Seguidores del Blog:

Previsión del tiempo

miércoles, 30 de abril de 2014

30 cosas que debes dejar de hacerte a ti mismo


Hay momentos en la vida en que sabemos que queremos cambiar, ir a algún lado, hacer algo importante… Pero no sabemos cómo. Pues traigo buenas noticias: traemos para ti las treinta cosas que debes dejar de hacerte a ti mismo para poder lograr esas grandes cosas para las que estás destinado. No es una lista de cosas por hacer, son cosas que todos debemos dejar de hacer. Necesitamos dejar espacio a las nuevas y mejores cosas de la vida.
 
1. Deja de pasar tiempo con las personas equivocadas.
La vida es muy corta como para gastarla junto a personas que succionan tu energía y felicidad. Si alguien te quiere en su vida, harán espacio para ti, no deberías pelear por un lugar. Nunca jamás insistas con alguien que te pasa por alto. Recuerda que los verdaderos amigos no son necesariamente aquellos que se quedan contigo en los buenos tiempos, sino los que permanecen en las peores situaciones.
2. Deja de huir de tus problemas.
¡Enfréntalos! No será fácil, nadie es capaz de salir ileso de todos los problemas. No siempre se puede salir instantáneamente de un problema cuando se presenta, no estamos hechos para eso. De hecho, lo normal es que sintamos tristeza, enojo, dolor, incertidumbre, derrota. Este es el propósito de la vida: Enfrentar los problemas, aprender de ellos, adaptarse y, finalmente, resolverlos con el paso del tiempo. Es lo que nos convierte y moldea a lo largo de la vida.
3. Deja de mentirte.
Puedes mentirle a cualquiera en el mundo, pero no puedes mentirte a ti mismo. Nuestra vida mejorará sólo cuando aprovechemos las oportunidades y la primera y más difícil es ser realmente honestos con nosotros mismos.
4. No dejes tus propias necesidades para lo último.
La cosa más terrible es perderse a sí mismo mientras amas a alguien más, olvidándose de lo especial que es uno mismo. Esto no significa que dejes de ayudar a otros, sino que debes ayudarte a ti mismo también. Si existe un momento para seguir tu pasión y hacer algo que te importa, ¡Ese momento es justo ahora!
5. Deja de intentar ser alguien que no eres.
Uno de los grandes retos de la vida es ser uno mismo en un mundo que quiere que todos sean iguales. Siempre habrá alguien más listo, más guapo, más joven o más viejo, pero NUNCA serán TÚ. Jamás cambies para agradar a las personas; sé tú mismo y las personas correctas te amarán por ello.
6. Deja de aferrarte al pasado.
No puedes comenzar un nuevo capítulo en la vida si sigues leyendo y releyendo el anterior.
7. Deja de tenerle miedo a los errores.
Hacer algo y equivocarse es, al menos, diez veces más productivo que no hacer nada. Cada éxito trae una historia de fracasos detrás y cada error es un paso más cerca de la victoria. Uno termina arrepintiéndose de las cosas que no hizo más que de las cosas que hizo.
8. Deja de culparte por errores pasados.
Quizá amamos a la persona equivocada y lloramos por errores cometidos, pero no importa cuántas cosas hemos hecho mal, algo es seguro: los errores nos ayudan a encontrar a la persona y a las cosas correctas para nosotros. Todos cometemos errores, tenemos problemas e incluso nos arrepentimos de cosas de nuestro pasado. Pero tú no eres tus errores, no eres tus problemas y estás aquí y AHORA con el poder de moldear tus días y tu futuro. Cada cosa que te ha pasado en la vida te está preparando para algo que aún está por venir.
9. Deja de intentar comprar la felicidad.
Muchas de las cosas que deseamos son caras. Pero la verdad es que las cosas que en verdad nos satisfacen son totalmente gratis: el amor, las carcajadas y trabajar en nuestras pasiones. :-)
10. Deja de buscar la felicidad exclusivamente en otros.
Si no eres feliz con quien eres por dentro, no serás feliz en una relación de largo plazo con cualquier otra persona. Primero tienes que crear estabilidad en tu propia vida, antes de que puedas compartir la vida con alguien más.
11. Deja de ser pasivo.
No pienses demasiado las cosas o crearás un problema que ni siquiera estaba ahí en primer lugar. Evalúa las situaciones y toma acciones decisivas. No puedes cambiar cuando te rehúsas a confrontar las cosas, el progreso implica riesgo, ¡Punto! No puedes llegar a segunda base si tienes un pie en la primera.
12. Deja de creer que no estás listo.
Nadie se siente 100% preparado cuando una oportunidad se presenta. Es porque las oportunidades en la vida nos empujan fuera de nuestras zonas de confort, lo que significa que nunca nos sentiremos completamente cómodos en un principio.
13. Deja de envolverte en relaciones por las razones equivocadas.
Las relaciones deben ser escogidas sabiamente. “Mejor sola que mal acompañada”, decía mi abuelita. No hay necesidad de apresurarse, si algo debe ser lo será a su debido tiempo, con la persona adecuada y el momento debido. Enamórate cuando estés listo, no cuando te sientas solo.
14. Deja de evitar nuevas relaciones sólo porque las pasadas no funcionaron.
En tu vida te darás cuenta de que hay un propósito para cada persona que conozcas. Algunas personas te pondrán a prueba, otras te enseñarán grandes lecciones, pero lo más importante es que algunas sacarán lo mejor de ti.
15. Deja de competir contra todos.
No te preocupes si a otros les va mejor que a ti, concéntrate en romper tus propios récords cada día. El éxito es una batalla entre tú y tú mismo, sólo eso.
16. Deja de lado los celos.
Los celos son el arte de contar las bendiciones ajenas en vez de las propias. Pregúntate esto: “¿Qué es lo que tengo yo que todos los demás quieren?”
17. Deja de quejarte y de sentir pena de ti mismo.
La vida tiene sus altibajos por una razón: para moldear tu camino en la dirección correcta para ti. Puede que no veas o entiendas todo en el momento en que sucede, eso puede ser muy duro. Pero recuerda los momentos difíciles que ya has pasado: Casi siempre nos llevan a mejores lugares, personas, estados mentales o situaciones, eventualmente. ¡Así que sonríe! Deja que todos sepan que hoy eres mucho más fuerte que ayer, y así continuarás.
18. Deja de guardar resentimiento.
No vivas tu vida con odio en el corazón. Terminarás lastimándote a ti mismo más de lo que las personas que odias podrían. El perdón no es sólo decir: “Está bien lo que me hiciste”, es poder decir: “No voy a dejar que lo que me hiciste arruine mi felicidad para siempre”. El perdón es la respuesta, déjalo ir, encuentra la paz, ¡Libérate! Y recuerda, el perdón no es sólo para las demás personas, también es para ti mismo. Si debes, perdónate a ti mismo, supéralo e intenta hacerlo mejor la siguiente ocasión.
19. Deja de permitir que otros te bajen a su nivel.
Niégate rotundamente a rebajar tus estándares para adaptarte a quienes se niegan a elevar los suyos.
20. Deja de desperdiciar el tiempo explicando tus razones a los demás.
Tus amigos no lo necesitan y tus enemigos ni siquiera lo creerán. Sólo haz lo que tu corazón te dice que es correcto.
21. Deja de hacer las mismas cosas una y otra vez sin tomarte un descanso.
El tiempo perfecto para tomarte una pausa es justo cuando no tienes tiempo para ello. Si continúas haciendo lo mismo, seguirás obteniendo los mismos resultados. Hay veces que necesitamos un descanso para ver las cosas más claramente.
22. Deja de pasar por alto la belleza de los pequeños momentos.
Disfruta de las cosas pequeñas porque un día mirarás atrás y descubrirás que eran, en realidad, las cosas más grandes. La mejor parte de tu vida serán las cosas pequeñas, momentos innumerables que invertiste sonriendo a quien te interesa de verdad.
23. Deja de intentar que las cosas sean perfectas.
El mundo real no recompensa a los perfeccionistas, recompensa a las personas que hacen las cosas en tiempo y forma.
24. Deja de seguir el camino más fácil.
La vida no es fácil, especialmente cuando planeas realizarte en algo que vale la pena. No tomes la alternativa más fácil siempre, haz cosas extraordinarias.
25. Deja de actuar como si todo estuviera bien cuando no lo está.
Está bien quebrarse de vez en cuando, no tienes que pretender ser fuerte, no hay necesidad de probarle a nadie que todo está perfectamente todo el tiempo. No debería preocuparte lo que los demás piensan. Llora si lo necesitas, es saludable dejar fluir esas lágrimas. Cuanto más pronto lo hagas, más pronto serás capaz de sonreír de nuevo, sonreír de verdad.
26. Deja de culpar a los demás de tus problemas.
La capacidad de alcanzar tus sueños depende de tu capacidad de hacerte responsable de tu vida. Cuando culpas a los demás de lo que te pasa, estás rechazando esta responsabilidad: Le das poder a otros sobre una parte de tu vida.
27. Deja de hacerlo todo por todos.
Eso es imposible, y solamente terminarás exhausto. Pero hacer sonreír a una persona, a esa persona especial sí puede cambiar el mundo. Quizá no el mundo entero, pero sí una parte de él: enfocarse es el secreto.
28. Deja de preocuparte demasiado.
Preocuparse no le quita problemas al día de mañana, le quita felicidad al día de hoy. Una manera de saber si vale la pena preocuparse es plantearse la siguiente pregunta: “¿Importará esto dentro de un año? ¿Tres años? ¿Dentro de cinco años?” Si la respuesta es negativa, entonces no vale la pena darle más vueltas al asunto.
29. Deja de enfocarte en lo que no quieres que suceda.
Mejor, enfócate en lo que sí quieres que pase. Pensar positivo es el preámbulo al éxito rotundo. Si despiertas cada mañana con el pensamiento de que algo maravilloso sucederá ese día y pones suficiente atención, descubrirás que estabas en lo correcto.
30. Deja de ser ingrato.
No importa lo bien o lo mal que te ha ido, levántate de la cama agradecido por tener vida. Hay quienes, en algún lugar, luchan por ella desesperadamente. En lugar de pensar en lo que te hace falta, intenta pensar en lo que tienes y que a muchos les hace falta.
En lo personal, me doy cuenta de que soy culpable de muchos de estos errores. Definitivamente una lista muy útil y que podría cambiar muchas vidas. ¡A ponerla en marcha!
 
