“Feliz Navidad”, así de sencillo, pero en inglés, ‘Happy Christmas’. Ese fue el mensaje del ingeniero Neil Papworth a su compañero Richard Jarvis. Ambos, trabajadores de Vodafone en Reino Unido estaban probando una forma de comunicación de texto sobre redes GSM. Así nacía el SMS (Smart Messaging System, Sistema de Mensajería inteligente). Doce meses después llegaban al mercado europeo. Eran los tiempos en que el Viejo Continente iba por delante en telefonía. Telia Sonera de Suecia fue la primera, en 1993, en ofrecer este envío a sus clientes aunque solo servía para notificar que había un mensaje en el buzón de voz. Ese mismo año, en Finlandia se comenzó a ofrecer como servicio de mensajería interpersonal. Ahí comenzaba la fiebre. Pero no tanto la expansión.
No fue hasta entrado el siglo XXI cuando se popularizó su uso. Entre otros motivos, por el alto coste de las llamadas, pero también porque los teléfonos anteriores, en muchos casos no soportaban esta tecnología. Ni para envío ni para recepción. El Nokia 2110, terminal modesto para entonces, pero práctico, fue el primero en traer esta característica de serie.
Tampoco era sencillo que los teléfonos de diferentes compañías se comunicasen entre sí. De hecho, era relativamente común que el coste del mensaje fuese distinto si se escribía a alguien con la misma operadora. En 2002 fue el estallido con más de 250.000 millones de mensajes en todo el mundo.
Según un estudio de la consultora Sybase 365 este servicio lo usa el 74% de los clientes de móviles. En todo el mundo se envían 193.000 mensajes por segundo. Así hasta sumar 5,9 billones de mensajes en 2011, en estimaciones de Informa Telecom. Como es natural, los momentos de más tráfico son Nochevieja y Año Nuevo. Seguidos de cerca por el 14 de febrero, el Día de los Enamorados.
Los mensajes SMS no pueden exceder los 160 caracteres, aunque comercialmente el límite son 150. Hillebrand pensó que era la longitud adecuada para poder decir algo, se consideraba que era el equivalente a lo que se envía en una postal o similar a los mensajes de télex de entonces, pero sin saturar el entonces ancho de banda de las redes de telecomunicaciones.
El hecho de que los mensajes de Twitter ocupen un máximo de 140 caracteres no es fortuito, sino que está directamente relacionado con el SMS. Cuando Jack Dorsey programó la primera versión de la red de comunicación lo hizo con una idea en la mente: una forma de comunicación entre grupos de contactos, sencilla, directa y, sobre todo, móvil. De ahí que 140 caracteres fueran para el mensaje, y los 10 adicionales, hasta los 150 que permiten las operadoras, para referirse al usuario con el que se quisiera contactar. En su concepción no faltó el aire grandilocuente de los grandes retos en Estados Unidos. El 7 de febrero el fundador lanzaba su mensaje al mundo: “Uno puede cambiar el mundo con 140 caracteres”.
Cada vez es más común que, a cambio de la contratación de una tarifa de datos, se incluya tarifa plana de SMS. Es la forma que tienen de intentar frenar a sus nuevos competidores: el popular WhatsApp, que según TechCrunch podría ser la última adquisición de Facebook, Viber y Tango, que incluyen llamadas de voz, Line, con intención de convertirse en red social o incluso los iMessage de Apple y ChatOn de Samsung. Joyn, lanzado en España la semana pasada, es el equivalente a estos servicios pero creado por las operadoras. ¿Es mejor? De momento ha conseguido que se unan Movistar, Orange y Vodafone para su promoción con una promesa: fiabilidad e intercambio simultáneo de imágenes y vídeos.
La consultora Informa Telecoms considera que aunque esta tecnología goza de buena salud, los abusos de las operadoras con el precio han hecho que caiga en países como España, Holanda, China, Corea del Sur y Filipinas. Todo lo contrario sucede en Asia, África y América Latina, donde a falta de un amplio mercado de smartphones, el SMS sirve como forma de comunicación interpersonal, pero también para gestionar reservas, traspasar dinero, pedir taxis o concertar una cita en un servicio.
Las previsiones de este informe auguran todavía cierta salud para los viejos mensajes de texto. De aquí a final de año se habrán enviado más de 6,7 billones de mensajes. Para 2016 se estima que la cifra llegará a los 9,4 y generará unos ingresos de 127.000 millones de dólares. Los 20 años no le han sentado nada mal a un servicio tan sencillo.
Leído en: http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2012/12/03/actualidad/1354528506_151618.html