Te comprendo muy bien, Cristiano Ronaldo. ¿O puedo
llamarte Cris? Es que te veo a todas horas en todas partes y te considero casi
de la familia. Sí, como a uno de esos sobrinos caprichosos y consentidos que
tienen la Wii, la Xbox, la Play, y se quejan de que sus papás no les quieren lo
suficiente porque no les compran la Nintendo o no les cambian el móvil,
jopetas, que mis compis tienen el último chanchung y yo me he quedado obsoleto
con el que me regalaron los abuelos en Navidades. Sí, Cris, te comprendo muy
bien, y como yo te comprenden todos los parados o los preparados para ser
parados que viven o malviven en este país donde mucha gente se rasca el
bolsillo para ver cómo marcas goles y no los celebras porque te sientes poco o
mal querido.
La gente normal y (sin tu cuenta) corriente que se siente igual no
tiene la posibilidad de salir por la tele quejándose de quienes les pagan lo
que tú te gastas en gasolina para el Lamborghini. Es más: te quejas y la mayor
preocupación de tus jefes no es llamarte al orden porque los trapos sucios en
una empresa seria se lavan en casa, ni mandarte a chupar banquillo hasta que se
te pase la pataleta, sino preguntarse qué hemos hecho mal, qué podemos hacer
para contentar al niño mimado que reclama más cariño, a quién podemos echar que
te haga sombra (pareces Messi, oye). Así que te comprendo, Cris, porque yo
también estoy triste. Triste de que en este país en fuera de juego sólo se
hable hoy de tu mocosa tristeza.
Por Tino Pertierra
Leído en: http://www.lne.es/vida-y-estilo/gente/2012/09/04/triste/1293185.html
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