Leído en: http://www.upsocl.com/inspiracion/30-cosas-que-debes-dejar-de-hacerte-a-ti-mismo/

martes, 29 de abril de 2014

Pérez-Reverte: A ver si lo he entendido, Señor Presidente


El escritor Arturo Pérez-ReverteA ver si lo he entendido, señor presidente... Hasta por morirme debo pagar un 21 %... A ver si lo entiendo. Insisto.

Alemania tiene 80 millones de fulanos y 150.000 políticos. España, 47 millones y 445.000 políticos. Sin contar asesores, cómplices y colegas. O en Alemania faltan políticos, o aquí sobran. Si en Alemania faltan, apenas tengo nada que decir. Si en España sobran, tengo algunas preguntas. Señor presidente.

¿Para qué sirven 390 senadores (con la brillantez media y la eficacia política media de un Iñaki Anasagasti, por ejemplo)? Subpregunta: si un concejal de Villacantos del Botijo, por ejemplo, necesita contratar a 15 asesores... ¿Para qué puñetas sirve ese concejal, aparte de para dar de comer a numerosos compadres y parientes?

¿Para qué sirven 1.206 parlamentarios autonómicos y 1.031 diputados provinciales? ¿Sabe usted lo que cobra toda esa gente? ¿Y lo que come? Ese tinglado regional, repartido en diecisiete chiringuitos distintos, duplicados, nos cuesta al año 90.000 millones de euros. Con ahorrar sólo la mitad... Eche usted cuentas, señor presidente. Que yo soy de Letras.

En vista de eso, ¿cómo es posible que el Gobierno de este putiferio de sangüijuelas y sangüijuelos se la endiñe a las familias y no a ellos? Que en vez de sangrar a esa chusma, se le endiñe a la Dependencia, a la Sanidad, a la Educación, a la Cultura, al pequeño comercio? ¿A la gente que de verdad lucha y trabaja, en vez de a esa casta golfa, desvergonzada y manifiestamente incompetente?

