A Ferlosio le intrigaba la reacción física del rubor. Entendía la respuesta del cuerpo humano al miedo, al frío o al calor, pero el rubor le desconcertaba. ¿Por qué el rostro se enrojecía en una situación que tenía, presuntamente, más relación con la moral que con los fenómenos climatológicos? Es una sabia pregunta de la que no sabemos la respuesta, en cambio sí sabemos que es lo que potencia la irritabilidad, la excitación de las glándula suprarrenales y, por tanto, el superproducción de las hormonas de las adrenalinas: contemplar en los telediarios a la ministra Fátima Báñez decir que "los pensionistas van a valorar de forma positiva el esfuerzo y el ejercicio de responsabilidad que este Gobierno está realizando", y decirlo sin que surja el menor atisbo de rubor en su rostro.
Es probable que los pensionistas valoraran más si cabe el que renunciara a los 1.823,86 euros mensuales que recibe como dietas al ser diputada por Huelva pese a residir en Madrid, donde tiene vivienda propia, o que el grupo de empresas de su familia pagaran las deudas que tienen con la Agencia Tributaria , incluso los créditos de 20 millones de euros que tienen con los bancos porque si pagaran todo lo que deben a lo mejor la ciudadanía en general, y los pensionistas en particular, tendría que coadyuvar algo menos a salvar al sistema financiero.
Lo que no hay duda es que Báñez, Gallardón y Wert han conseguido algo infrecuente: irritar por igual a la inmensa mayoría de los ciudadanos, algo que tira por tierra la creencia de que España es un país de individualistas. Este trío de la bencina, a poco que se empeñen, van a conseguir entrar en el Libro de los Records como los ministros más intelectualmente corruptos de Europa. Legislan o acatan lo legislado por otros con un servilismo a los poderes fácticos tan desmedido que alcanzan el patetismo del esclavo agradecido.
Por Ángel Sánchez Harguindey
Leído en: http://blogs.elpais.com/tv-blog/2012/12/sin-titulo-3.html
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