A la gota de agua
que lloró una nube.
A la raíz, al tronco,
a la savia que sube.
Al árbol añoso
que soñó sus letras.
Al autor que, un día,
junto a él se sienta.
Al nuevo arco iris
que pintó la brisa.
A la mano eterna
que habla sin prisa.
Al abuelo, al maestro
que leyó el camino.
A la noche en blanco
que avivó un destino.
Al cómplice amigo
que dice un poema.
A la sombra quieta
que cura la pena.
Al tiempo, a los héroes
que crecen conmigo.
Y al señor Cervantes...
¡Gracias por los libros!
Por: Mª Rosa Serdio
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