A ese negocio autonómico absurdo e insostenible, del que tanta gentuza lleva viviendo holgadamente desde hace más de treinta años. 17 parlamentos, 17 defensores del pueblo, embajadas propias, empresas, instituciones. Negocios casi privados (o sin casi) con dinero público. El único consuelo es que a esa pandilla depredadora la hemos ido votando nosotros. No somos inocentes. Son proyección y criaturas nuestras.

Treinta años engordándolos con nuestra imbecilidad y abulia política. Cuando no con complicidad ciudadana directa: Valencia, Andalucía... Con unos tribunales de Justicia cuando no politizados o venales, a menudo lentos y abúlicos. El golfo, impune. Y el ciudadano, indefenso. Esos políticos de todo signo (hasta sindicalistas, rediós) puestos en cajas de ahorros para favorecer a partidos y amiguetes. Impunes, todos.

Me creeré a un presidente de Gobierno, sea del color que sea, cuando confiese públicamente que este Estado-disparate es insostenible. Cuando alguien diga, señor presidente, mirándonos a los ojos, "voy a luchar por un gran pacto de Estado con la oposición"; "me voy a cargar esta barbaridad, racionalizándola, reduciéndola, controlándola, adecuándola a lo real y necesario"; "voy a desmontarles el negocio a todos los que pueda. Y a los que no pueda, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible"; "aquí hay dos autonomías históricas que tendrán algo más de cuartelillo, dentro de un orden. Y el resto, a mamarla a Parla". "Y el que quiera entrar en política para servir al pueblo, que se lo pague de su bolsillo".

Pero dudo que haga eso, señor presidente. Es tan prisionero de su propia chusma político-autonómica como el PSOE lo es de la suya. Ese toque de jacobinismo es ya imposible. Tiene gracia. No paran de hablar de soberanía respecto a Europa quienes son incapaces de ejercerla en su propio país. Sobre sus políticos. Dicho en corto, señor presidente: no hay cojones. Seguirán pagándolo los mismos, cada vez más, y seguirán disfrutándolo los de siempre. El negocio autonómico beneficia a demasiada gente.

Usted, señor presidente, como la oposición si gobernara, como cualquiera que lo haga en España, seguirá yendo a lo fácil. A cargar a una población triturada, con cinco millones de parados, lo que no se atreven a cargar sobre sus desvergonzados socios y compadres. Seguirá haciéndonos aun más pobres, menos sanos, menos educados. Hasta el ocio para olvidarlo y la cultura para soportarlo serán imposibles.

Así que cuando lo pienso, a veces se me va la olla y me veo deseando una intervención exterior. Que le vayan a frau Merkel con derechos históricos, defensores del pueblo, inmersiones lingüísticas, embajadas y golferías autonómicas. De tanto reírse, le dará un ataque de hipo. De hippen, o como se diga allí.

Lo escribía el poeta Cavafis en Esperando a los bárbaros. Quizá los bárbaros traigan una solución, después de todo. Para esto, que nos invadan los bárbaros de una puta vez. Que todo se vaya al carajo y el Sentido Común reconozca a los suyos. Si quedan. Recristo.

Qué a gusto me he quedado esta tarde, señor presidente. Lola acaba de abrir el bar. Esta noche me emborracho. Como Gardel en el tango. Fiera venganza la del tiempo. Parece un título de Lope de Vega. Un tango adecuado para este pasaje".
 
Arturo Pérez-Reverte

lunes, 28 de abril de 2014

Reflexión XXXIII: El escorpión

Un maestro del oriente vio a un escorpión cuando se estaba ahogando y decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el escorpión le picó. De la reacción de dolor, el maestro lo soltó y el animal cayó al agua y se estaba ahogando de nuevo. El maestro intentó sacarlo otra vez y otra vez el animal le pico. Alguien que estaba viendo al maestro se le acercó y le dijo:
- Disculpe, ¡pero usted es terco!, cada vez que intente sacarlo del agua le va a picar...
El maestro respondió:
- La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar.
Así que con la ayuda de unas hojas, el maestro sacó al escorpión y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza, si alguien hace algo malo, sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad, otros la crean. Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación, tu conciencia es lo que eres y tu reputación es lo que otros piensan de ti. Y lo que los otros piensen, no es tu problema... ¡¡Es problema de ellos!!

domingo, 27 de abril de 2014

77 años del bombardeo nazi a la ciudad de Guernica


El 26 de abril de 1937 cayó en lunes, el día en que la mayoría de los vascos acostumbraba a ir de compras al mercado. Era una jornada espléndida, luminosa y sin viento. La villa que había sido fundada por el infante don Tello, conde de Vizcaya y hermanastro del rey Pedro I de Castilla, iba a cumplir 571 años dos días después. Su nombre procedía de “Gernikazarra” (Guernica la Vieja), un robledal situado sobre la colina, no lejos de la ermita de Nuestra Señora Santa María la Antigua, donde el señorío de Vizcaya celebraba tradicionalmente sus Juntas Generales. El rey Fernando el Católico había jurado los fueros el 30 de julio de 1476 bajo el árbol de las libertades vascas, que, según el poeta, “no daba cobijo a confesos ni traidores”.

Centro tradicional de la cultura vasca, a lo largo de la historia, Guernica había pasado lo suyo. Peleó en el bando gamboíno en las guerras civiles del siglo XV, y conoció el paso apenas grato de los soldados de Napoleón, el pillaje y las guerras carlistas. En 1521 sufrió un incendio que sólo le dejó el esqueleto. Pero aún faltaba lo peor.

Habían pasado las cuatro y media de la tarde de aquel día, del que hoy se cumplen 77 años, cuando los aviones de la Legión Cóndor, con lo más nuevo de la tecnología de la Alemania nazi, irrumpieron en el diáfano cielo vizcaíno portando muerte y destrucción.

Los civiles vascos que comenzaron a ver sobrevolar los primeros aviones lejos estaban de imaginar que sus asesinos iban a protagonizar una suerte de anticipo del espanto que poco después se multiplicaría en la Segunda Guerra Mundial.

Es que cuando el general golpista Francisco Franco (quien se había sublevado contra el gobierno republicano el 17 de julio de 1936) pidió ayuda a comienzos de la Guerra Civil Española (1936-1938), la Italia fascista de Benito Mussolini y el Tercer Reich alemán de Adolf Hitler se lo concedieron enseguida. Ambos dictadores esperaban lograr en España una victoria rápida que les valdría un aliado a bajo costo y, a la vez, tendrían la oportunidad de probar su nueva maquinaria bélica.

