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sábado, 22 de junio de 2013

Descubriendo Machu Picchu

Uno de los sitios más impresionantes que he conocido y al que sin duda alguna, volveré... 
Aniversario de Machu Picchu
En el 2011 se cumplieron 100 años desde que Hiram Bingham llegó a las ruinas de Machu Picchu junto con dos peruanos que lo acompañaron en el trayecto. El explorador hawaiano no fue el primero en descubrir el complejo ya que Agustín Lizárraga, un agricultor del área, escribió su nombre en uno de los muros casi 10 años antes. De hecho ya en la segunda mitad de 1800 personajes como Antonio Raimondi o Charles Wiener, entre otras personas del lugar, habían hecho referencia a que podría existir una ciudadela en esa área.

Bingham, sin embargo, fue claramente el primero en estudiar científicamente Machu Picchu, y avalado por el apoyo de la National Geographic Society, la Universidad de Yale y el gobierno peruano se dedicó a fotografiar cuidadosamente la imponente construcción de piedra y las terrazas entrecubiertas, a limpiar la vegetación que cubría todo el terreno y a dar a conocer el hallazgo a nivel internacional. Bajo expresa autorización del Presidente Augusto B. Leguía, Bingham también coordinó el envió temporal de un importante número de artefactos encontrados en el lugar al Museo Peabody de Historia Natural de Yale para que fueran estudiados con cuidado. Estos, sin embargo no fueron devueltos en el plazo acordado de18 meses y el tema se fue prolongando hasta que se convirtió en una disputa legal entre el gobierno de Perú y la Universidad de Yale que sólo se resolvió con la devolución de las piezas en el 2011. En 1948, en lo que fue su último viaje al Perú, el propio Bingham inauguró la carretera que va desde Aguas Calientes al complejo de Machu Picchu y lleva su nombre.

¿Pero cuál era el propósito de esta ciudadela inca construida entre 1450 y 1500 a 130 kilómetros al noroeste de Cuzco y ubicada a más de 2,000 metros de altura? ¿Cómo había permanecido encubierta por 400 años? La vieja montaña estaba llena de misterios.

Hiram Bingham tenía varias teorías que plasmó en los libros que publicó con gran aceptación tales como “La Ciudad Perdida de los Incas”. Su visión era que había descubierto Vilcabamba, la ciudad desde donde el último inca libró una larga batalla en contra de los españoles. Otra de las teorías que sostenía era que podía haber sido un templo o un convento dedicado a las vírgenes del sol que debían servir al Inca ya que en su momento los estudios que se llevaron a cabo arrojaron que de los esqueletos encontrados en las ruinas, 75% eran mujeres.

Con el avance de las tecnologías arqueológicas, estudios posteriores han confirmado que de hecho el ratio de mujeres/hombres era de 50/50 lo cual ha tenido como efecto reducir la probabilidad de que ese fuera el propósito de la ciudadela. De igual manera en 1964, Gene Savoy, comprobó que el último refugio Inca había estado ubicado en Espíritu Santo, un área que irónicamente Bingham había encontrado durante sus viajes iniciales pero que no había sabido reconocer.

En los 80’s se descubrió la existencia de un documento legal con fecha 1568 donde los familiares del Inca Pachacutec le emitían una petición a un tribunal español estableciendo que Pachacutec había sido dueño de un lugar llamado Picchu. De manera complementaria, las investigaciones de John Rowe, Richard Burger y Lucy Salazar-Burger han fortalecido la idea de que en realidad Machu Picchu era un sitio de retiro para Pachacutec y otros miembros de su corte real el cual podría haber albergado entre 500-700 personas incluyendo gente de distintas partes del imperio. El análisis de distintos artefactos ubicados en la ciudadela también parecerían apuntar a que hubiese servido como “casa de campo”.

Aún cuando hoy en día la historia del lugar sigue siendo sujeto de distintas interpretaciones, el carácter místico y sagrado de la ciudadela que capturó el interés de Bingham sigue atrayendo a miles de visitantes de todas partes del mundo. Puede ser que en el futuro nuevas investigaciones permitan confirmar definitivamente cual era el propósito de Machu Picchu. Por ahora el misterio sigue atrapado entre las imponentes piedras.