La
opinión popular en cuanto al divorcio es que, si los padres se sienten mejor,
los hijos también se sentirán así. Sin embargo, hay sobreabundantes estudios
que muestran algunos aspectos contrarios.
Por
mal que pese a muchos, no hay manera de “dorar la píldora”, el efecto del
divorcio en los hijos es negativo. En este caso, no podemos decir “guerra
avisada, no mata soldado”, sino más bien algo como “guerra avisada, mejor
preparado”. Claro, el divorcio no es una garantía de que tu hijo o hija sufrirá
todas las consecuencias que describiremos en este artículo, pero sí es
importante que sepas que tus niños serán más vulnerables a ellas.
Sin
importar la edad, el divorcio afecta mucho a los hijos. El Dr. Carl Pickhardt
lo resumió muy bien en su artículo The Impact of Divorce on Young Children and
Adolescents cuando dijo: “Básicamente, el divorcio suele intensificar la
dependencia del niño y acelerar la independencia del adolecente; a menudo
provoca una repuesta regresiva en los niños y una respuesta agresiva en los
adolescentes.”
Efectos
en Niños Pequeños
Desde
el punto de vista de un niño pequeño, ha sucedido algo insólito… ¡Sus padres ya
no se aman el uno al otro! Por eso, los niños pequeños temen perder el amor de
sus padres también. Por lo general, les cuesta comprender que, si bien el amor
se acabó entre sus padres, el amor que ellos sienten por él, en cambio, es
incondicional.
Esto lleva a que actúen de diferentes maneras
para solicitar más atención y mimos. Suelen dar marcha atrás en cuanto a
habilidades y destrezas que ya habían adquirido para hacerse más
autosuficientes, tal como vestirse, dormir en su propia cama, comer por sí solo
y usar el baño. Sienten que cuando sus padres le dan más atención, le están
confirmando su amor.
Es
sumamente importante que los padres en hogares divididos den énfasis y un apoyo
especial al progreso del niño hacia su autonomía. Para ello, el niño debe
sentir seguridad, sostén y, sobre todo, incondicionalidad, idealmente de ambas
partes.
Efectos
a Largo Plazo
La
psicóloga Judith Wallerstein hizo un seguimiento a un grupo de niños de padres
divorciados. Los observó por veinticinco años. Ella esperaba ver el impacto del
divorcio disminuir al ir pasando los años. Sin embargo, los resultados de su
estudio sorprendieron a todos. Aun 25 años después del divorcio, los niños
(claro, ahora ya adultos), continuaban experimentando sentimientos de temor a
ser abandonados. Ella también observó que los niños del estudio enfrentaban más
retos como adultos en el área afectiva, especialmente cuando llegaba el momento
de formar sus propias relaciones románticas.
Los niños no solo son afectados
emocionalmente. La profesora Jane Mauldon de La Universidad de Berkeley
descubrió que los niños de hogares divididos son más susceptibles a enfermarse.
El riesgo de problemas de salud es más alto de lo normal durante los primeros 4
años después de que la familia se desintegra, pero, sorprendentemente, esto
puede incrementar en los años que siguen. No solo se enferman más
frecuentemente, sino que también toman más tiempo para recuperarse.
Efectos
en Adolescentes
Los
adolescentes de hogares con padres divorciados son más propensos a abusar del
alcohol y las drogas y hacerse sexualmente activo, que jóvenes con familias
unidas y estables. Según un estudio realizado en La Universidad de Toronto,
muchachos cuyos padres se divorciaban antes de que ellos cumplieran 18 años,
tenían 48% más probabilidad de comenzar a fumar cigarrillos que jóvenes de
familias cuyos padres mantenían una relación armónica. En el caso de las
mujeres, esto era 39% más probable.
Qué hacer cuando el divorcio ya ha ocurrido o
es inminente
Como
señalábamos en un principio, los efectos del divorcio sobre los hijos no son
favorables. Es importante ser consciente de esta realidad y aceptarla, más allá
de lo doloroso que pueda ser para uno y de los distintos sentimientos que esto
nos pueda generar (entre ellos, la culpa, como uno de los más frecuentes).
No obstante, hay cosas que, como adultos
responsables, podemos y debemos hacer para ayudar a nuestros hijos a comprender
los cambios en la dinámica familiar. En primer lugar, la buena comunicación con
tu hijo (ya sea niño o adolescente) puede contrarrestar el resentimiento que
lleva a conductas destructivas. Es necesario ser honesto en cuanto a lo que
está sucediendo a fin de evitar que tu hijo se sienta traicionado.
Sin
embargo, no se debe confundir la buena comunicación con obligar a tu hijo a
cumplir con el papel de confidente y consejero. Esto causa un tremendo daño, ya
que tu hijo no está preparado - ni emocional ni moralmente - para asumir ese
papel. Los niños que asumen el rol de confidente de sus padres son más
propensos a sufrir de trastornos de la alimentación como la anorexia. Más a
menudo, las madres tienden a caer en esta “trampa” con sus hijas adolescentes,
especialmente cuando estas demuestran madurez y empatía.
Para
concluir, es fundamental que, como padre o madre, estemos dispuestos a brindar
todo el apoyo y contención que nuestros niños necesitan en una situación de
estas características. Claro, incluso en ocasiones, sobreponiéndonos a nuestro
propio dolor y sufrimiento…
Leído
en: http://lamenteesmaravillosa.com/el-divorcio-y-su-efecto-sobre-los-hijos
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