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domingo, 20 de diciembre de 2015

Una verdadera historia de amor

"Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana, mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno, sufrió un infarto y cayó. Mi padre la levantó como pudo y, casi a rastras, la subió a la camioneta. A toda velocidad, sin respetar semáforos, la condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló; su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche, sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia, recordamos hermosas anécdotas y él pidió a mi hermano, teólogo, que le dijera donde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, y de conjeturas de cómo y dónde estaría ella.

Mi padre escuchaba con atención. De pronto pidió que lo lleváramos al cementerio.

"¡Papá!", respondimos, "¡son las 11 de la noche, no podemos ir al cementerio ahora!".

Alzó la voz, y con una mirada vidriosa dijo:

"No discutan conmigo, por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".

Se produjo un momento de respetuoso silencio, no discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador. Con una linterna llegamos a la tumba. Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos, que veíamos la escena conmovidos:

"Fueron 55 años... ¿saben? Nadie puede hablar del amor verdadero, si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer".

Hizo una pausa, y se limpió la cara. "Ella y yo, estuvimos juntos en aquella crisis. Cambié de empleo...", continuó. "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de los seres queridos, oramos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores... Hijos, ahora se ha ido, y estoy contento, ¿saben por qué?

Porque se fue antes que yo. Ella no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto, que no me hubiera gustado que sufriera...".

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado en lágrimas. Lo abrazamos, y él nos consoló: "Todo está bien, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".


Esa noche entendí lo que es el verdadero amor; dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, ni con el sexo, más bien se vincula al trabajo, al complemento, al cuidado y, sobre todo, al verdadero amor que se profesan dos personas realmente comprometidas".

sábado, 19 de diciembre de 2015

Terremoto

Cuando mi amigo Andrés Trapiello visitó el convento de Santa Catalina, una de las joyas de la bella ciudad andina de Arequipa, quedó impresionado por la austeridad con que vivían las monjas de clausura. En una de las celdas vio esta leyenda en la pared: “Danos terremoto”. Se emocionó al pensar que esas santas mujeres, no contentas con otros cilicios, pedían seísmos al Creador para aumentar su penitencia. Alguien le advirtió que en la primera palabra se había borrado la tilde y que realmente decía “daños”, no “danos”. Era un aviso de que el muro estaba dañado por los frecuentes temblores de la zona…

Mañana votamos y muchos queremos terremoto. Uno que barra las opciones populistas (para conocer esa dolencia política, leer Populismo de José Luis Villacañas, editorial La Huerta Grande, conciso y contundente) y que acabe con la corrupción, que consiste en que algunos gobernantes o aspirantes a serlo actúen para beneficio de sí mismos o de su reino de taifas, a costa del bienestar y el futuro de España entera. Necesitamos políticos que persigan la corrupción de todos, no de los otros, que cuando digan “nosotros” no estén meando en sus farolas provinciales para marcar el territorio sagrado. Gestores que razonen la necesidad de sacrificios colectivos, pero que no se los pidan siempre a los ya humillados y ofendidos sino a los gallitos pintureros que creen haber nacido en tendido de sombra. Asumiendo sin sobresalto, como dijo Leszek Kolakowski, que se puede ser socialista (contra las desigualdades), liberal (a favor de la iniciativa empresarial) y conservador (en defensa de tradiciones culturales). Y tanta mutación sin perjudicar nuestra incipiente recuperación económica ni estropear la convivencia libre para agradar a inquisidores o asilvestrados. ¡Señor, mañana danos terremoto! Pero con pocos daños, por favor.

FERNANDO SAVATER

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sábado, 12 de diciembre de 2015

Padres y hijos

Un hijo llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano, y por lo tanto, un poco débil también. Mientras comía, un poco de los alimentos caía de cuando en cuando sobre su camisa y su pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con sus rostros distorsionados por el disgusto, pero su hijo permanecía en total calma.

Una vez que ambos terminaron de comer, el hijo, sin mostrarse ni remotamente avergonzado, ayudó con absoluta tranquilidad a su padre y lo llevó al sanitario. Limpió las sobras de comida de su arrugado rostro, e intentó lavar las manchas de comida de su ropa; amorosamente peinó su cabello gris y finalmente le acomodó los anteojos.

Al salir del sanitario, un profundo silencio reinaba en el restaurante. Nadie podía entender cómo es que alguien podía hacer el ridículo de tal manera. El hijo se dispuso a pagar la cuenta, pero antes de partir, un hombre, también de avanzada edad, se levantó de entre los comensales, y le preguntó al hijo del anciano: “¿No te parece que has dejado algo aquí? “

El joven respondió: “No, no he dejado nada”. Entonces el extraño le dijo:”Sí has dejado algo! ¡Haz dejado aquí una lección para cada hijo, y una esperanza para cada padre!” El restaurante entero estaba tan silencioso, que se podía escuchar cae un alfiler.


Uno de los mayores honores que existen, es poder cuidar de aquellos adultos mayores que alguna vez nos cuidaron también. Nuestros padres, y todos esos ancianos que sacrificaron sus vidas, con todo su tiempo, dinero y esfuerzo por nosotros, merecen nuestro máximo respeto. Si también sientes respeto hacia los adultos mayores, comparte esta historia con todos tus amigos.

La montaña pariendo un ratón

El presidente del gobierno ha aprovechado su entrevista en los Desayunos de TVE para hacer un anuncio sobre el IRPF. Si vuelve a gobernar, ha dicho Rajoy, eliminará el Pago del impuesto de la renta de las Personas físicas, a aquellos que encuentren su primer empleo. Hará lo mismo con aquellos que opten por seguir trabajando más allá de la edad de jubilación legal. Bien, analicemos.

Que levanten el dedo los jóvenes que han encontrado un primer empleo por más de mil euros mensuales. Según la EPa, El 27% de los jóvenes cobran menos de 650 euros y el 26% menos de 950. O sea, ya tenemos una gran mayoría de primeros empleos que, sin tocar la ley actual, no tributarían nada porque ya están exentos en el IRPF.

Para decirlo claro: la propuesta de Rajoy es la versión electoral del dicho de la montaña pariendo un ratón.

En cuanto a los jubilados que prolonguen su vida laboral…¿van a permitir las empresas que eso ocurra cuando seguramente son los trabajadores mejor pagados de la empresa y estarán deseando que dejen su puesto a otro más joven y más barato?


¿A cuántas personas, en definitiva, puede favorecer el anuncio hecho a bombo y platillo? ¿cuántos jubilados podrán seguir trabajando? ¿cuántos jóvenes encontrarán un primer empleo de más de 1000 euros?. Pues eso.

La Columna de Julia Otero en Onda Cero
http://www.ondacero.es/programas/julia-en-la-onda/audios-podcast/columna-julia/la-columna-de-julia_201512105669a70e6584a81e31c9642b.html

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Felipe González, ministro de Asuntos de Venezuela

La campaña del PSOE se ha vuelto internacional. No pasa un día sin que un dirigente del PSOE cite a Venezuela o Grecia, paradigmas del espanto con el que quieren convencer a sus votantes de 2011 de que no escuchen los cantos de sirena de Podemos. Y para hablar de esos temas, nadie más indicado que Felipe González, que durante muchos años tuvo la apacible vida del jubilado que rellena la pensión con pequeños negocios y favores a amigos hasta que decidió que la patria (venezolana) reclamaba su ayuda contra el peligro rojo.

En su época en activo, González tuvo la oportunidad de fumarse sus cohibas con Fidel, porque la cercanía con los hermanos Castro era una forma de decir que la política exterior de España también iba a notar la diferencia con un Gobierno socialista. Ya sabemos que por entonces los cubanos no votaban tanto como los venezolanos –bueno, ahora tampoco–, pero eso no importaba. Con Reagan en la Casa Blanca, quedaba muy socialista viajar a la isla. Puros, abrazos, reuniones nocturnas con Fidel, algún encuentro con García Márquez que pasaba por allí y a volverse a Madrid a preparar el referéndum de la OTAN con Javier Solana.

Pero la gente se hace mayor y lo que toleraba con sonrisas en su juventud resulta intolerable en la vejez. No se olvidan a los viejos amigos, y si estos terminan muriendo, la herida duele más. Y a González le duele lo que pasó con su amigo, Carlos Andrés Pérez.

Las cosas cambiaron en Venezuela cuando el triunfo de Chávez acabó con el bipartidismo tradicional, y a quien primero se llevó por delante fue a la socialdemocracia de Carlos Andrés Pérez, emir de la que llamaban la Venezuela Saudita gracias al dinero del petróleo que compartía con algunos partidos socialdemócratas (ejem) del exterior. Su segunda presidencia estuvo marcada por los escándalos de corrupción, la política de austeridad, la represión violenta del Caracazo con centenares de muertos tiroteados por policías y militares, y su destitución por el Congreso por un delito de malversación de fondos públicos. No es aventurado pensar que el chavismo fue posible gracias a la catástrofe que supuso el segundo mandato de Pérez.

González no olvida y su partido no quiere que olvide. En época de Zapatero, su participación en campañas era como un contrato temporal, una especie de guiño al pasado para que los votantes veteranos vieran un poco al patriarca. No parecían dos personas que tuvieran mucho en común. Pero con Pedro Sánchez y esta campaña, es diferente. Ahora que los dirigentes de Podemos buscan cazar votos en los cotos socialistas, hay que meter miedo a los abuelos del PSOE, es decir, los votantes de los años 80, y nada mejor que recordar las antiguas conexiones de Iglesias, Monedero y Errejón con los gobiernos latinoamericanos de izquierda.

Son los que arruinaron al "país más rico de América Latina", dice el expresidente. Y harán lo mismo con vuestras pensiones, le falta decir. En las campañas que ganó, el principal enemigo de González era la derecha, pero de vez en cuando se lanzaba a advertir a la gente de que debía tener cuidado con los comunistas. Usted ya me entiende, los de las banderas rojas que nunca van a misa. No se fíe sólo porque ahora lleven corbata. Esa gente nunca le cayó bien a Willy Brandt.