A las cinco menos veinte de la tarde comenzó el horror.

La aproximación del primer avión fue advertida por los centinelas apostados en la caseta del monte Chorroburu, quienes hicieron la señal con la bandera. En la torre de la iglesia de Santa María recogieron el aviso. A los pocos segundos, Guernica estaba bajo el toque a rebato de las campanas. Pero la alarma aérea era frecuente por entonces, por lo que algunos, más perezosos y confiados, dudaron unos segundos con el txikito de vino o la copa de coñac en la mano, tardaron en devolver el cambio a los clientes en las tabernas, o en colocar las hortalizas en un bolso en el mercado.

A muchos otros guerniqueses el ataque los sorprendió con las azadas en la mano mientras trabajaban en sus huertas. El ruido de los aviones era ensordecedor y volaban tan bajo que se podía ver al piloto. Las aeronaves de la Legión Cóndor, comandadas por el teniente coronel Wolfram von Richthofen, de 41 años, eran Heinkel 111, Junker 52 y Messerschmitt 109. Von Richthofen los había preferido a los Stuka, que en el ataque en picado eran precisos, mortíferos.

La razón de la elección radicó en que el ataque aéreo sobre Guernica fue algo más que una simple operación en el mapa de la Guerra Civil Española. La combinación de bombarderos y cazas, el lanzamiento de oleadas de escuadrillas, 43 aviones en total, con la precisión de un reloj suizo, dejaría a Guernica en cenizas, borrada del mapa, con cráteres, fuego, cadáveres, lamentos de heridos, cuerpos carbonizados.

Con la convicción de que el fin justifica los medios, los pilotos alemanes no dudaron un instante a la hora de apretar el botón y dejar caer sobre una población sorprendida e indefensa el catálogo de bombas: las rompedoras, las explosivas, las incendiarias.

La consigna también era volar bajo y ametrallar a campo abierto para causar el mayor pánico posible y que el mundo temblara de terror ante la noticia. Fue un ensayo de lo que más tarde sería la blitzkrieg (guerra relámpago) aérea de Hitler al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Un éxito rápido y una medalla más para colgar en el pecho del obeso y morfinómano jefe de la Luftwaffe (Fuerza Aérea alemana), Herman Goering.

El bombardeo duró unas tres horas, destruyó el 70 por ciento de los edificios y mató a campesinos en el mercado y en sus tierras. Murieron más de mil personas de las siete mil que vivían por entonces en Guernica. A pesar de que ambos bandos, republicanos y nacionalistas, habían atacado objetivos civiles con anterioridad, el bombardeo de Guernica fue la acción más salvaje y prolongada de la corta historia de la guerra aérea en territorio español.

Como un Nerón del Tercer Reich, Von Richthofen contempló desde un monte cercano la perfección de su maquinaria de guerra, y se deleitó con el endiablado carrusel que formaban sus aviones. La densa humareda que se alzaba al cielo daba cuenta que Guernica, como Roma, ardía por los cuatro costados. El centro se consumía en llamas. En la iglesia de Santa María una bomba incendiaria rompió el techo y cayó al pie del altar pero no explotó. La apagaron con agua bendita. El párroco de San Juan, el joven padre Eusebio Arronategui, recorría las calles devastadas y daba la bendición a los moribundos mientras mascullaba: “¡Señor perdónalos porque no saben lo que hacen!”.

Los soldados republicanos y los bomberos arrastraban a los heridos y a los cadáveres hacia los refugios o al hospital de campaña de las Carmelitas. Pero los aviones nazis se lanzaban en picada sobre todo lo que se moviera. De Guernica debían quedar sólo cenizas.

Dos horas después del primer bombardeo, el cúmulo de humo, polvo y hollín sobre la villa vasca era tal que los pilotos alemanes accionaban la palanca de las bombas sin saber ya hacia dónde irían a caer. Era la rutina de la destrucción. Hacia las siete y media de la tarde, el bombardeo cesó. Todo se había vuelto oscuro, impenetrable. Cuando cayó la noche, Guernica ardía como una fogata de San Juan.

Los pilotos alemanes celebraron con champán el “impecable” trabajo realizado, pero el Árbol de Guernica, el viejo roble de las libertades vascas, quedó intacto.

El bombardeo fue el ensayo general para la tragedia que se desataría luego sobre todo el mundo. Sirvió de laboratorio donde experimentar los mortíferos métodos que se emplearían, pocos años después, en la Segunda Guerra Mundial. El líder británico Winston Churchill, como siempre, lo diría mejor que nadie: “Guernica fue un horror… experimental”.

La obra de arte de los nazis

El bombardeo de Guernica afectó mucho al artista Pablo Ruiz Picasso. Le habían encargado una pintura para el pabellón español de la Exposición Internacional de París y él pintó el Guernica, un mural emocionadamente devastador sobre el bombardeo. El cuadro causó sensación en París y en Estados Unidos, donde fue enviado al finalizar la Guerra Civil Española. Se dice que en 1940, con París ocupada por los nazis, un oficial alemán, ante la foto de una reproducción del Guernica, le preguntó a Picasso si era él quien había hecho eso. El pintor respondió: “No, han sido ustedes”.

Rubén Alejandro Fraga

Fuente: www.elciudadanoweb.com

Leído en: http://www.ecorepublicano.es/2014/04/se-cumplen-77-anos-del-bombardeo-nazi.html

