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jueves, 17 de enero de 2013

Poniendo los cinco sentidos

“Un homenaje a los cincos sentidos”. Esa es la única frase con la que a día de hoy, me atrevería a definir el sexo. Ni un “pues eso”, ni un “pasar un buen rato en compañía”, ni la penetración, que parece que es en lo que lo resume tristemente mucha gente, sino que, a ciencia cierta, diría que el sexo es aquella experiencia, casi única, en la que nuestros cinco sentidos participan todos juntos, y mejor compenetrados que nunca.
 
Si se piensa bien, cuando uno intenta describir cómo siente el sexo, recuerda el olor de su amante, el sabor de sus besos, el sonido de su respiración alterada, el tacto de su cuerpo sobre el tuyo, y sobre todo, la visión de su mirada mientras compartís todo en ese momento. Si bien eso demuestra que usar  todos los sentidos puede hacer mucho más intensa la experiencia, también funciona el proceso inverso, es decir, privarnos de alguno de ellos puede darle un toque especial al asunto. Un ejemplo claro, es atar o que te aten, la base de toda sesión de bondage, en la que no sólo se priva del sentido del tacto, sino por ende, de toda la capacidad de actuación del otro, dejándolo, o dejándote, totalmente a su merced.
 
TACTO. Me atrevería a decir, que si hay un sentido que prima un poco más sobre los otros en cuestión de sexo, ese es el tacto. Al fin y al cabo, sentir físicamente al otro es el quid de la cuestión, además de utilizar cualquier parte de nuestro cuerpo, para poder estimular cualquier parte del suyo. No sólo la masturbación es momento estupendo para hacer un buen “juego de manos”. No olvidemos que el sexo es todo aquello que nos haga sentir placer, por lo que un buen masaje con aceite, o por qué no, algún tipo de juego sin límite para la imaginación del estilo “tócame mi, con tu”, también puede hacernos sentir mucho, mucho.
 
VISTA. Otro de esos sentidos que dan mucho juego, usándolo o privando del mismo, es la vista. Si bien los hombres son eminentemente visuales, y ese primer vistazo a los pechos de su pareja, o esa mirada constante a la “escena penetrativa” les excita sobremanera, vendarles los ojos para dejarles perdidos, y tomar el control sobre todo lo que vaya a pasar a continuación, puede ser un gran incentivo para nosotras. Igualmente, existen juegos como el del espejo, en sus diferentes variantes, o bien mirándose (¿o quizá grabándose?) en uno para tener una doble perspectiva mucho más visual, o bien cerrar los ojos y acariciarse al ritmo que nos marque el otro como si fuera nuestro propio espejo, para dejarnos llevar.
 
GUSTO. Si hablamos de las caricias para estimular, la boca es otra de las guindas del pastel. El gusto no es menos relevante que los anteriores. Y es que el sabor de un beso o incluso de los genitales de la pareja tienen mucho que ver en cómo disfrutemos (o no) de esa sesión de placer. Los hay que disfrutan de esos sabores, y los hay que prefieren darle un toque más “comestible”, bien con un buen sirope de chocolate que repartir estratégicamente por sus zonas más sensibles, o ahora con una gran variedad de lubricantes, por norma general todos muy frutales, para pedir doble ración de sexo oral siempre que se quiera.
 
OÍDO. Pero sin duda, si tenemos que hacer uso de uno para conocer nuestra pericia como amantes, ese es el sentido del oído. Los sonidos que emite nuestra pareja durante un encuentro son básicos a la hora de guiarnos por su placer. Un gemido o un gruñido pueden estar diciéndonoslo todo sin palabras. De hecho, a veces, no hay nada tan liberador, como poder expresarse a gusto durante el sexo, y es que el “ser ruidosos”, tiene sus ventajas y sus desventajas, como que los ruidos que te acompañen sean los escobazos del vecino.  Siempre se puede optar por música de ambiente un poco alta, para desconectar de todo, y conseguir también buscar un poco de intimidad.
 
OLFATO. Por último, y no menos importante, el olfato. Puede que a veces nos dé desagradables sorpresas, cierto, pero quien no ha querido conquistar alguna vez a través de un buen perfume, que bien se sabe, es la puerta de entrada a una de esas cenas, que como bien decía Venus O’Hara, terminan en desayuno. Un desayuno en el que tras volver a la “habitación del crimen”, una aspira y dice, “aquí, huele a sexo”.
Silvia C. Carpallo para El País

1 comentario:

  1. Me suena, me suena... Gracias por hacerme acabar el día de ayer con una sonrisa...a pesar de todo.

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