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viernes, 1 de abril de 2011

No se salva nadie

Según el último barómetro del CIS, el paro, la situación económica y los políticos, son los principales problemas para los españoles, el terrorismo y ETA que años atrás estaban en los primeros puestos ahora ocupan los últimos. Sin embargo, la política antiterrorista vuelve a las portadas de los medios de comunicación como sucedió durante el proceso de paz de la legislatura anterior, PSOE y PP se enzarzan en acusaciones de lo que unos y otros han hecho cuando intentaban conseguir el final de ETA mediante el diálogo y la negociación.

Siempre se dijo que de la política antiterrorista no se debía hablar porque es un tema especialmente sensible y lo único que se hace es darle publicidad a la banda terrorista, yo sería partidario de no dar tanta información sobre ellos y no acudir a las ruedas de prensa de sus seguidores.

El proceso de paz de 2006, que es el que está saliendo a la luz en estos días, es el enésimo intento por acabar con ETA mediante el diálogo. Antes estuvo la autodisolución de los "polimilis" en tiempos de Adolfo Suarez, la Mesa de Argel cuando gobernaba Felipe González en 1988 o las reuniones de Zúrich del Gobierno de José María Aznar en 1998.

En estos días se ha hecho público parte del sumario del 'caso Faisán', sumario que incluye supuestas actas en las que la banda terrorista registró sus conversaciones con el Gobierno de Zapatero durante el fracasado proceso de paz de 2006. Pero también de las anteriores conversaciones con ETA se conocen distintos detalles.

"Ahora lo que toca es la paz. Sólo la paz y nada más que la paz. Construir la paz es lo más importante. Es la tarea que tenemos ahora. Es fundamental construir la paz sobre una base sólida pero, a la vez, flexible... Apuesto por el diálogo y la responsabilidad compartida". Estas no son palabras de Arnaldo Otegi como podría parecer, las dijo José María Aznar entonces presidente del Gobierno, el 26 de septiembre de 1998 después de que ETA declarara una tregua y dejara de ser una banda terrorista para convertirse en un "Movimiento de Liberación Nacional Vasco" según palabras del propio Aznar.
El presidente del Gobierno, que merecía entonces  editoriales titulados 'Otro valiente paso de Aznar hacia la paz' en el mismo diario que ahora exige la dimisión de Rubalcaba, autorizó contactos con ETA, contactos que Rajoy, entonces ministro del Interior, dijo que se llevaban "directamente y sin intermediación". José María Aznar, que este martes en una entrevista en televisión acusaba al Partido socialista de "buscar atajos, a veces el de la guerra sucia y el GAL, ahora el de la negociación" permitió que en esa tregua, que duró hasta el 28 de noviembre de 1999 (14 meses), se excarcelara a 180 etarras antes de cumplir sus penas, muchos de ellos con delitos de sangre, se acercaran al País Vasco a 135 presos, se permitiera regresar a 304 prófugos y se ordenara también que descendiese el número de detenciones.

El motivo por el que el Partido Popular carga contra el Ejecutivo ahora no es sólo la negociación, sino también el presunto 'chivatazo' del que se acusa a los responsables de Interior mediante el cual se habría avisado a ETA de una operación policial para intentar proteger las conversaciones y acusar de paso a los policias que dieron el chivatazo de colaboración con banda armada. Y lo que aduce el Partido Socialista, más allá de negarse a aceptar como prueba lo que digan los terroristas en sus actas internas, es que el Gobierno de Aznar no avisó a ETA de nada, sino que directamente relajaron la política penitenciaria hasta el punto de poner en las calles a centenares de etarras ¿esto también sería colaboración con banda armada?

Otro tema que avergonzó a la inmensa mayoría de los españoles fue todo lo que concernió, durante las negociaciones del Gobierno socialista, en torno a la excarcelación de De Juana Chao y la atenuación de su condena aduciendo motivos de salud o la liberación de otros etarras que estaban enfermos uno de ellos con 21 asesinatos a sus espaldas.

Creo que los procesos de negociación tienen en común la voluntad de los Ejecutivos, sean del signo que sean, de conseguir el fin de la violencia de ETA y esto nos duela o no se tendrá que hacer negociando. La cuestión es si poner la política antiterrorista sobre la mesa es necesario, si convertir a ETA en un arma arrojadiza conduce a algo más de lo que se ha conseguido por el camino contrario y aquí tenemos un ejemplo claro, el pacto entre PP y PSOE en el País Vasco. Son detalles con los que no se debería jugar ni hacer campaña política porque la única que se beneficia es la propia ETA y en este caso a dos meses de las elecciones de Mayo.