Unos pétalos de rosa sobre la cama, una música de
ambiente, luz tenue… y un amante que te desnuda poco a poco, susurrándote al
oído lo mucho que le gusta ver tu cuerpo desnudo, y poder por fin acariciarlo.
Sin duda, esa parece ser la idea de una noche de sexo perfecta en muchas mentes
femeninas. De hecho, si una escribe “sexo duro” y “mujer” en Google, lo que se
encuentra es una multitud de vídeos porno destinados casi en exclusiva al
supuesto deleite masculino. ¿Es que acaso el puro sexo salvaje es sólo cosa de
hombres? Otro mito a desmontar.
El sexo puede ser muy buen sexo, cuando es sucio,
visceral, y de hecho a las mujeres puede enloquecernos lo mismo, o incluso más,
que una noche romántica en toda regla. Sí, reconozcámoslo, y entendámoslo, a
las mujeres también nos gusta “follar” y no sólo “hacer el amor”. El sexo salvaje es, cuanto menos, una de las mejores formas
que tenemos de liberarnos, al menos durante un rato, de nosotras mismas.
Por norma general, en las mujeres, el mayor enemigo
a la hora de disfrutar es nuestra propia cabeza. Si en algo nos diferenciamos
de los hombres es en nuestra dificultad para darle al botón de “off” de la
maraña de nuestros pensamientos, para dejar de pensar en las mil cosas que nos
quedan por hacer o que podríamos estar haciendo, y dejarnos llevar simplemente
por el momento.
¿La cura? Un buen polvo, así de claro. Una pareja
que te coja por banda, y te use, que te arañe, te muerda, y te penetre hasta
agotarte. Donde las manos, las bocas, los gemidos se entremezclan, y todo es
puramente animal, instintivo. Dejar que te posean, o bien, poseer tú a esa otra
persona, usarla a tu antojo y buscar tu placer con su cuerpo, como si fuera un
objeto, y sin que exista ningún tipo de culpa en ello. ¿Pero tiene que ver algo
el amor en este tipo de encuentros?
La libertad sexual de la mujer ha venido unida a
sus sentimientos románticos, es decir, se permite ser libre en sus prácticas
sexuales, pero las suele vincular mucho con los sentimientos hacia esa
persona. Un ejemplo de esta idea,
podemos verlo claramente en la saga Cincuenta Sombras de Grey. Una de sus claves,
y el gran logro por el que ha conseguido revolucionar tantas alcobas, es hacer
visible que las mujeres también ansiamos tener sexo con un Christian Grey que
nos diga eso de “yo no hago el amor, yo follo duro”, y que evidentemente, lo
haga tal cual. Pero finalmente, esta historia no es sino otro inevitable
romance, lo cual nos lleva de nuevo a unirlo todo a los sentimientos, y al
vínculo con esa persona. Ya se sabe, si hay amor, todo vale.
¿Y si no hay amor? La mujer de hoy es mucho más
libre, y de hecho, tener una pareja estable, aunque sigue siendo una presión
social, al menos ha dejado de ser una obligación casi moral. Soltera,
divorciada, o infiel, los encuentros con desconocidos, están a la orden del
día. Una noche loca en un hotel, en el baño de un bar, al aire libre, o en el
taxi de camino a casa, ¿goza hoy por fin la mujer del sexo, por el sexo, sin
tener ninguna relación con la otra persona? Quizás la respuesta es simplemente que cada mujer es un mundo, y que
sólo cada una de ellas tiene la respuesta. Pero, como anticipo, un gran
ejemplo, nuestra querida Samantha Jones en Sexo en Nueva York, y su manera de
dejarnos bien claro que la mujer, si lo desea, puede gozar del sexo con quien
quiera y como quiera.
Leído en: http://blogs.elpais.com/eros/2013/01/a-las-mujeres-tambien-nos-gusta-duro.html
Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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