sábado, 26 de abril de 2014

Declaración de principios

 
Te quiero aunque la brevedad del tiempo
-según las normas y reglas establecidas-
no justifique tal promiscuidad verbal,
ni tal apuro sentimental.
Te quiero desde la noche a la mañana,
porque no sé hacerlo de otra manera.
Te quiero como soy, torpe sin elegancia.
En el desayuno, te quiero despeinada,
sin pintar, mujer, humana.
No correctísima, ni de moda.
Te quiero entre los libros, entre el café,
en ese pequeñísimo rincón de la casa
con sus largas sombras y el polvo añejo.
Te quiero aunque el diario nos sacuda
con noticias de que el mundo
está muerto de miedo,
que la inflación es tan alta
que valen lo mismo las balas que la vida,
y que los muertos mueren más veces
bajo el silencio y las bombas.
Que el FMI asesinó a la alegría
y que el amor se ahorcó
en una habitación de Madrid.
Agitan que la muerte misma
juega a los dados con la gente;
y ya no se puede que querer.
Entonces, aún más te quiero.
Porque ahora querer es subversivo,
te quiero guerrillera, te quiero mi heroína.
Te quiero en el almuerzo y en la cena.
Te quiero entre las sábanas mojadas y
entre esos pequeños
besos somnolientos en el que las bocas
juegan a buscarse desorientadas.
Te quiero cuando con un dedo
busco despertar el calor otrora
encendido en nuestras largas noches.
Te quiero, te quiero, te quiero
aunque esto suene a cursi,
aunque nadie lea esto que escribo.
Te quiero sin metáforas, a pura piel,
liso, llano, simple, así te quiero.
Te quiero de maneras terrestres,
sin astros, ni dioses, ni mercado.
Te quiero aunque no te vea,
te quiero aunque no me hables.
Te quiero aunque no sepas que te quiero,
o si lo sepas, pero aún así no digamos nada.
Alan Arias

viernes, 25 de abril de 2014

A vista de pájaro...

1) Las cataratas del Niágara. Más de 5.000 cuerpos han sido recuperados desde el fondo de las Cataratas del Niágara desde 1850.
cataratas del niagara
2) Barcelona.
barcelona
3) Central Park, en Nueva York. Aunque es un parque enormemente grande, Central Park es sólo el quinto parque más grande de Nueva York.
central park
4) La costa de Dubái. Ese mapa mundi que se ve en la foto está formado por más de 200 islas artificiales.
dubai
5) Ciudad de México (ahí viven 8,8 millones de personas).
mexico
6) Venecia.
venecia
7) Amsterdam.
Amsterdam
8) Desierto de Namibia.
namibia
9) Skyline de chicago.
skyline de chicago
10) París.
Paris
11) Shanghai. Hay más personas en la ciudad de Shanghai que en toda Australia.
Shanghai
12) Moscú.
moscú
13) Vancouver.
Vancouver
14) Pirámides de Giza.
piramides de giza
15) Rio de Janeiro.
Rio de Janeiro
16) San Francisco, Estados Unidos.
San Francisco
17) El Vaticano. La Ciudad del Vaticano no es capaz de unirse a la Unión Europea porque la UE exige que todos los Estados miembros deben ser democracias de libre mercado.
vaticano
18) Lago Pomerania, en Polonia.
pomerania
19) Marina de Dubái. Es el distrito más exclusivo de Dubái.
marina dubai
20) Vac Son, en Vietnam.
vac son
21) Seattle, Estados Unidos. La ciudad de Seattle genera el 90% de su electricidad a partir del agua.
Seattle
22) Malé, capital de la República de las Maldivas. El presidente de las Maldivas ha comenzado a comprar tierras en la India para que puedan ir sus ciudadanos cuando el archipiélago de Maldivas quede inundado debido al calentamiento global.
Malé
 

jueves, 24 de abril de 2014

El libro

"Qué cosa más sorprendente es un libro. Es un objeto plano, hecho de un árbol, con partes flexibles en las que están impresos montones de curiosos garabatos. Pero, cuando se empieza a leer, se entra en la mente de otra persona; tal vez de alguien que ha muerto hace miles de años. A través del Tiempo, un autor habla clara y silenciosamente dirigiéndose a nosotros y entrando en nuestra mente. La escritura es, tal vez, el más grande de los inventos humanos. Une a personas que no se conocen entre sí. Personajes de libros de épocas lejanas rompen la cadena del Tiempo. Un libro es la prueba de que los hombres son capaces de hacer que la magia funcione".

Carl Sagan


Frases:

¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fueran más importantes que los bancos?
¿Algo bueno que ni engorda ni mata? LEER

miércoles, 23 de abril de 2014

Google Earth encuentra chica extraviada

En 2007, Gemma Sheridan y dos de sus amigos decidieron emprender una aventura, navegarían deLiverpool, su ciudad natal, hacia el Canal de Panamá y luego a Hawái.
 
Al principio el viaje se llevó a cabo sin contratiempos, pero luego de cruzar el Canal de Panamá, la naturaleza hizo de las suyas. Una tormenta atrapó la embarcación en que los tres amigos viajaban, dos de ellos cayeron por la borda y murieron, Gemma sobrevivió.
 
Durante 17 días, Gemma estuvo a la deriva hasta que fue alcanzada por otra tormenta en medio delOcéano Pacífico. La fuerza del fenómeno natural la dejó inconsciente, finalmente despertó en una inhóspita playa, rodeada por los escombros de su barco. Se trataba de una isla desierta.  
 
Gemma cuenta que en cuanto se despertó y se percató que había naufragado, comenzó a pensar en sobrevivir a como diera lugar. Lo primero que hizo fue buscar una fuente de agua potable, pues las provisiones se habían perdido. Además de los cocos, su única fuente de agua fue una roca, que le proporcionaba una gota cada 50 segundos. Esto cambió para bien el día que llovió (después de sus primeras dos semanas en la isla), entonces pudo almacenar el líquido vital.
 
Durante dos semanas, Gemma vivió en un refugió construido con los escombros de la embarcación donde viajaba, luego encontró un árbol bastante grande y pensó que sería un buen “hogar” provisional. Debió “rascar” la corteza del árbol durante 11 días para tener lista una especie de cueva donde podría vivir. Gemma reflexiona que de haber tenido alguna herramienta, como un machete, el refugio habría estado listo en unas cuantas horas, sin embargo hizo todo el trabajo con la concha de una almeja gigante.
 
Luego de un mes logró prender una fogata. “No saben lo feliz que me hizo lograrlo”, confiesa Gemma.
 
La mujer comenzó a explorar la isla con la idea de conseguir alimento y buscar algún habitante o signos de vida humana. Lo que encontró fue un grupo de cabras salvajes, dos adultos y 3 crías. Intentó cazarlas pero no tuvo éxito, siempre escapaban.
 
Luego fabricó una lanza y un arco con flechas, ninguna de las ideas dio resultado. También intentó construir una trampa, como las que había visto hacer por otros aventureros en varias películas, pero otra vez fracasó.
 
