«Este caso no debe ser utilizado para legislar en contra de la vida humana, especialmente en contra del no nacido». Este texto figura literalmente en una nota de la Conferencia Episcopal de El Salvador hecha pública el pasado 27 de abril, nada más saltar a la luz pública el caso de Beatriz. La chica de 22 años que esperaba en un hospital salvadoreño autorización para un aborto terapéutico porque está enferma de lupus, su vida corre peligro y el feto tiene una malformación que lo hará morir nada más nacer. El clamor del Sí a la vida de Beatriz ha recorrido el mundo civilizado para poner fin a esta locura de desprecio hacia la vida de las mujeres, que por lo visto somos una subcategoría de la vida humana para la jerarquía de la Iglesia católica salvadoreña.
La dramática historia de Beatriz ha venido a poner nombre, rostro, dolor y sinrazón al empeño del Gobierno de Mariano Rajoy de modificar la ley del aborto vigente en España. No hay texto todavía, pero el globo sonda que puso en circulación el propio ministro de Justicia amenazaba con llenar nuestras vidas de Beatrices. Amagaba con suprimir la malformación fetal como causa de aborto y el mismo Ruiz-Gallardón advirtió de que la salud de las mujeres ya no sería un pretexto. Con el beneplácito y la movilización activa de Conferencia Episcopal Española. Y todavía se preguntan en el Vaticano por qué tienen esa crisis de fe y vocaciones en el mundo latino, su histórico granero de fieles. Aunque esta falta de respeto por la vida de las mujeres, esta ausencia absoluta de compasión ante el sufrimiento humano debe ser solo cosa de las jerarquías. Porque la asociación Católicas por el Derecho a Decidir se movilizó desde el primer momento en defensa de Beatriz.
Todo este debate coincide en España, además, con la investigación del caso de los bebés robados a sus madres durante décadas, que tuvo como imputada principal a sor María, la monja de la Congregación de Hijas de la Caridad recientemente fallecida. Si todo lo que se investiga se demuestra cierto, ella y sus cómplices actuaban con el mismo desprecio por las mujeres que el que hemos visto en El Salvador. Ellos, sor María y todos sus cómplices habrían puesto el grito en el cielo si alguna de aquellas chicas hubiera querido abortar¿ pero después les arrebataban a sus hijos recién nacidos para darlos en adopción ilegal.
Más de 30 años después, un plan para facilitar la adopción -voluntaria y legal, por supuesto- es todo lo que hemos escuchado de la ministra que lleva temas de igualdad en este Gobierno. Ana Mato hablaba por fin esta semana de la reforma de la ley del aborto, que puede hacer retroceder a las españolas varias décadas. Y toda su aportación al debate sobre las mujeres que quieran interrumpir su embarazo es ayudarlas a llegar a término y facilitar después que puedan dar los niños en adopción. Como entonces. Legal y voluntaria, pero como entonces.
Pepa Bueno para elperiodico.com
http://www.elperiodico.com/es/noticias/al-contrataque/vida-beatriz-2405770
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