No se trata de un secreto vaticano, aunque hay mucho oculto tras una palabra tan simple. Por pura lógica fonética sabemos que el término “Papa” hace referencia a la paternidad. 130 lenguajes comparten una raíz común sobre la palabra “papá”.
Se da por supuesto que la Iglesia se considera a sí misma una “nueva familia” de tipo espiritual y que en su cabeza se encuentra una persona con la obligación de cuidar a los hijos (Cristo dijo a San Pedro: “apacienta a mis ovejas” Jn, 21-16).
De ahí que los sucesores de este “padre” (y lo mismo se puede decir del resto de discípulos que fundaron iglesias locales) recibieron con el paso de los años el mismo tratamiento que daban los niños del mundo antiguo a sus padres naturales, en los dos idiomas dominantes en el momento: latín (papa, pronunciado con la vocal “a” larga, o sea “paapa”) y griego (páppas).
A partir del siglo III, así se llamó a obispos de la parte oriental del Imperio Romano (de influencia griega, sobre todo) y desde el siglo XI, tras el cisma ortodoxo, se adoptó como uso exclusivo del obispo de Roma, destacando la preeminencia de éste sobre el resto del episcopado. Todavía hay palabras españolas que recuerdan el uso de la palabra "pappas" en Oriente. El sacerdote ortodoxo es conocido como “pope”, término que, según el diccionario de la RAE, procede del ruso “pop”.
Hay otras teorías que sostienen que la palabra PAPA representa realmente unas siglas, y que se ha aprovechado su afinidad semántica con el concepto de paternidad. Según estas opiniones, P.A.P.A. significa “Petri Apostoli Potestatem Accipiens”. Si leemos estas palabras del final hacia el principio, como suele ser habitual en latín, obtenemos un significado muy lógico: “el que recibe la potestad del apóstol Pedro”. Otros apuntan al siguiente significado: “Petrus Apostolus Princeps Apostolorum”. Esta vez se traduce en el mismo orden que el español: “Pedro Apóstol Príncipe de los Apóstoles”.
¿Y qué tiene que ver "el papa" con "la papa"? Absolutamente nada... o casi. Desde el punto de vista etimológico, el nombre del tubérculo “papa” procede del quechua, lengua precolombina que fue predominante en los territorios del antiguo imperio inca. Cuando los españoles llevaron este alimento a Europa, creyeron que era lo mismo que la batata, otro tubérculo muy parecido que habían descubierto años atrás en la isla de La Española (en la parte que hoy conocemos con el nombre de Haití). Del cruce de la palabra “papa” y “batata” surgió lo que conocemos como patata. Ahora bien: esta palabra es sólo de uso peninsular y por tanto minoritario. El 90 por ciento de los hispanohablantes siguen utilizando el término original: “papa”.
Para complicarlo más: existe "papar" y papear, y no proceden ni del quechua ni del cheli; son españolas cien por cien. Proceden del vocablo latino “pappare”, como se puede comprobar en el diccionario de la RAE, que atribuye a papar el significado “comer cosas blandas” y a “papear” el de “balbucear”, aunque popularmente también se identifica con el acto de comer. Según el insigne lingüista mallorquín Antoni María Alcover, los niños romanos usaban este término "pappa" no sólo para llamar a su padre, sino también para referirse a la comida.
Dicho lo cual, la frase que titula este artículo tiene sentido: El "Papa" es el líder de la Iglesia católica, "papa" es la tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo papar y "papas" es un tubérculo.
Francisco García Jurado, profesor de Filología Latina de la Universidad Complutense de Madrid.
http://noticias.lainformacion.com/religion-y-credos/el-papa-papa-papas-por-que-esta-frase-no-tiene-nada-de-incorrecto_G12atgVd4YJY7QX9HYKWL7/
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