Seguidores del Blog:

Previsión del tiempo

lunes, 17 de junio de 2013

Bombas de racimo

Son artefactos contenedores. Lanzados desde tierra, mar o aire, en algún momento de su trayectoria expulsan varias decenas o cientos de submuniciones. La llamada lluvia de acero. Su tasa de mutilación y mortalidad se multiplica por el elevado porcentaje de municiones que quedan ocultas sin estallar. Un peligro que acecha durante años a la población civil.
Estos días no dejan de caer bombas de racimo sobre nuestro ánimo. Cuando no es Luis Linde, gobernador del Banco de España, proponiendo la contratación de trabajadores con retribuciones por debajo del salario mínimo, es Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Económicos, exhortando a enviar las pensiones a la pila del sacrificio. Los lobis, los grupos mediáticos, expertos de una y otra ralea, todos se apuntan a su particular lanzamiento de bombas. Artefactos que, convenientemente recogidos por los titulares, siembran la angustia en miles de personas. Fácil. Efectivo. Y de una propagación extraordinaria. Cada palabra de Rehn, Linde o tantos otros con capacidad de cambiar la realidad produce la inquietud de muchos que justo sobreviven con una exigua pensión o un sueldo de miseria. El mero pensamiento de disponer de un puñado de euros menos provoca horas de insomnio. Un nudo en el vientre. Una pesadilla paralizante que mina la voluntad y destroza la confianza en las propias fuerzas. Así, unos empiezan a ganar la batalla. Y los ciudadanos, a perderla.
Emma Riverola
Escritora