimiento y tiene un enorme efecto
rebote...». A largo plazo se puede llegar a perder «lo mismo o más y de forma
más estable» con una «dieta equilibrada, social y saludable que con una dieta
desequilibrada que, a largo plazo, va a empeorar nuestra analítica».
Ana Verónica García en ABC