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miércoles, 9 de enero de 2013

A las mujeres también les gusta duro

Interesante artículo que leí ayer en el Blog Eros de El País, su autora es Silvia C. Carpallo.
 
Unos pétalos de rosa sobre la cama, una música de ambiente, luz tenue… y un amante que te desnuda poco a poco, susurrándote al oído lo mucho que le gusta ver tu cuerpo desnudo, y poder por fin acariciarlo. Sin duda, esa parece ser la idea de una noche de sexo perfecta en muchas mentes femeninas. De hecho, si una escribe “sexo duro” y “mujer” en Google, lo que se encuentra es una multitud de vídeos porno destinados casi en exclusiva al supuesto deleite masculino. ¿Es que acaso el puro sexo salvaje es sólo cosa de hombres? Otro mito a desmontar.
 
El sexo puede ser muy buen sexo, cuando es sucio, visceral, y de hecho a las mujeres puede enloquecernos lo mismo, o incluso más, que una noche romántica en toda regla. Sí, reconozcámoslo, y entendámoslo, a las mujeres también nos gusta “follar” y no sólo “hacer el amor”.  El sexo salvaje  es, cuanto menos, una de las mejores formas que tenemos de liberarnos, al menos durante un rato, de nosotras mismas.
 
Por norma general, en las mujeres, el mayor enemigo a la hora de disfrutar es nuestra propia cabeza. Si en algo nos diferenciamos de los hombres es en nuestra dificultad para darle al botón de “off” de la maraña de nuestros pensamientos, para dejar de pensar en las mil cosas que nos quedan por hacer o que podríamos estar haciendo, y dejarnos llevar simplemente por el momento.
 
¿La cura? Un buen polvo, así de claro. Una pareja que te coja por banda, y te use, que te arañe, te muerda, y te penetre hasta agotarte. Donde las manos, las bocas, los gemidos se entremezclan, y todo es puramente animal, instintivo. Dejar que te posean, o bien, poseer tú a esa otra persona, usarla a tu antojo y buscar tu placer con su cuerpo, como si fuera un objeto, y sin que exista ningún tipo de culpa en ello. ¿Pero tiene que ver algo el amor en este tipo de encuentros?
La libertad sexual de la mujer ha venido unida a sus sentimientos románticos, es decir, se permite ser libre en sus prácticas sexuales, pero las suele vincular mucho con los sentimientos hacia esa persona.  Un ejemplo de esta idea, podemos verlo claramente en la saga Cincuenta Sombras de Grey. Una de sus claves, y el gran logro por el que ha conseguido revolucionar tantas alcobas, es hacer visible que las mujeres también ansiamos tener sexo con un Christian Grey que nos diga eso de “yo no hago el amor, yo follo duro”, y que evidentemente, lo haga tal cual. Pero finalmente, esta historia no es sino otro inevitable romance, lo cual nos lleva de nuevo a unirlo todo a los sentimientos, y al vínculo con esa persona. Ya se sabe, si hay amor, todo vale.
 
¿Y si no hay amor? La mujer de hoy es mucho más libre, y de hecho, tener una pareja estable, aunque sigue siendo una presión social, al menos ha dejado de ser una obligación casi moral. Soltera, divorciada, o infiel, los encuentros con desconocidos, están a la orden del día. Una noche loca en un hotel, en el baño de un bar, al aire libre, o en el taxi de camino a casa, ¿goza hoy por fin la mujer del sexo, por el sexo, sin tener ninguna relación con la otra persona? Quizás la respuesta es  simplemente que cada mujer es un mundo, y que sólo cada una de ellas tiene la respuesta. Pero, como anticipo, un gran ejemplo, nuestra querida Samantha Jones en Sexo en Nueva York, y su manera de dejarnos bien claro que la mujer, si lo desea, puede gozar del sexo con quien quiera y como quiera.
 
Leído en: http://blogs.elpais.com/eros/2013/01/a-las-mujeres-tambien-nos-gusta-duro.html

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