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Previsión del tiempo

sábado, 26 de abril de 2014

Declaración de principios

 
Te quiero aunque la brevedad del tiempo
-según las normas y reglas establecidas-
no justifique tal promiscuidad verbal,
ni tal apuro sentimental.
Te quiero desde la noche a la mañana,
porque no sé hacerlo de otra manera.
Te quiero como soy, torpe sin elegancia.
En el desayuno, te quiero despeinada,
sin pintar, mujer, humana.
No correctísima, ni de moda.
Te quiero entre los libros, entre el café,
en ese pequeñísimo rincón de la casa
con sus largas sombras y el polvo añejo.
Te quiero aunque el diario nos sacuda
con noticias de que el mundo
está muerto de miedo,
que la inflación es tan alta
que valen lo mismo las balas que la vida,
y que los muertos mueren más veces
bajo el silencio y las bombas.
Que el FMI asesinó a la alegría
y que el amor se ahorcó
en una habitación de Madrid.
Agitan que la muerte misma
juega a los dados con la gente;
y ya no se puede que querer.
Entonces, aún más te quiero.
Porque ahora querer es subversivo,
te quiero guerrillera, te quiero mi heroína.
Te quiero en el almuerzo y en la cena.
Te quiero entre las sábanas mojadas y
entre esos pequeños
besos somnolientos en el que las bocas
juegan a buscarse desorientadas.
Te quiero cuando con un dedo
busco despertar el calor otrora
encendido en nuestras largas noches.
Te quiero, te quiero, te quiero
aunque esto suene a cursi,
aunque nadie lea esto que escribo.
Te quiero sin metáforas, a pura piel,
liso, llano, simple, así te quiero.
Te quiero de maneras terrestres,
sin astros, ni dioses, ni mercado.
Te quiero aunque no te vea,
te quiero aunque no me hables.
Te quiero aunque no sepas que te quiero,
o si lo sepas, pero aún así no digamos nada.
Alan Arias