Es complicado determinar el tipo de amante que somos:
¿activos y exploradores o perezosos y comodones? Para muchos hombres el orgasmo
femenino se ha convertido casi en un mito, pero no es tan difícil encontrarlo.
Aunque en muchas ocasiones depende más del día, las ganas o
el cansancio acumulado que de la mucha o poca idea que tengan sobre cómo
moverse en el terreno, es sencillo convertirse en un amante de diez si se
tienen en cuenta algunas zonas que no hay que pasarse por alto para conseguir
–cuando menos intentar– que ella alcance el orgasmo.
Cada mujer puede responder de forma diferente a los
estímulos sobre sus zonas erógenas –muchas más de las que, en general, se
tratan de excitar– pero lo importante es conocer dónde encontrarlas hasta
averiguar si se está tocando la tecla perfecta.
Si además tiene en cuenta que las horas del día más
propensas para practicar sexo también varían entre sexos –aunque hace poco un
estudio habló de la hora de comer como el momento ideal para ambos– y que en el
caso de las mujeres la concentración y el poder de la mente juegan un papel
bastante importante, tendrás más posibilidades de conseguir que ella alcance el
orgasmo y tener relaciones sexuales mucho más placenteras.
En general, las mujeres valoran el esfuerzo y la voluntad de
explorar y agradar –sin que parezca que van a perder su turno en una partida
del juego Operación, algo de seguridad también se agradece–, pero no está de
más que conozcas las cuatro consejos que pueden conducirte a llevarla
clímax.
1. Llamando al clítoris: cómo encontrar el famoso botón del
on
Como explica Valentine Njoroge en All Africa, “si no sabes
dónde está el botón, no desesperes”. Incluso hay muchas mujeres que desconocen
exactamente cómo estimular y acariciar la zona erógena más famosa. Quién sabe
si explorando en equipo os encontráis con el denominado “botón” que inicia la
partida.
Poniendo el dedo entre los labios vaginales y deslizándolo
hacia abajo, hacia la zona de la entrada de la vagina, se siente un pequeño
bultito que, de estar estimulando correctamente, percibirás cómo se pone duro.
Acarícialo suavemente alrededor con la yema del dedo encontrando el ritmo y la
fricción que le guste a ella. Es importante escucharos y hablar para que ella
te indique si no se te ha ido de las manos –nunca mejor dicho– y estás
acariciando donde le gusta.
2. El periné o perineo: zona erógena común que debes
(debéis) explorar
Más conocido por dar nombre a la zona erógena masculina más
rehuida por muchos hombres, también resulta excitante y placentera para ellas.
Se encuentra entre el ano y los geniales y es una zona en la que confluyen
numerosas terminaciones nerviosas, por lo que acariciarlo y tocarlo puede
despertar sensaciones excitantes y sorprendentes.
La zona del ano puede conducir al orgasmo si se comienza
excitando el periné y se va poco a poco hacia el esfínter, donde se acumulan
las terminaciones nerviosas que producen una mayor excitación.
Eso sí, igual que en el caso de ellos, ten en cuenta que no
a todas las mujeres les gustan los juegos por estas zonas. Es importante escucharos y hablar para que ella te indique
si estás acariciando donde le gusta.
3. El punto U: por qué excitar la zona de la uretra
Este punto erógeno femenino se encuentra en la uretra, entre
los labios mayores del clítoris y el inicio de la vagina. Se trata de una zona
que está rodeada por tejido eréctil por lo que acariciarlo por encima o por
debajo suavemente puede conducir a la mujer al orgasmo.
No es demasiado común excitar esta zona pero, de hacerlo
bien, sin que la sensación de micción distraiga la atención de ella y se
consiga excitarlo a la par que se trabajan otras zonas erógenas, puede
conseguirse un placer mucho más completo. Como explica Njoroge “en Uganda se
les enseña a los hombres cómo acariciarlo suavemente con la punta de sus penes”
para estimularlas.
4. Conoce y encuentra el punto A: el epicentro del placer
Aunque no se le tiene demasiado en cuenta, es otro punto
erógeno femenino que se encuentra entre el Punto G y el cuello de del útero,
cerca del fórnix anterior. “Al igual que un terremoto, una mujer tiene un
epicentro”, comenta Njoroge. Se le considera el equivalente a la próstata
masculina y se halla entre el final del conducto vaginal y el cuello uterino.
Si se estimula sin cuidado, puede conducir a contracciones
vaginales violentas por lo que se recomienda hacerlo con suavidad acariciando
con el dedo la pared vaginal anterior –la parte delantera– arqueándolo en forma
de gancho.
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