Un día Gemma caminaba por la isla buscando cangrejos, entonces vio que una de las cabras se había atorado con sus cuernos en las ramas de un árbol del que comía las hojas; su instinto la hizo actuar como jamás habría pensado, tomó al animal del cuello e intentó romper su traquea; la cruel maniobra no logró matar a la cabra así que aceleró su final golpeándola con una concha.
 
Así pasaron los años, Gemma cuenta que intentó mantener su condición física ejercitándose en la playa; hacía sentadillas y todo tipo de flexiones, además caminaba mucho. Llegó a darse cuenta que cada vez se hacía más fuerte.
 
Pero lo más difícil era afrontar la soledad. Su mente le jugaba malas pasadas, pasando de la tranquilidad a la incertidumbre, desesperación y pensamientos suicidas, era deprimente. “Cuando empiezas a hablar contigo misma es una señal de que las cosas no van bien”, puntualiza Gemma.
 
Gemma hizo un enorme “letrero” en la arena con la señal de socorro internacional “S.O.S.”, medía unos 10 metros de ancho y tenía el objetivo de ser visto por un avión desde las alturas, algo que nunca pasó durante esos 7 largos años, nunca ni una sola avioneta cruzó el cielo de ese recóndito lugar.
“Una mañana me despertó el sonido del vuelo de un avión”, cuenta emocionada Gemma, el avión volaba inusualmente bajo. “No lo podía creer. Pensé que era un sueño”, recuerda.
 
“Corrí a la playa gritando y agitando los brazos como loca, la avioneta dio un par de vueltas y luego dejó caer un paquete”.
 
En el paquete había agua potable, comida, un botiquín y una radio portátil. Gemma encendió el aparato y por primera vez luego de muchos años, escuchó otra voz humana. Luego de una larga y emotiva charla, Gemma preguntó “¿Cómo me encontraron?”, sus héroes respondieron:
 
“Un muchacho de Minnesota encontró tu señal S.O.S. en Google Earth”.
 
“Yo ni siquiera sabía lo que era Google Earth, pero ahora estoy eternamente en deuda con esa herramienta”, confiesa Gemma, cuya historia es digna de ser compartida.
 
 
 
No obstante, unos días después de la publicación de la historia, la página web Waffles at Noon presentó una serie de argumentos que desmontan la posibilidad de que sea cierta.
 
En primer lugar la foto del mensaje de SOS en realidad fue tomada de un informe sobre las destrucciones del año 2010 en Kirguistán provocadas por los enfrentamientos entre kirguises y uzbecos en la ciudad de Osh. El sitio NewsHound.org publicó solo una parte de la fotografía, cuya versión completa incluye imágenes de algunos edificios.
 
En segundo lugar, el sitio que contaba la historia no hacía ninguna referencia a sus fuentes.
 
Y por último, lo que es más importante: la historia de Gemma Sheridan copia textualmente el verdadero caso de Ed Stafford, viajero británico que pasó 60 días en una isla desierta en el Pacifico.  
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/123062-google-earth-sos-mujer-rescate-fraude
 
 Texto completo en: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/123062-google-earth-sos-mujer-rescate-fraude
 

lunes, 21 de abril de 2014

Deberes, ¿Sí o no?

"Tenemos el sistema educativo con más horas lectivas de Europa, y a continuación metemos hasta tres horas más de trabajo en casa. No tiene sentido”, reflexiona Enric Roca, profesor de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona, para entrar en el debate “deberes no, deberes sí” que se ha reabierto con la propuesta del Gobierno francés de prohibirlos en Primaria. Una decisión con la que se alinean algunos pedagogos, al considerar que los niños se sobrecargan en casa con aquello que deberían haber trabajado en la escuela. Y que critica, por ejemplo, la Confederación Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA) con el argumento de que esa carga extraescolar “ayuda a crear hábito de trabajo, de orden y superación, estimula el aprendizaje, la responsabilidad y el dominio de destrezas (razonamiento, memoria…); la familia debe implicarse, y, lógicamente, requiere disciplina y esfuerzo”. Roca representa una suerte de término medio. Cree que los deberes pueden ser beneficiosos, crear buenos hábitos, siempre que no se planteen como una prolongación del colegio ni colapsen el tiempo no lectivo del alumno. Suele ocurrir justo al contrario, según lamenta. “Deberes como ampliación o consolidación de aprendizajes del aula, sí; como obligación de hacer lo que no ha dado tiempo o no se ha entendido en la escuela, no”, diferencia la pedagoga Maite Rodríguez Estévez, que hace notar cómo la propia palabra remite a obligación, a “algo chungo”. Estima que no deberían empezar antes de 3º de Primaria, y no ocupar más de una hora diaria, tiempo de lectura incluido; a partir de 6º, hora y media; en Secundaria, “no más de dos horas”, calcula. “Los niños han de ser niños, jugar, tener vida”, enfatiza. Haberse movido antes de sentarse en una mesa, que debe estar en un espacio adecuado, luminoso. “El movimiento es la puerta del aprendizaje”, remacha. Los padres, acompañando, dando confianza, pero nunca adoptando el rol de profesor; potenciando los logros, evitando poner el acento en los objetivos que no se alcanzan.
 
Lo que, en general, se cuestiona no es tanto la tarea en sí misma como su exceso, su desmesura. Un 32,9% del alumnado navarro de Primaria y Secundaria dedica a ellos un máximo de una hora diaria; el 50,7%, entre hora y media y dos horas y media; el 11,6%, tres y más horas diarias. Son datos del Consejo Escolar de aquella comunidad, que en 2011 elaboró, a instancias del Defensor del Pueblo autonómico, un informe sobre su incidencia en los hogares, con una constatación importante: “Hay un determinado número de alumnos que no disponen de nivel cultural o económico para tener en casa extensas bibliotecas, ordenadores o conexión a Internet. Las tareas para casa las cumplen más y mejor los alumnos favorecidos, creando mayores diferencias formativas entre unos y otros, y ampliando la brecha del estrato cultural entre los alumnos en la sociedad”.
En esta idea incide la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), muy crítica con el ­aumento en los últimos años del tiempo que los menores dedican a hacer lo que les manda el docente para casa. Defiende que debería ser formación complementaria, “con apoyo de las bibliotecas, museos, asociaciones y recursos del entorno escolar, con actividades relacionadas con la lectura, la investigación y el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC); deberían poder hacerse sin la ayuda de un adulto”, propone.
 
