Los más viejos que hoy me escuchen, o los aficionados
a la historia, quizás recuerden las batallas que libraron antes y después de la
muerte de Franco los socialistas y los comunistas del exterior -el PCE y el
PSOE histórico, con dirigentes ancianos que llevaban toda la vida en el exilio–
y los socialistas y los comunistas del interior, que estaban aquí, viviendo el
día a día la evolución de los españoles y que sintonizaban perfectamente con el
lenguaje y las ansias de la sociedad española de 1978. No de la de 1939.
Aquella batalla la ganaron unos jóvenes sevillanos
en Suresnes primero, y en las urnas después. Y el triunfo no se lo dieron sólo
los programas ni la propuesta política. El triunfo se lo dieron sobre todo el
lenguaje, la conexión directa con la vida, los problemas y las motivaciones de
la gente, la naturalidad al hablar, vestir o moverse como hablaban vestían y se
movían los españoles de la Transición.
La política española, salvo honrosas excepciones,
ha sufrido en las últimas dos décadas una especie de exilio interior. Los
dirigentes no han vivido ni casi conocido los barrios donde vive su electorado
natural. Sus entornos se han ido reduciendo a los aparatos del partido, los
compañeros de escaño o los interlocutores institucionales o económicos. Y se
han acabado creyendo que España era eso. Cifras, argumentarios, inauguraciones,
palabras, palabras, palabras…
A la política tradicional, sobre todo el PP y al
PSOE, pero también a los minoritarios, la obligó a volver del exilio el primer
golpetazo electoral de Podemos en las elecciones europeas, el siguiente
golpetazo de las mareas ciudadanas en las municipales, más tarde el éxito de
Ciudadanos en la catalanas y ahora asiste con los ojos muy abiertos y mucho
desconcierto a debates y entrevistas tratando de entender dónde está el fallo.
Si ellos son más solventes y experimentados, ¿por qué las encuestas siguen
dándole expectativas a los recién llegados que acusan evidentes nervios,
bisoñez y falta de rigor?
Y se preguntan asombrados: ¿Pero dónde estaban
todos estos mientras nosotros gobernábamos o hacíamos oposición? ¿Dónde estaban
estos y los que les votan? Pues estaban aquí, en España, en sus mismos pueblos
y en sus mismas ciudades, ganando 900 euros al mes, luego 700 y ahora 600,
creando pymes que naufragaban por falta de apoyo real, supliendo con la familia
la desaparición de los servicios sociales, estudiando carreras despreciadas en
su país y yéndose al extranjero o simplemente esperando que alguien se dignara
a escucharles de verdad. La pregunta que hay que hacerse es dónde estaban
ellos, los solventes y experimentados. Que Rajoy reaparezca tras su huida de
los debates dando estopa a los demás colma el cinismo de esta campaña.
Queda mucha campaña todavía, casi dos semanas. Pero
además de contarnos sus propuestas, lo más urgente para algunos candidatos es
que desplieguen correctamente sus antenas y sintonicen bien.
La opinión de Pepa Bueno en La SER
Leído en: http://cadenaser.com/programa/2015/12/09/hoy_por_hoy/1449641837_368812.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario