La conmoción por el ataque de ayer, en París, contra el semanario satírico Charlie Hebdó, recorre el mundo occidental por lo que supone de ataque, no solo a la libertad de expresión si no también a las sociedades abiertas que asumen la sátira, el humor, la crítica como elemento fundamental de la buena salud democrática. Por eso desde ayer manifestaciones multitudinarias recorren este mundo occidental, en un claro mensaje a los fanáticos: el mensaje de la amenaza terrorista no nos hará cambiar, no nos hará más temerosos.
Esta es la imagen, este debería ser el objetivo, combatir la amenaza terrorista defendiendo todos los derechos que esta civilización ha ido construyendo piedra a piedra. Pero la imagen, el mensaje también anda algo distorsionado. Hoy mayoritariamente se defiende el derecho a la sátira, a reírnos de todo, de todos los símbolos. La sátira otra vez como símbolo de las democracias consolidadas, la capacidad de reírnos de nosotros mismos. Pero en estas imágenes de defensa de la libertad de expresión y de la sátira hay una dosis de hipocresía que hoy, una vez rendido el homenaje a los muertos y recordar a los fanáticos que el futuro no es de ellos sino de la civilización, hay que destacar.
Desde nuestra supuesta superioridad moral occidental intentamos dar lecciones cuando en Francia Charlie Hebdó había recibido presiones para modificar su línea en muchas ocasiones o en este país, por ejemplo, se censuró una portada sobre la Monarquía en pleno proceso de abdicación, hace solo seis meses. No era ningún símbolo religioso, era el símbolo de una institución. O desde la misma superioridad defienden la libertad de expresión, los mismos que han aprobado una ley mordaza que limita derechos fundamentales o los mismos que azuzan manifestaciones en favor de recortar, por ejemplo, la libertad de las mujeres.
Lo de ayer en París debería hacernos pensar mucho, de como las semillas crecen, de como pequeños gestos, alimentados convenientemente, se convierten en fanatismos. Se habla mucho desde ayer de tolerancia. Es algo más sencillo o quizás más complicado en los tiempos que corren, se trata de igualdad de progreso, de democracia, de civilización, en definitiva. Estas son nuestras armas frente a los Kalashnikov. Si las debilitamos las nuestras les damos más fuerza a las suyas.
Angels Barceló en Hora 25 de LaSer
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