Rodríguez Estévez recuerda que la tarea escolar no tendría por qué ser sinónimo de cuadernillo. Debería ser, reforzar la lengua elaborando la lista de la compra, y las matemáticas calculando las medidas para un bizcocho; ir a la biblioteca; leer o resolver dudas delante de Internet. “Desarrollar competencias, no contenidos”, insiste. “Memorizar es bueno, pero cosas significativas, que aporten valor, que sean útiles. Hemos de repensar qué queremos pedirles, qué van a necesitar los alumnos el día de mañana. Si queremos evaluar por competencias, eso es lo que tendríamos que potenciarles, ¿no?”, se pregunta.
 
Los niños finlandeses no dedican más de media hora diaria a los deberes, en su país no son importantes; los coreanos han de ir a una academia privada después de clase para no perder comba. Así, de manera tan radicalmente opuesta, se lo han planteado los dos modelos educativos más exitosos del mundo. Mientras que en España machacamos mucho para obtener luego unos resultados mediocres. Enric Roca habla de “alumnos secuestrados desde el ámbito académico”. Considera que, como mar de fondo, existe un exceso de contenidos y metodologías mal planteadas, herederas de un sistema que preconiza que todos los alumnos de una misma edad han de ir a la par, sin tener en cuenta que cada cerebro funciona de manera, y a un ritmo, diferentes.
 
El especialista empieza hablando de deberes y termina reflexionando sobre el sistema educativo. El exceso de los primeros se puede extrapolar y ser considerado un síntoma de que lo segundo no marcha. “La falta de calidad no se compensa con cantidad. Si voy mal en matemáticas, doy más matemáticas… ¡No! Reflexiona sobre cómo estás dando esas matemáticas, porque hacer lo mismo, pero más, llevará al mismo fracaso”, razona. Mientras que CEAPA acusa al sistema educativo de “echar balones fuera”, mandando deberes a casa cuando el problema estriba en que la enseñanza que ofrece es “poco motivadora, poco práctica y alejada de la cultura audiovisual en la que ha crecido el alumnado”; y pide la reforma del currículo educativo “para establecer un sistema educativo de la sociedad del siglo XXI”.
 
Enric Roca apela a una mayor personalización, trabajo por proyectos vitales, con el profesorado haciendo equipo y con la ayuda de las TIC. Y con tareas, por qué no, pero razonables, adecuadas, y con apoyo desde casa.
Elena Sevillano en el País Semanal

