La pequeña muerte o la petite mort (en francés) hace referencia al período refractario que ocurre después del orgasmo sexual. Este término ha sido interpretado generalmente para describir a la pérdida del estado de conciencia o desvanecimiento post-orgásmico que sufren las personas en algunas experiencias sexuales. De manera más amplia se puede referir al gasto espiritual que ocurre luego del orgasmo o a un corto período de melancolía o trascendencia, como resultado del gasto de la fuerza de la vida.
Eduardo Galeano, escritor uruguayo, considerado como uno de los más destacados escritores de la literatura latinoamericana, define así “la pequeña muerte”:
“No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele.
Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman, pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace”.
Me han enviado el otro día un vídeo. Es un vídeo muy agradable de ver, con música hipnótica y voz muy sensual. Es un cúmulo de belleza visual, de imágenes, sonidos, dibujos en movimiento, que no necesita exponer un cuerpo físico de mujer, para hacernos sentir. Con palabras arrulladoras consigue lo que pretende, nos enseña cómo el sexo no solo es acción física, sudor y acaloramiento, también es algo espiritual y sentimental. Es la descripción perfecta de un estado de ánimo placentero que conduce hasta la pequeña muerte: el resultado perfecto después de un preámbulo perfecto.
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