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martes, 17 de abril de 2012

Nostalgia de Gila

Extracto de un artículo de Elvira Lindo en elpais.com, de verdad que tenemos unos políticos que son para mandarles para casa y que se dediquen a otra cosa, lo suyo no es la política, está claro...

... también les sugiero que le dediquen un espacio de honor al inefable Beteta. Antonio Beteta, secretario de Estado de Administraciones Públicas. Es ese tipo de político que habla sin filtro y que resulta tan agradecido a la hora de entrecomillar declaraciones. Beteta es una mina. Si no existiera Beteta, como dirían en el Hola, habría que inventarlo. Beteta ya dio lo suyo en la Asamblea de Madrid. Si yo hubiera dirigido entonces la sección de local habría reservado una columna solo para sus perlas. Perlas Beteta. Ahora lo haría en la sección de política nacional, si no fuera, como soy, un cero a la izquierda. La perla del sin par Beteta en esta última semana ha consistido en advertirles a los funcionarios que, a partir de ahora, no solo van a tener que trabajar más y mejor, sino que lo del cafelete y el periódico pasó a la historia. Que no están los tiempos para imágenes galdosianas. Lo de perseguir la ingestión de cafelete lo veo anti natura, porque no existe en la naturaleza un funcionario sin su cafelete. Ni en Madrid ni en Nueva York. Que prohíba las comilonas de consejeros, asesores de los consejeros o asesores de los asesores. Pero, ¿el humilde cafelete? ¿De verdad la economía española va a recuperarse si suprimimos ese estimulante que fomenta la sociabilidad? En cuanto a lo de perseguir la lectura de periódicos. Esta sí que es una idea de El Mundo Today: en un país en el que ya solo se ve a la gente leyendo los gratuitos en el metro, en el que los directores de los periódicos se pasan el día alertando sobre el inevitable hundimiento del papel y en el que los padres de los columnistas ya solo van al quiosco el día que escribe la hija, va Beteta y arremete contra una imagen que resulta a estas alturas de una anacronía casi poética. Ay, ese funcionario acodado en la barra, un cafelete en una mano, el periódico en la otra. Tres troncos (barra, periódico y cafelete) a los que aferrarse cuando es muy posible que te vuelvan a recortar el sueldo en lo que dura la ingestión de un cortado. Qué falta nos haría un Gila que le pusiera humor al infortunio.

Artículo completo leído en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/13/actualidad/1334331321_428013.html