sábado, 19 de abril de 2014

Gran Hermano en el supermercado

Asociamos la compra en el supermercado a modernidad, autonomía, libre elección, pero hay pocos lugares en el mundo, que formen parte de nuestra vida cotidiana, tan controlados y monitoreados como dichos establecimientos. Tras nuestra adquisición, aunque no lo parezca, hay mucho en juego. De aquí que en un supermercado nada queda al azar. Todo está pensado para que compremos, y cuanto más mejor.
Llegamos al ‘súper’ y unos carteles, en general de colores claros, nos dan la bienvenida animándonos a entrar, a menudo acompañados de ofertas reclamo que anuncian precios muy baratos. Cogemos el carrito de la compra, tan grande que mucho hay que llenarlo para que no parezca vacío, y empezamos la búsqueda de lo que necesitamos por innumerables pasillos con estanterías rebosantes de productos. El carro por más que lo lleves recto siempre gira de cara al estante y allí ves, como quien no quiere la cosa, un nuevo artículo que no esperabas y lo sumas al pedido.
Necesitas leche y yogures y toca atravesar todo el centro comercial para conseguirlos. ¿Por qué pondrán siempre lo que más te hace falta al final del establecimiento? De camino, un hilo de música con ritmo suena de fondo, ni lo escuchas pero allí está animándote a comprar. Miras precios y no entiendes porqué nunca los importes son redondos, siempre acaban con decimales, haciendo muy difícil la comparación entre unos y otros. Suerte que te fijas en todos aquellos que acaban en 9, y así ahorras un poco. Aunque, tal vez, tampoco haya tanta diferencia entre pagar un céntimo más o menos. Eso sí, el producto parece más barato.
Toca pararse, dos carritos con gente comprando en medio. Y me pregunto, ¿por qué harán los pasillos tan estrechos? En fin. Aprovecho para mirar a un estante y a otro y allí está esa bolsa de patatas fritas que no me conviene mirándome de frente. Va, no vendrá de aquí… ¡al carro! Avanzo ahora buscando el paquete de arroz que necesito pero ya lo han cambiado otra vez de lugar. No entiendo por qué cada x tiempo mueven los productos de sitio. Cuando ya me sé la ruta de memoria, me toca, de nuevo, dar mil vueltas antes de encontrar lo que necesito. Eso sí, al reaprender el camino descubro nuevos productos con los que antes ni me había fijado.
Sólo me queda coger el detergente. En la droguería y a la altura de los ojos veo esa marca que dicen por la tele deja la ropa tan limpia. Tomo el envase y, por casualidad, miro el precio… ¡qué caro! Devuelvo la unidad. Observo arriba y abajo en la estantería y allí encuentro otra marca menos conocida pero más económica. Me agacho y la agarro. ¿Por qué la pondrán en un lugar más difícil de coger? Llega el momento de pasar por caja. En la cola y aburrida por la espera veo esos chocolates, caramelos, golosinas… y a solo un palmo. Imposible decir “no”. Venga, un día es un día, a la cesta.
Analizando mi “recorrido”, me planteo ¿cuántas cosas he comprado que no necesitaba? ¿He adquirido los productos que me interesaban? Se calcula que entre un 25% y un 55% de nuestra compra es compulsiva, fruto de estímulos externos. Lo metemos en el carro aunque no nos haga falta. Y al pasar ante una estantería, un 20% compramos antes la marca que se encuentra a la altura de los ojos que otra cualquiera, sólo por comodidad, aunque esas otras sean más baratas. Sin ser conscientes, somos conejillos de indias en un gran laboratorio llamado ‘súper’.
Nuestros movimientos en un supermercado nunca pasan desapercibidos, una cámara u otra, colocada aquí o allá, lo registra. Pero, ¿qué se hace con esas imágenes? ¿Sabemos cuándo nos están grabando? ¿Podemos acceder a esas filmaciones? El profesor Andrew Clement de la Universidad de Toronto y fundador del Instituto de Identidad, Privacidad y Seguridad señala nuestra indefensión ante estas prácticas. Según un estudio llevado a cabo por su equipo en Canadá, ninguna de las cámaras colocadas en los mayores centros comerciales canadienses cumplía los requisitos de señalización a los que obligaba la Ley. Aquí, en Europa, la polémica, también, está servida. No tenemos ni idea de qué ni cómo ni cuándo graban ni qué hacen con las imágenes.
La cadena de supermercados Lidl protagonizó uno de los mayores escándalos cuando, en marzo del 2008, se descubrió que espiaba sistemáticamente a sus trabajadores en varios establecimientos de Alemania mediante mini-cámaras colocadas en lugares estratégicos. Cada lunes, según destapó el semanario alemán Stern, un equipo de detectives instalaba entre cinco y diez cámaras a petición de su dirección con el pretexto de evitar robos. Sin embargo, dichas cámaras servían para controlar a los trabajadores, grabar sus conversaciones y elaborar detallados perfiles personales. No se trata de un caso aislado. Su competidora Aldi fue acusada, en marzo del 2013, de espiar a sus empleados en varios supermercados de Alemania y Suiza mediante cámaras ocultas, según filtró la revista alemana Spiegel.
Aquí, la Agencia Española de Protección de Datos abrió un proceso sancionador a Alcampo por espiar a sus trabajadores. A finales del 2007, Alcampo instaló en secreto en un hipermercado de Ferrol tres cámaras ocultas en espacios reservados al personal. Semanas después, utilizó el contenido de dichas cintas para  despedir a un empleado y sancionar a otros once.
Los consumidores somos, también, objeto de voyeurismo. Lo último, lo estrenó la cadena de supermercados Tesco, a finales del 2013, en Gran Bretaña. La empresa instaló en 450 gasolineras pequeñas cámaras con el objetivo de escanear el rostro de sus clientes en la cola del establecimiento a fin de detectar su edad y sexo y ofrecerles la publicidad más acorde a sus perfiles. La película de ciencia ficción ‘Minority Report’ de Steven Spielberg hecha realidad, aunque los anuncios personalizados a partir de la lectura de la retina, como salía en el film, parece no tendrán que esperar al 2054.
“¿Tiene tarjeta cliente?”, ya es un ritual que nos lo pregunten al pasar por caja. Y si no la tienes, nos ofrecen un mar de ventajas, descuentos y recompensas tras la misma. De este modo, corremos a rellenar el formulario, apuntando todos nuestros datos, sin apenas leer lo que firmamos, para poder acceder cuanto antes a tan fantásticas promociones. Sin embargo, ¿qué sucede con la información que damos? ¿Quién la usa? ¿Para qué fines? Esto es algo que no nos cuentan al registrarnos.
Los supermercados son los reyes de las tarjetas de fidelización. Nos ofrecen regalos, descuentos, puntos… si una vez y otra y otra y otra pasamos por su caja. Más allá de contar con nuestra fidelidad, las empresas de la gran distribución buscan, mediante estas tarjetas cliente, conocerlo todo o casi todo de nuestra vida privada: quiénes somos, qué edad tenemos, estado civil, preferencias, hobbies. Al margen de lo que dice la ficha que rellenamos, las compras periódicas que realizamos quedan, a partir de entonces, registradas para siempre en nuestro archivo: si nos gusta o no el chocolate, si preferimos la carne al pescado, qué café, pastas, bebidas, conservas, verduras… tomamos. Lo saben todo.
Las compañías almacenan estos datos y los utilizan vía marketing para mejorar sus ventas. Así, conocen quién consume qué y cuándo, pudiendo realizar exhaustivos perfiles de sus compradores. A partir de ese momento, nos ofrecen todo aquello que “necesitamos” y lo compramos encantados. Nuestra vida privada en manos de las empresas se convierte en una nueva fuente de negocio. Nosotros, ni nos enteramos.
Dicen que comprar en el supermercado del futuro será más práctico, cómodo, ágil, rápido y no tendremos que hacer colas ni pasar por caja. Todo, gracias, entre otros, a la tecnología de identificación por radiofrecuencia o etiquetas RFID. Unas etiquetas que contienen un microchip y que registran información detallada sobre la “vida” del producto en el que se encuentran. Son como un número de serie único que almacena y emite, a través de una antena, datos específicos sobre ese artículo.
Así, en un futuro no tan lejano, parece, podremos entrar en un supermercado, coger un carrito de la compra “inteligente”, cargarle en su base de datos la lista de la compra, dejar que nos guie al encuentro de dichos productos, darnos información sobre los mismos e ir calculando el total que llevamos gastado. Y al salir, no será necesario pasar por caja, al llevar cada producto una de estas etiquetas incorporadas, una antena receptora los identificará y el total nos será cargado directamente en nuestra cuenta… y sin hacer colas. ¿Qué más podemos pedir?
El problema reside, como han señalado grupos de consumidores en Estados Unidos, como CASPIAN (Consumidores contra la Invasión de la Privacidad de los Supermercados) y EPIC (Centro de Información sobre Privacidad Electrónica), en el control que estos sistemas ejercen sobre las personas. Nadie evita, por ejemplo, que dichas etiquetas puedan continuar acumulando información una vez fuera del supermercado, siguiendo cada uno de los pasos de los productos y de nosotros como consumidores.
Hoy, encontramos estas etiquetas RFID en algunos productos de los supermercados, las cuales conviven con los tradicionales códigos de barras. Su coste, sin embargo, limita de momento y en parte una mayor generalización. Aunque, según el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación y la Agencia Española de Protección de Datos cada vez es más frecuente encontrarlas en el etiquetado de prendas de ropa y calzado así como en sistemas para la identificación de mascotas, tarjetas de transporte, pago automático en peajes, pasaportes, entre otros, poniendo en riesgo nuestra privacidad.
Nos quieren hacer creer que los centros comerciales son sinónimo de libertad. Ahora, Caprabo apela, en su publicidad, al “librecomprador” que llevamos dentro. “Te lo damos todo para que seas libre de escoger lo que más te gusta”, dice. Sin embargo, la libertad de escoger no está en el supermercado sino fuera de él.
Esther Vivas (Se cuecen habas) en Público.es