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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Historia de un discurso (y III)

Sigue el comentario del discurso de Gervasio Sánchez realizado en el blog "Los desastres de la guerra" de él mismo.
http://blogs.heraldo.es/gervasiosanchez/?p=843

El País se portó magistralmente con los premiados. Nos alojaron en el hotel Palace. Sus periodistas nos hicieron entrevistas muy corteses. Nos invitaron a comer en la sede del diario. Nos habían entregado un croquis con nuestra disposición en el salón de actos del Círculo. En él se podía leer los nombres de todas las personalidades. Me entristecí a no ver el del presidente del gobierno.
“Los premiados podrán dedicar un minuto a los agradecimientos”, se decía a modo de oración fúnebre. Minuto y agradecimiento formaron un tapón en la boca del estómago mareado por los excelentes caldos repartidos durante la comida. El cohíba lo guardé durante un año y se lo regalé a Manu Leguineche la noche de la entrega de 25º Premio Cirilo Rodriguez en Segovia en mayo de 2009.
Después de una visita a la redacción del diario (llevaba desde marzo de 2000 sin pisar aquel lugar) nos trasladaron al hotel para que nos preparásemos para la ceremonia final. En el camino les pregunté a los otros premiados si tenían preparados discursos. La periodista mexicana Sanjuana Martínez me dijo que sí y que lo iba a leer con total seguridad sin importarle si se pasaba del tiempo. A mí me mareaba recordar que mi discurso, que había cronometrado muchas veces, duraba cuatro minutos, un 400% más del tiempo indicado.
El ministro de Cultura de aquel tiempo, Cesar Antonio Molina me saludó muy cariñosamente. Javier Lanza, su jefe de gabinete, al que conozco desde hace 15 años, me lanzó con ironía: “¿Habrás preparado un discurso de los tuyos?”.
Pocos minutos antes de empezar el acto me acerqué a la presentadora Angels Barceló y le pregunté si podíamos dedicar más tiempo del previsto a nuestras alocuciones.. “Gervasio, habla el tiempo que consideres conveniente porque yo no te voy a cortar”, me contestó después de felicitarme y estamparme un par de besos en las mejillas.
La entrega de los Premios empezó con la única ausente, la periodista y bloguera cubana Yaoni Sánchez, a la que las autoridades de su país prohibieron su salida de la isla. La escuchamos en una grabación televisiva durante unos minutos. La persona que le representaba y que recogió el premio en su lugar hizo un discurso soso y largo.
Después iba yo. El actual director de El País, Javier Moreno, me felicitó y me entregó la obra de Chillida. En el púlpito levanté los ojos unos segundos antes de ponerme las gafas y comencé a leer lentamente. “El cabrito leyó ese día mejor que nunca (aunque leer no es mi fuerte)”, dijo después una persona que me conoce muy bien y suele corregirme con energía.
Prótesis de bambú hecha por un artesano en Camboya Fotografía de Gervasio Sánchez

Sin duda el mejor discurso de la noche lo hizo Sanjuana Martínez. Se lo pedí, me lo regaló y lo tengo encima de la mesa. Empezaba con palabras muy bellas que no rechinan cuando las pronuncia una periodista de verdad: “El periodismo es crítica, confrontación, enfrentamiento. Es denuncia, agente de cambio, catalizador. Lo demás es propaganda”.
El siguiente párrafo era igual de rotundo: “Cualquier persona puede negarse a participar en una mentira, pero el periodista no solo puede si no que debe derrotarla a base de información rigurosa”. Y continuaba: “México se ha convertido en el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo después de Irak. Pero lo que sobra en mi país es el periodismo que obedece a intereses de grupos empresariales y políticos. El mayor peligro es perder la vida, el segundo es perder el trabajo”. Incluso se atrevió a criticar algunas prácticas empresariales y políticas del Grupo Prisa en América Latina aunque no lo nombró y, por ello, quizá pasó desapercibido.
No hubo intención de censurar mi discurso como se dijo en el famoso Pdf. El País prepara las páginas con mucho tiempo ya que el acto coincide con el cierre de la primera edición. Ese día, además, se alargó aún más porque muchos invitados llegaron con retraso debido al gran atasco que provocó una manifestación en Cibeles convocada a la misma hora.
Otra cosa es si sería bueno reservar un espacio para incluir lo más destacable de la noche. CNN Plus realizó un reportaje de un par de minutos y lo acabó con mis palabras más contundentes. Igual hizo la SER. Los demás medios no hicieron mención al acto. En España cada grupo mediático alaba su entrega de premios y le interesa poco o, mejor dicho, nada las de sus competidores.
Mi discurso sirvió para que un joven traductor de 29 años llamado Rafael Lafuente Blanco (lo aseguró en la radio pública de Galicia unos días después) le hiciera al presidente del gobierno la pregunta más dura (26 de enero de 2009) sobre la venta de armas españolas que se ha escuchado en el programa Tengo una pregunta para usted. Zapatero tuvo que mentir ante seis millones de televidentes para escurrir el bulto y evadirse de la pregunta del joven sobre las ventas a Israel .
Siento cierto vértigo al pensar que un discurso de cuatro minutos puede dar tanto de sí. Viajar a tantos lugares y dar tantas vueltas hasta marear las palabras. También siento cierta excitación al pensar que Internet puede utilizarse como un arma poderosa e influyente.