Todas las campañas son una discusión sobre la herencia recibida, la anterior y la actual, y con el PSOE tenemos la oportunidad de sumar otras muchas herencias, la venezolana, la griega y, por un comentario que hizo Sánchez a Iglesias en un debate, hasta la de la Unión Soviética. En todas ellas, los malos son los de Podemos, y Felipe González, el abuelo que se sulfura, levanta el bastón y gruñe: ¿para esto ganamos una guerra?

Iñigo Sáenz de Ugarte para Diario.es

Leído en: http://www.eldiario.es/campa%C3%B1a/Felipe-Gonzalez-ministro-Asuntos-Venezuela_6_460613962.html

El exilio interior

Los más viejos que hoy me escuchen, o los aficionados a la historia, quizás recuerden las batallas que libraron antes y después de la muerte de Franco los socialistas y los comunistas del exterior -el PCE y el PSOE histórico, con dirigentes ancianos que llevaban toda la vida en el exilio– y los socialistas y los comunistas del interior, que estaban aquí, viviendo el día a día la evolución de los españoles y que sintonizaban perfectamente con el lenguaje y las ansias de la sociedad española de 1978. No de la de 1939.

Aquella batalla la ganaron unos jóvenes sevillanos en Suresnes primero, y en las urnas después. Y el triunfo no se lo dieron sólo los programas ni la propuesta política. El triunfo se lo dieron sobre todo el lenguaje, la conexión directa con la vida, los problemas y las motivaciones de la gente, la naturalidad al hablar, vestir o moverse como hablaban vestían y se movían los españoles de la Transición.

La política española, salvo honrosas excepciones, ha sufrido en las últimas dos décadas una especie de exilio interior. Los dirigentes no han vivido ni casi conocido los barrios donde vive su electorado natural. Sus entornos se han ido reduciendo a los aparatos del partido, los compañeros de escaño o los interlocutores institucionales o económicos. Y se han acabado creyendo que España era eso. Cifras, argumentarios, inauguraciones, palabras, palabras, palabras…

A la política tradicional, sobre todo el PP y al PSOE, pero también a los minoritarios, la obligó a volver del exilio el primer golpetazo electoral de Podemos en las elecciones europeas, el siguiente golpetazo de las mareas ciudadanas en las municipales, más tarde el éxito de Ciudadanos en la catalanas y ahora asiste con los ojos muy abiertos y mucho desconcierto a debates y entrevistas tratando de entender dónde está el fallo. Si ellos son más solventes y experimentados, ¿por qué las encuestas siguen dándole expectativas a los recién llegados que acusan evidentes nervios, bisoñez y falta de rigor?

Y se preguntan asombrados: ¿Pero dónde estaban todos estos mientras nosotros gobernábamos o hacíamos oposición? ¿Dónde estaban estos y los que les votan? Pues estaban aquí, en España, en sus mismos pueblos y en sus mismas ciudades, ganando 900 euros al mes, luego 700 y ahora 600, creando pymes que naufragaban por falta de apoyo real, supliendo con la familia la desaparición de los servicios sociales, estudiando carreras despreciadas en su país y yéndose al extranjero o simplemente esperando que alguien se dignara a escucharles de verdad. La pregunta que hay que hacerse es dónde estaban ellos, los solventes y experimentados. Que Rajoy reaparezca tras su huida de los debates dando estopa a los demás colma el cinismo de esta campaña.

Queda mucha campaña todavía, casi dos semanas. Pero además de contarnos sus propuestas, lo más urgente para algunos candidatos es que desplieguen correctamente sus antenas y sintonicen bien.

La opinión de Pepa Bueno en La SER

Leído en: http://cadenaser.com/programa/2015/12/09/hoy_por_hoy/1449641837_368812.html

lunes, 7 de diciembre de 2015

El efecto vitro

El uso de las placas vitrocerámicas en las cocinas españolas se popularizó hace 25 años. Supusieron una revolución: Energéticamente eficientes y fáciles de limpiar. Ya en plena campaña, recordamos que el candidato Rajoy no supo encender una en casa del cantante melódico Bertín Osborne. La vitro, como paradigma del alejamiento de nuestros líderes de la realidad, de la calle, de lo cotidiano. La escena no refleja solo la impericia del presidente con la tecnología más popular sino que indica el tiempo transcurrido desde que se hizo su última tortilla a la francesa, que debe coincidir con el momento en el que se subió a su primer coche oficial.

Cuando un político llega al punto de ignorar cómo funciona una vitro debería dejar inmediatamente sus funciones y reintegrarse en la vida civil. Tanto alejamiento es peligroso: no se puede presidir un país e ignorar cómo funciona en su día a día, cómo es por dentro.

El efecto Vitro: cuando sus asesores le habían apuntado en la chuleta el precio del billete del autobús, lo sorprenden obligándole a encender una placa de cocinar.


A los cantantes melódicos los carga el diablo.

Antonio Hernández-Rodicio en la Cadena SER
http://cadenaser.com/programa/2015/12/07/hoy_por_hoy/1449473943_824745.html?ssm=hoyxhoy1-fb